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Elecciones municipales
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Que Colau no moleste

No debería haber ningún proyecto político que se presentara a las elecciones sin un plan de políticas encaminadas a garantizar la necesidad de vivienda, trabajo no precario o un medio ambiente no en crisis

Barcelona, 03/02/2023

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, fotografiada en los exteriores del Ayuntamiento de Barcelona.

Foto: Gianluca Battista
Barcelona, 03/02/2023 La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, fotografiada en los exteriores del Ayuntamiento de Barcelona. Foto: Gianluca BattistaGianluca Battista
Jordi Mir

Cambiar las prioridades, enfrentarse a la especulación inmobiliaria, al monopolio de los coches. Eso toca intereses económicos y privilegios de gente que no estaba acostumbrada a que un gobierno municipal pusiera límites. “Cuando tocas privilegios, cuando tocas algunos intereses económicos, como puede ser la especulación inmobiliaria o la masificación turística, genera quejas e incluso querellas, aunque luego se archivan”. Así respondía la alcaldesa Colau el pasado domingo en este periódico a la pregunta de Ana Pantaleoni y Clara Blanchar sobre voces que querrían que la concejala Janet Sanz no repitiera. Seguramente hay quien querría que la que no repitiera fuera Colau. Quien les molesta es todo el proyecto que ellas pueden representar.

A cada cual le molestará lo que le moleste, y puede ser por muchas razones. Pero aquellos motivos para la molestia que tienen que ver con el modelo de ciudad que se está desarrollando merecen una discusión argumentada. En la ciudad confluyen una infinidad de intereses, y sin ser la selva en muchas ocasiones triunfa su ley. La política intenta transformar la ley de la selva en la que acostumbra a ganar quien tiene la capacidad de imponerse, se intenta establecer una ordenación que responda a algunos criterios que consideremos justos.

Las sociedades que quieren ser democracias, Barcelona será la primera Capital Europea de la Democracia (2023-24), deberían garantizar las necesidades de la vida y sus libertades. La cosa no debería ir de que decida quien más poder tenga para hacerlo, sea cual sea el origen de ese poder. Las necesidades para la vida afectan diferentes ámbitos y deberíamos poder garantizarla para el conjunto de la población, siempre que queramos llamarnos democracia. Esta semana era noticia, por la denuncia de una organización humanitaria, que más de 240.000 niños y niñas en Cataluña sufren pobreza energética. Cuesta pensar en menos desafíos que deberían ser más urgentes y fáciles de resolver ahora que no paramos de hablar de los presupuestos, pero que no decimos nada de esta realidad.

Esto no va de Colau, sí; o Colau, no. Ella, el proyecto del que forma parte, también otros colectivos que quieren ir más allá, contribuyen a hacer ver lo que hay quien no ve o no quiere que se vea; contribuyen a hacer lo que no se ha hecho. Las políticas que se cuestionan a Colau forman parte de lo más necesario y urgente para hacer posible la vida en las crisis que vivimos. No hace falta que hagamos caso a Colau, podemos leer informes sobre vivienda o cambio climático de Naciones Unidas.

Si creemos de verdad que queremos ser una democracia, no debería haber ningún proyecto político que se presentara a las elecciones sin un plan de políticas encaminadas a garantizar la necesidad de vivienda, suministros, trabajo no precario, un medio ambiente no en crisis… Puede haber diferencias en el cómo hacerlo, sobre todo lo que está por hacer, pero nada habrá que sea digno de llamarse democracia mientras no garanticemos las necesidades de la vida en nueentrstras sociedades.

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