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Columna
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Ripley

Imagino a un personaje de una novela de Patricia Highsmith asomado a una grieta de su libro tomando nota de mis posturas, de mis gestos

Una silla rodeada de estanterías con libros.
Una silla rodeada de estanterías con libros.George Clerk (Getty Images)
Juan José Millás

Los personajes de las novelas que reposan en las estanterías se asoman a mi cuarto de trabajo a través de las grietas que el uso ha formado en el lomo de los volúmenes. Me miran y hablan entre ellos de dimensiones alternativas de la realidad en las que hay mesas y sillas y frascos de medicinas, igual que en aquellas en la que transcurren sus vidas. Madame Bovary o Raskolnikov o Gregorio Samsa me vigilan cuando escribo, cuando enciendo un cigarrillo clandestino, cuando, desesperado, recorro la habitación de un lado a otro, y se preguntan quién rayos soy. Me observan con la extrañeza con la que yo los observo a ellos, aunque con la diferencia de que yo sé cómo viajar a su mundo, pero ellos no han hallado el modo de descender al mío.

Quizá cuando me voy de casa, logren abandonar las páginas de los libros y salir al pasillo y entrar en mi dormitorio, donde tal vez deshagan la cama y busquen la huella de mi cuerpo entre las sábanas. Se asombrarán ante la tangibilidad de los objetos: el termómetro, el cepillo de dientes, el monomando de acero del lavabo. Si pudieran tirar de la cadena del retrete, sonreirían ante esa cascada ruidosa de agua real, no un agua hecha de palabras, como aquella a la que ellos están acostumbrados, sino de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. La palabra agua no moja como la palabra perro, según Ferlosio, no ladra.

El caso es que no logro concentrarme en la lectura del periódico, porque mientras mis ojos repasan mecánicamente las noticias, imagino a un personaje de una novela de Patricia Highsmith asomado a una grieta de su libro tomando nota de mis posturas, de mis gestos. El sillón donde leo la prensa cae frente a la sección de la novela policíaca. Es posible que el propio Ripley esté dándole vueltas a la idea de matarme, quizá para sustituirme. Al final, me voy a leer al baño.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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