Los 12 discos de pop y rock que hay que escuchar hoy

- The Libertines, ‘All Quiet On The Eastern Esplanade’

¿Quiénes son? El grupo más autodestructivo de la primera década de los 2000. Cuando desaparezcan de este mundo (esperemos que queden muchos años), la ciencia debería estudiar cómo los cuerpos de Pete Doherty y Carl Barat han soportado tanta estimulación química. Pero todavía están aquí, disfrutémoslo.

¿Es tan bueno All Quiet On The Eastern Esplanade? Obviamente ya no suenan tan excitantemente punk como en Up The Bracket (2002), pero a cambio tenemos preciosidades como Songs The Never Play On The Radio, con unos deliciosos coros femeninos y Doherty reclamando: “¿Qué pasó con el pacto que hicimos? Sabes que debiste haberte quedado el día que te fuiste”. O Baron’s Claw, de influencia Jacques Brel. Pero también en este su primer disco en nueve años se corren sus juergas, como en I Have A Friend, Oh Shit (muy Clash) o Run Run Run, donde se embalan. Han perdido peligrosidad, pero les va muy bien el modo melancólico y, sobre todo, siguen componiendo buenas canciones.

- Pernice Brothers, ‘Who Will You Believe’

¿Quiénes son? En realidad, es uno, Joe Pernice (a veces con ayuda de su hermano Bob y otros músicos), estadounidense de 56 años residente en Canadá. Después de un puñado de discos con Scud Mountain Boys, Joe tiene su dedicación principal en los Pernice Brothers, aunque lo suyo es la actividad incesante: edita música con otros nombres, escribe, es entrenador de béisbol… El caso es no estar parado.

¿Es tan bueno Who Will You Believe? A Joe Pernice se le caen las canciones hermosas de las manos. Con su voz trémula, este músico construye preciosidades como December in Her Eyes o What We Had, que son más que canciones: son lugares donde buscar cobijo. El tema que canta con Neko Case, I Don’t Need That Anymore, entra desde ya en la lista de los mejores dúos del año. También se pone rockero Pernice, como en Hey Guitar o la beatlelmana A Man of Means. Las letras, por cierto, hablan con realismo, cinismo y humor sobre la muerte.

- Brent Seavers, ‘Exhibit B’

¿Quién es? Componente de la banda de Sacramento The Decibels, Brent Seavers publica su segundo disco en solitario, Exhibit B.

¿Es tan bueno Exhibit B? Pinchas el álbum y sales propulsado de tu butaca. Caray, qué energía: canciones eléctricas, nerviosas, vertiginosas… Seavers es un fanático de la nueva ola de finales de los setenta y principios de los ochenta, de grupos como The Jam o The Plimsouls, y también un poco más atrás, con The Sonics. Con esas influencias construye un disco que no da tregua.

- Vampire Weekend, ‘Only God Was Above Us’

¿Quiénes son? Ese grupo capaz de escribir una canción a una marchante de arte neoyorquina caída en desgracia: Mary Boone, que pasó por la cárcel por evasión de impuestos en 2018. Así de guay es Ezra Koenig, líder de los neoyorquinos, que llegan ya a su quinto disco.

¿Es tan bueno Only God Was Above Us? Ya solo quedan las migajas de aquellos Vampire Weekend enfocados a ensanchar el legado del Paul Simon de Graceland. Algo queda en temas como Prep-School Gagsters, pero lo más alucinante de este disco es que explora nuevos caminos y lo borda. Da igual que se pongan pop (el irresistible arranque con Ice Cream Piano), psicodélicos (The surfer) o sabe dios qué locura (el tema que cierra el disco, Hope, de ocho minutos)… En todos los terrenos innovan, introducen ambientes orquestales, giros melódicos y siempre brilla la interpretación vocal de Koenig. Una maravilla de álbum.

- Mark Knopfler, ‘One Deep River’

¿Quién es? El hombre tranquilo, perseguido eternamente por Sultans Of Swing y que con 74 años sigue produciendo música reconfortante.

¿Es tan bueno One Deep River? Con el ruido ambiente (musical y no musical) que nos amenaza con una tinnitus crónica, dejarse llevar por el último disco de Mark Knopfler resulta hasta terapéutico. Su incesante ritmo perezoso sienta mejor que nunca, con sus dedos trazando bellos dibujos a la guitarra y su voz cansada recodándonos que este hombre no pertenece a este tiempo. El country, el folk, sus raíces escocesas y el rock de salón se expanden en un trabajo de exquisito sonido que deja una sensación de paz necesaria para volver a la batalla diaria.

- Marcus King, ‘Mood Swings’

¿Quién es? Ya hemos destacado en esta sección el talento de Marcus King, tanto en su etapa en solitario como con The Marcus King Band. Solo tiene 28 años este tipo de Carolina del Sur y ya ha pasado por oscuros pozos que desglosa en el doliente Mood Swings.

¿Es tan bueno Mood Swings? No espere el aficionado los furiosos estallidos de rock sureño a los que King nos tiene acostumbrados. El estadounidense contrata el toque maestro del productor Rick Rubin (especialista en hurgar en el alma de los artistas) para contar cómo las adicciones casi acaban con él. Se ha salvado y ha escogido el soul relajado para contarlo. Mood Swings pone el acento en la tremenda voz de King, dejando a un lado esta vez las virguerías guitarreras. Un álbum sosegado y a veces conmovedor.

- Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, ‘Bolsa amarilla y piedra potente’

¿Quiénes son? “Cierra los ojos e imagina a Led Zeppelin bebiendo cervezas y gazpacho en un caluroso verano en Sevilla”. Así se define el grupo en su perfil de Spotify. Es adecuado, pero habría que añadir a Triana, claro, sobre todo en alguna temática de las letras y en ese tono vocal a lo Jesús de la Rosa.

¿Es tan bueno Bolsa amarilla y piedra potente? El tercer disco de los Derby Motoreta’s, potentísimo, con un sonido expansivo, donde cantan sus letras surrealistas: “Tu te revelaste, porque tu querías arroz con tomate”, cantan en la zeppeliana El Chinche, nombre de una taberna de Mérida donde se juntaban abuelos con modernos. Algunas de las letras del disco recuerdan a En el lago, de Triana, aquella que escribió Jesús de la Rosa contando su experiencia con el LSD. También se habla de religión, de los refugiados. Hay que escuchar los textos con atención, porque merecen la pena. Rock duro, psicodelia o ritmos árabes suenan en un trabajo que confirma a la banda como puntera dentro del rock español.

- Alba Morena, ‘Yo te quiero pero’

¿Quién es? Una cantante catalana de 24 años que después de un primer disco en 2021 presenta este EP de cinco canciones que conforma una propuesta más personal que sus anteriores canciones.

¿Es tan bueno Yo te quiero pero? “Yo te quiero, pero tengo que producir”, canta Alba Morena en un tema que clama por el autocuidado en un mundo que nos está pidiendo a cada segundo que seamos rentables. Morena posee una fantástica voz con dejes copleros, cero escrúpulos a la hora de combinar géneros musicales y de utilizar instrumentos variados y una escritura original que trata temas de los jóvenes de hoy. No existe desperdicio en estas cinco canciones que auguran que aquí hay fuste de buena artista.

- Waxahatchee, ‘Tigers Blood’

¿Quién es? El nombre artístico de Kathryn Crutchfield, nacida en Alabama hace 34 años. Después de formar parte de algunos grupos, este es ya su sexto disco como Waxahatchee.

¿Es tan bueno Tigers Blood? El disco que debe suponer el salto del indie-pop para una minoría a públicos más masivos. Porque es un trabajo ambicioso, con canciones incluso coreables para conciertos. Siguiendo el camino esculpido por Maria McKee, Lucinda Williams o Suzanne Vega, Crutchfield se arrima unas veces al country-rock y otras al pop con una voz que lo protagoniza todo. Cantante embriagadora, su voz te agarra en la primera canción y te suelta hecho un trapo allá por el minuto 40, con la emocionante canción que da título al disco.

- Depedro, ‘Un lugar perfecto’

¿Quién es? Quince años lleva ya el madrileño Jairo Zavala desplegando su música bastarda como Depedro.

¿Es tan bueno Un lugar perfecto? “De qué me sirve la tristeza si nunca puedo llorar de emoción”, entona Depedro en la preciosa Habilidad, una canción que recuerda al Antonio Vega de su última etapa. Estamos ante el Depedro mejor cantor, profundo en las letras y variado en lo musical, siempre con querencia a lo latino y fronterizo. Un disco plural, bonito, con decenas de elementos sonoros, y atemporal.

- The Jesus and Mary Chain, ‘Glasgow Eyes’

¿Quiénes son? Los escoceses hermanos Reid (Jim y William), pioneros del sonido distorsionado de guitarras que tanto influyó a las bandas indies en los noventa (que se lo pregunten a Los Planetas). El grupo se disolvió a finales de los noventa con los hermanos en plan bronca a lo Gallagher, y reaparecieron en 2007. Este es su segundo disco desde entonces.

¿Es tan bueno Glasgow Eyes? La demostración de que se puede grabar rock and roll con una base de sintetizadores y con cajas de ritmos. Esta vez, las guitarras no aparecen en primer plano, pero las canciones son puro rock. De hecho, surgen varios homenajes vintage, como The Eagles and The Beatles, con unos acordes de guitarra calcados de I Love Rock and Roll, de Joan Jett, y una letra que dice: “He estado por ahí con Mick, Keith y Brian Jones. / Bill y Charlie se han ido a casa”. Buenas canciones y actitud. Un disco que se disfruta del tirón.

JOYA RESCATADA DEL MES...

Todos los meses recomendamos un disco que quizá quedó fuera del radar.

- Ratt, ‘Out of the Cellar’ (1984)

¿Quiénes son? A mediados de los ochenta entrabas a una peluquería en Los Ángeles y encontrabas a media docena de músicos cardándose la cabellera. El hair-metal (metal de peluquería) hizo millonarios y drogadictos a un montón de chavales que salían a todas horas en la MTV. Una de esas bandas fue Ratt.

¿Es tan bueno Out of the Cellar? Todas las claves del hair-metal se muestran en el primer disco de Ratt (que cumple 40 años): riffs de guitarra atómicos, estribillos pegajosos, letras testosterónicas, solos veloces de guitarra en el ecuador del tema… Y las pintas, que hoy nos parecerán ridículas, pero que hace 40 años era la vara de medir sobre lo que era una estrella del rock y lo que era un oficinista. Diez canciones, todas rabiosamente comerciales, todas más pop que metaleras, y que escuchadas hoy suenan tan desubicadas como infalibles.

MÁS CRÍTICAS DEL MES:

- Pearl Jam, ‘Dark Matter’: dejen paso a un buen disco de rock. Leer la crítica pinchando aquí.

- Beyoncé, ‘Cowboy Carter’: no es un disco de country, es una demostración de riesgo y poderío. Leer la crítica pinchando aquí.

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