Un vermut de estrella Michelin, una cena dentro de la ducha y un cine de verano: planes perfectos más allá del cloro

Aunque la ola de calor, que ha encendido aviso rojo por alta temperaturas en diversos puntos de España, se ha acabado, no quiere decir que no vaya a seguir haciendo calor en la capital. Por ello, es difícil pensar en otro plan que no sea refugiarse en una piscina y no salir. Sin embargo, entre remojo y remojo se pueden hacer planes divertidos y diferentes que permitan atravesar airosos el desierto del verano de la capital. Eso sí, para hacer estos planes conviene salir del aire acondicionado, llamar a los amigos que todavía no se hayan ido de vacaciones y ponerle actitud al asunto.

El plan empieza a las 12.30 en el paseo de la Castellana, en el hotel Rosewood Villa Magna, para tomar un vermut creado por el chef con tres estrellas Michelin Jesús Sánchez. Como se trata de un plan en el que es muy fácil liarse y estirar la sobremesa a la española, es decir, durante todo el día, lo próximo es la cena: hay que subir a la última planta del centro comercial Wow, en Gran Vía. Allí, en Penthouse, la cena se sirve entre el dormitorio, la ducha y el lavamanos del piso del influencer The Spanish King.

Para terminar el día, un poco antes de las 22.00, toca poner rumbo (ojo con coger el coche después de la tarde con los vermús) al Autocine Madrid Fever para aparcar enfrente de la gran pantalla y relajarse viendo, por ejemplo, Vacaciones de verano, el último éxito en taquilla de Santiago Segura. Y ahí está: un día perfecto para disfrutar el verano de Madrid sin pisar una piscina.

Una cena dentro de la ducha de ‘The Spanish King’

La quinta y sexta planta del antiguo Hotel Roma tiene un nuevo inquilino: el influencer de 91 años conocido como The Spanish King, Andrés García-Carro. Su casa está dentro del restaurante Penthouse, donde se puede cenar sobre la cama, la bañera o el estudio de grabación de García-Carro.

Una vez acomodados entre sus vinilos y libros, las recomendaciones del chef son pedir el canelón de pollo, los torreznos, la zamburiña y el pollo picantón acompañado siempre de un muy buen vino de la carta del restaurante. El precio medio por persona son 60 euros.

Abrieron en enero y poco a poco se ha convertido en tendencia. El centro comercial Wow tiene productos exclusivos que no se consiguen fácilmente, y su restaurante no se queda atrás. Otra buena idea es irse de compras por la tarde, cenar en Penthouse y terminar tomando una copa en su azotea con vista a la Gran Vía en compañía de la estatua de la loba de Roma que amamanta a Rómulo y Remo.

Un cine dentro del coche con las mejores hamburguesas

El Autocine Madrid Fever, en la calle de la Isla de Java, número 2, tiene planes desde las 13.00 hasta las 6.00 todos los fines de semana. A las 13.00 empieza la fiesta en el agua con los Rita’s Summer Edition. Se trata de la forma más divertida de pasar el calor entre máquinas de espuma, mangueras y pistolas de agua al ritmo de los temazos del verano. Para comer, las hamburguesas de sus foodtrucks son famosas. Obligatorio llevar bañador, bikini o traje de baño y reservar.

Rememorando la magia y el atractivo de los recintos típicos de los años cincuenta, a las 22.00 empieza la función de cine sobre una pantalla gigante al aire libre que se puede ver dentro del coche o en hamaca y que cuenta con los últimos estrenos. La entrada son nueve euros por persona.

Y después, para los que lo dan todo, hay fiesta hasta las 6.00 en el autocine más grande de Europa. “Queremos que la gente nos reconozca como el sitio con los mejores planes de verano”, asegura Cristina Porta, cofundadora de Grupo Autocines.

Un vermut de estrella Michelin

El vermut en el hotel Rosewood Villa Magna se toma en siete tiempos rodeado de amigos con los que brindar. En la terraza del restaurante Amós, el chef con tres estrellas Michelin Jesús Sánchez ha querido enamorar al verano con la antesala perfecta a la comida.

Se empieza con su vermut de fresa silvestre, seguido de siete tapas: la anchoa del Cantábrico costera con una gilda versionada, una tartaleta de bonito y encurtidos, tortilla de patata versión Amós, un bombón de ensaladilla con patata violeta y huevas de salmón, unas croquetas de cocido con velos de papada ibérica, buñuelos de bacalao con alioli de piquillo y para terminar unos quesitos de Cantabria. Al final, comerse la fresa que está en el fondo de la copa es de debido mandato para quedarse con todo el sabor. El aperitivo tiene un precio de 35 euros por persona.

Un cliente que toma el vermut con su familia comienza el tradicional debate sobre si la tortilla debe o no llevar cebolla. Pero lo que sí tiene claro es que aunque “no parece una tortilla normal, tiene el sabor de la de siempre”.

“Queremos hacerle una oda al aperitivo en la terraza soñada en el Paseo de la Castellana, que buscar trasladar a sus clientes a Cantabria a través de la gastronomía”, asegura del manager del restaurarte, Mauro García. El mayor orgullo del local, explican, son unos clientes madrileños que deciden repetir y guardar fidelidad a su propuesta gastronómica. A ellos quiere abrir el hotel las puertas de la alta gastronomía.

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