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ANATOMÍA DE TWITTER
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

De caballos y de democracia

En una Francia convulsionada por la reforma de las pensiones, Brigitte Bardot publicó esta semana una carta abierta en Twitter en la que insulta al hombre más odiado del país, el presidente Emmanuel Macron, que tilda de “ser maléfico”

Retrato de la actriz francesa Brigitte Bardot acariciando un caballo, hacia los años sesenta.
Retrato de la actriz francesa Brigitte Bardot acariciando un caballo, hacia los años sesenta.Archive Photos / Getty Images
Carla Mascia

El otro día en Twitter, una vieja gloria del cine, icono de la nouvelle vague y una de las mujeres más bellas de su generación, decidió sacar la artillería pesada para atacar al hombre más odiado de Francia en estos momentos, el presidente Emmanuel Macron. En una carta abierta, vista por 200.000 usuarios, Brigitte Bardot tildaba a Jupiter de “ser maléfico”, “pedante” “carente de empatía y de autoridad”. Así empezaba la dulce misiva: “Señor Macron, creo que esta carta, que le dirijo con todo mi desprecio, tal vez le haga reaccionar y tomar conciencia de su inutilidad y su cobardía. Usted está convirtiendo a Francia en un “basurero” que le sirve de trono, y siente un placer sádico haciendo sufrir a su pueblo, pero también a los más humildes, a los más vulnerables [...]”. En el contexto de las protestas contra la reforma de las pensiones, lo más lógico sería que Bardot se esté refiriendo a esas categorías de trabajadores que más se verán afectadas por el nuevo sistema. Pues nada más lejos de la realidad. Si aún no lo tienen claro, puede que el título les ponga sobre la pista…

La violencia inédita con la que Bardot se dirigió al presidente de la nación se debe en verdad a un negocio poco conocido que mantiene Francia con Japón donde, por lo visto, el caballo francés cocinado a modo de sushi es el nec plus ultra de la gastronomía ―un kilo de esa carne puede valer hasta 200 euros―. Un comercio cuando menos sorprendente que ha desvelado recientemente un equipo de periodistas y que consiste en enviar cada año por avión a Japón 1.000 caballos de tiro vivos provenientes del departamento de los Pirineos Atlánticos. “Un vuelo de 16 horas, sin escalas, que genera mucho estrés a los caballos según las asociaciones de defensa de los animales, ya que tienen los oídos especialmente sensibles”, como cuenta el periodista Hugo Clément, el autor de la exclusiva. Una vez que llegan a su destino, los caballos son engordados antes de ser sacrificados.

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Es comprensible que este comercio pueda despertar cierto horror, ya sea por el maltrato animal que supone o por la contaminación ambiental que genera. Pero que un personaje público, incluso tratándose de una militante animalista que, por otro lado, jamás escondió su afiliación ideológica a la extrema derecha, recurra al insulto para interpelar al jefe del Estado llama la atención. Algo que está prohibido por la Constitución, sancionado con 15.000 euros de multa, y por lo que actualmente se está juzgando en los tribunales a tres manifestantes. En realidad lo que demuestra el mensaje de la actriz de 88 años, a través del léxico empleado ―“marioneta despreciable”, “triste fregona buena para limpiar la sangre y la muerte que trae a una Francia cuyas luces se han apagado”―, es el clima profundamente deletéreo que se ha instalado en Francia desde que el Consejo Constitucional validó la reforma de las pensiones impuesta por decreto semanas antes. En ese contexto, el último discurso de Macron, destinado a apaciguar la nación pero que resultó ser de una arrogancia y vacuidad intergaláctica, ha sido la gota que ha colmado el vaso. En Twitter los hashtags #Quemarlotodo, #Revolución, #LouisXVI, #Varennes han reemplazado al más convencional #Macrondemisión.

Otro hashtag, compartido 22.000 veces en Twitter, también irrumpió en esos días, convirtiendo en trending topic a un personaje más acostumbrado al silencio de su despacho en el Collège de France que al ruido ensordecedor de las redes: el historiador Pierre Rosanvallon. Invitado por el talk show político Quotidien para analizar el discurso de Macron, la intervención del intelectual en la que habló de “la crisis democrática más grave que ha vivido Francia desde la Guerra de Argelia” ha generado más de seis millones de vistas en la red y ha sido sumamente comentada por la clase política y los medios de comunicación.

Pocas veces las palabras de un historiador han tenido tanto impacto en el debate público. Quizás porque su lectura de la crisis que vive el país galo se ajusta, como pocas, a un sentimiento, cada vez más extendido entre la gente, de desposesión democrática. El profesor describió a un país fracturado, unos ciudadanos que ya no se ven representados por sus gobernantes, cansados por el desprecio manifiesto de un presidente “altivo”, “desconectado de la realidad” y que no confía en los cuerpos intermedios que considera como los depositarios del viejo mundo. Un dirigente que si bien se mantuvo en la legalidad, respetando las reglas dictadas por la Constitución, carece de legitimidad en el sentido más puro de la palabra, la legitimidad política entendida como “eso que se hace en conformidad con el interés general”, “con el sentido de la justicia”.

¿Qué democracia puede salir indemne sin ese diálogo entre el presidente y los ciudadanos sin el cual resolver pacíficamente los conflictos sociales es imposible?, se preguntó en esencia Rosanvallon. Como bien recalcó, la democracia no es una abstracción: es ese espacio “en el que todo el mundo puede sentir que su vida cuenta”. Algo que, evidentemente, está fallando en la concepción que tiene del poder el exbanquero. El nuevo mundo que tanto prometió hacer emerger se parece cada día más a una bomba de relojería.

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Sobre la firma

Carla Mascia
Periodista franco-italiana, es editora en la sección de Opinión, donde se encarga de los contenidos digitales y escribe en 'Anatomía de Twitter'. Es licenciada en Estudios Europeos y en Ciencias Políticas por la Sorbona y cursó el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Antes de llegar al diario trabajó como asesora en comunicación política en Francia.

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