Extorsión rima con información

Se acaba de destapar una trama de acoso violento por parte de un fondo buitre a los inquilinos de varios pisos en Madrid. Esta práctica, que es conocida desde tiempo atrás, apenas ha merecido la acción política. Esperemos que la intervención judicial frene algunas de estas maneras mafiosas. Pero no deberíamos cejar en la denuncia de un modo de operar que se ha extendido en todas las áreas. Hace poco me sorprendió leer noticias que se referían a problemas económicos y personales de un amigo que se dedica al mundo del espectáculo. En esa piscina sabes de mucha gente que naufraga con cierta facilidad, pero me sonó rara la corriente mediática. Hubo un reguero digital de noticias según las cuales poco menos que iba a ser detenido en un camerino por deudas con el fisco estadounidense. Cuando le llamé, me tranquilizó y me puso al corriente de su caso. Se trata de una disputa inmobiliaria pendiente de resolución judicial, pero el ayuntamiento local vendió hace tiempo el caso a un fondo buitre. Ese fondo, especializado en cobrar deudas sin esperar a la resolución administrativa, le amenazó con empezar una campaña mediática que lastimara su reputación.

Como no es la primera vez que se escuchan historias parecidas, sería bueno investigar en ese sector. No tardaríamos en descubrir que lo que le sucede responde a un guion repetitivo. Las firmas especializadas en esta modalidad de recaudación tienen un modo de operar similar. Primero ofrecen un trato más o menos cordial. Después, si no logran el resultado deseado, pues la ley ampara a quien no paga hasta contar con una sentencia clara que le obligue a ello, comienzan la segunda fase de su acoso. Se trata de amedrentar al ciudadano. Finalmente, cuando se ocupan de alguien que tiene una vertiente pública, se lanzan al acoso reputacional. Les resulta de lo más sencillo sembrar mentiras y falsas leyendas que le perjudiquen gravemente. Tras la publicación de cada una de esas noticias inventadas le contactan para ofrecer la paz si se llega al acuerdo extrajudicial que desean. Al parecer, muchos de los medios de comunicación digital están deseosos de recibir estos contenidos fraudulentos, ya que con ellos ganan fondos, popularidad y tráfico en la red, algo que premian sus anunciantes. El hecho de que lo que publican sea mentira o material sesgado de manera flagrante no les causa problemas de conciencia, pues se parapetan tras la libertad de expresión y la indefinición de las fuentes.

Si no te afecta personalmente puedes pararte a estudiar cómo funciona el mecanismo con cierta frialdad. Una de las claves del reguero de mierda es que capta el interés de la gente gracias a nuestra tendencia natural a creernos las malas noticias y hacerlas correr. Cuando leemos algo nefasto sobre alguien lo festejamos como creíble y nos alimenta el morbo del ser envidioso y mezquino que todos llevamos dentro. Ahí se dan la mano los intereses de unos y otros. La maquinaria de intoxicación, que nace del fondo buitre, se permea a través de nuestra ansia de cotilleo y del turbio negocio de la información inmediata y sin contrastar de medios ventajistas. Que las deudas y propiedades se vendan a fondos buitre que ejecutan su mecanismo de extorsión condena a cualquier afectado a someterse a la paralegalidad favorita de las mafias.