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La historia de Madrid y Barça, del crecimiento de Tavares a la decepción de Mirotic

El pívot, fichado por el club blanco cuando el azulgrana tenía encaminada su llegada, es un muro defensivo único. La estrella barcelonista, señalada, afirma: “Quiero seguir, pero nada es seguro”

Tavares, entre Laprovittola y Mirotic.
Tavares, entre Laprovittola y Mirotic.TOMS KALNINS (EFE)
Juan Morenilla

“No es humano”, escribió la Euroliga en un mensaje de Twitter durante el último cuarto de la semifinal entre el Barcelona y el Madrid. Le acompañaba la imagen de un desatado Tavares después de otro de sus imponentes vuelos para taponar al azulgrana de turno que se atreviera a entrar en sus dominios. Laprovittola, Satoransky, Abrines y Vesely vieron al gigante elevarse sobre ellos como una montaña y escupir sus lanzamientos como si fueran enanitos. Cualquier balón quedaba engullido por unas manos que por tamaño nada envidian a las de Arvydas Sabonis, espectador en Kaunas de una nueva exhibición del tallo de Cabo Verde. Tavares firmó 20 puntos, 15 rebotes y cuatro tapones, una estadística demoledora que empequeñeció todavía más la trágica noche de la estrella rival, Nikola Mirotic: tres puntos y cero de siete en triples.

Hay fichajes que cambian la historia. El de Edy Tavares el 10 de noviembre de 2017 fue uno de ellos. El Barça había encaminado para la siguiente temporada la contratación del pívot, que entonces se fogueaba en la Liga de Desarrollo de la NBA con los Raptors 905, pero la oferta de una incorporación inmediata y una charla motivadora de Pablo Laso convencieron al jugador de cambiar el billete de avión rumbo a Madrid. Empezó entonces otro camino de superación para Tavares, el hombretón que cuando aterrizó en Canarias apenas sabía coordinarse y que en la casa blanca debió incorporar los fundamentos ofensivos a una carrocería blindada para las trincheras.

El crecimiento baloncestístico ha sido de tal calibre que hoy es el jugador más determinante de Europa, el máximo taponador histórico de la Euroliga (372 bloqueos), el mejor defensor de la ACB por tercer curso seguido, en el quinteto ideal europeo... A unas condiciones físicas únicas para detener a los rivales (2,20m de estatura, 2,40m de envergadura y 125 kilos de peso) y una entrega continua para acudir a las ayudas, Tavares ha incorporado una lectura del juego y una capacidad para el pase que a menudo le convierten también en el faro ofensivo del equipo. Aunque él ponga los pies en la tierra y sitúe el foco en lo que mejor sabe hacer. “Siempre me he sentido importante, pero tengo muy claro lo que debo hacer, que es ayudar al equipo desde la defensa, eso es lo principal en lo que me enfoco. Lo que pase luego en ataque es un regalo para mí porque este equipo tiene un talento ofensivo increíble y muchas veces no hace falta que ayude tanto ahí. Yo tengo que ayudar desde atrás”, comentó este sábado el africano antes de la final contra el Olympiacos (domingo a las 19.00, Dazn). Y ahí están sus registros. En 71 encuentros este curso ha amasado 455 rebotes (6,4 de media) y 155 tapones (2,2).

“Es absolutamente clave para nosotros”, se rinde Chus Mateo. Más todavía cuando las bajas de Poirier, Deck y Yabusele han despojado al Madrid de tres sólidas bazas bajo el tablero. Tavares debe hacer horas extra y multiplicarse. En la serie contra el Partizán alcanzó el pico de 35 minutos en pista en el tercer encuentro, en Belgrado, y en las semifinales en Kaunas ante el Barça estiró su presencia hasta los 33 cuando su media este curso en Europa es de 22 minutos. Además, hoy en la cancha habrá quien le mire a la altura de los ojos: el francés Moustapha Fall, 2,18m. “Me lo va a poner muy difícil. Medimos casi lo mismo. Hace las cosas como yo”, comentó el madridista sobre un esperado choque de trenes.

A los 31 años, Tavares acaba contrato dentro de una temporada y el club se mueve para negociar una renovación dentro de su escala económica.

Mirotic, ante Ndiaye.
Mirotic, ante Ndiaye.PETRAS MALUKAS (AFP)

En ese ajuste entre el rendimiento y la hucha también se encuentra Mirotic. El alapívot aterrizó en 2019 en el Palau cerrando un viaje que en la NBA le paseó por Chicago, Nueva Orleans y Milwaukee. En ese volantazo profesional y personal pesó un contrato hasta 2025 a razón de unos 10 millones de euros anuales, unas cantidades que superan por mucho las que ingresan otras estrellas europeas. El entonces presidente azulgrana Josep Maria Bartomeu lanzó la casa por la ventana sin reparar en gastos con el fin de pujar con todo por la Euroliga, pero tres decepciones consecutivas en la Final Four han reabierto el debate sobre una inversión tan fuerte. En época de recortes, a los 32 años, y después de una noche nefasta en Kaunas que el propio jugador calificó como “el día más duro” de su carrera, su futuro es una incógnita que ni él mismo logra descifrar.

“Tengo que levantarme rápido como jugador y como persona porque sé lo que debo hacer y lo que se espera de mí. Voy a intentar hacerlo mejor, porque peor es muy difícil. Cuando acabe la temporada estaré ahí, el club lo sabe y hablaremos de lo que se tenga que hablar. Soy honesto, vivo día a día. No sé lo que va a pasar en dos meses. Tengo contrato, me gustaría acabar en Barcelona, pero hemos visto a mucha gente, y me refiero también al fútbol, con contrato y que no ha podido acabar”, explicó este sábado Mirotic antes del entrenamiento. “Estoy con ganas de estar aquí, de intentar cumplir la promesa que hice cuando vine, de hacer algo importante, de hacer a la gente feliz. A partir de ahí veremos qué pasa con mi futuro, aunque tengo dos años de contrato y, obviamente, tengo que decir que me gustaría cumplirlo, pero aquí no es nada muy seguro”, añadió el capitán azulgrana.

Pocos minutos después, Juan Carlos Navarro, director deportivo de la sección, recordó que la estrella ha de recuperarse y ser “profesional para ganar la Liga”. Sobre el futuro de Jasikevicius, Navarro aseguró que es “una opción” [que siga] el próximo curso.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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