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TRONO DE JUEGOS
Columna
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Gloria a Akira Toriyama, precursor del espíritu de nuestro tiempo

Con su influencia en el manga, el anime o los videojuegos, el japonés fue esencial para la cultura popular transmedia actual

Una imagen de Goku en 'Dragon Ball'.
Una imagen de Goku en 'Dragon Ball'.
Jorge Morla

La prematura muerte de Akira Toriyama deja muchos huérfanos. Por un lado, claro está, llora la industria del manga y el anime, que en las últimas dos décadas ha conseguido esparcirse por el mundo y convertirse en uno de los fenómenos más importantes de soft power global surfeando la ola que inauguraron los cómics del japonés y sus adaptaciones a series de dibujos. Pero por otro, y casi más importante, llora toda una generación no solo influida por la estética (y ética) de sus Superguerreros, sino criada en un entorno transmedia en el que las franquicias son accesibles desde el papel y las pantallas. A los menores de 40 años, la experiencia de Dragon Ball les ha llegado en forma de manga, de película, de serie, de videojuego, de juguetes, de aspiración física; de todo. Ha sido una constante omnipresente, casi como el escenario de fondo del desarrollo vital de toda una generación. Ese camino transmedia, del que Toriyama fue peregrino principal, es el que luego han transitado franquicias como El señor de los anillos, Pokémon, Harry Potter, y toda la larga ristra de manganimes que aspiran a sentarse en el trono de Goku, de Shingeki no Kyojin a Kimetsu no Yaiba.

Y, sin embargo, es en los videojuegos donde encontró Dragon Ball un continente perfecto para albergar el contenido que proponía la obra del maestro japonés, especialmente en su versión de lucha. “Puedes luchar con todo tu corazón con una calidad y velocidad que eran impensables incluso hace un momento”, decía, fascinado por el nuevo receptáculo digital en el que ahora se movían sus criaturas. Hasta la fecha se han publicado más de 100 videojuegos basados en la saga de las bolas de dragón, con las series Fighter y Budokai a la cabeza. Pero el buen hacer de Toriyama en el mundo digital no quedó circunscrito a las aventuras de Goku y compañía: esa obra maestra absoluta de los 16 bits que es Chrono Trigger (1995), la pantagruélicamente famosa, sobre todo en Japón, saga Dragon Quest (1996 en adelante), o esa infravalorada obra que reimaginaba los combates de monstruos que era Blue Dragon (2006) crecieron a partir del inconfundible sello estético de Toriyama, que siempre supo hacer entrañables las obras en las que participaba e imbuirlas de su muy característico, y muy japonés, sentido del humor.

Imagen promocional del videojuego 'Dragon Quest'.
Imagen promocional del videojuego 'Dragon Quest'.

Todos sus trabajos compartían un envoltorio estético que mezclaba tradición japonesa e influencia europea y una forma de trabajar centrada en exprimir en sus protagonistas —los Goku, Gohan, Crono— la figura del arquetipo de la bondad y que con sus antagonistas —con los Vegeta, Freezer, Célula, Boo, Magus— se permitía mayores piruetas y alcanzaba sus mayores cotas narrativas. Todos ellos fueron los mejores embajadores de un fenómeno mirado con recelo hace dos décadas pero que hoy se antoja ubicuo y al que todavía le quedan muchos años de expansión y crecimiento.

Casi acompasada con la muerte del mangaka nos llega una prueba de lo bien que la figura de Toriyama ejemplificaba el ensamblaje transmedia tan presente en la cultura popular de hoy. La adaptación a película del manga Sand Land (publicado en 2000) llega a las salas españolas el día 20, el mismo día que a Disney + llega la serie anime del mismo universo. Y el mes que viene llegará a las tiendas el videojuego que adapta la historia, que por cierto promete. Épica desértica a lo Mad Max, Sand Land está protagonizada por un príncipe demonio rosa, su ayudante y un veterano militar que recorren un inmenso desierto en busca de agua. Nótese que las concomitancias con ciertos problemas reales, si bien de fondo, siempre ayudaron a las obras del japonés. Porque en eso, también, Toriyama fue pionero. Decíamos que fue peregrino principal del camino tansmedia. Ánimo, mangaka de mangakas, ahora que en el otro mundo le toca peregrinar el millón de kilómetros que conforman el Camino de la Serpiente.

Imagen de 'Sand Land'.
Imagen de 'Sand Land'.

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Sobre la firma

Jorge Morla
Jorge Morla es redactor de EL PAÍS. Desde 2014 ha pasado por Babelia, Cierre o Internacional, y colabora en diferentes suplementos. Desde 2016 se ocupa también de la información sobre videojuegos, y ejerce de divulgador cultural en charlas y exposiciones. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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