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Todas las batallas de Sumar

Tras la debacle de la izquierda el 28-M, el proyecto que lidera Yolanda Díaz avanza en unas negociaciones inéditas y muy complicadas que se adivinan cruciales para la supervivencia del Gobierno progresista

La líder de Sumar y vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, durante un acto de la campaña del 28-M en Sevilla.
La líder de Sumar y vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, durante un acto de la campaña del 28-M en Sevilla.Alejandro Ruesga

Sumar no concurrió a las elecciones municipales y autonómicas el domingo pasado, pero los malos resultados de las fuerzas a la izquierda del PSOE y la abrupta convocatoria de generales han obligado a pisar el acelerador a Yolanda Díaz y sus aliados. Es una carrera contra reloj y también contra el pesimismo del votante. El objetivo pasa por superar las rencillas internas, a veces auténticas guerras fratricidas, y conformar una fuerza electoral que se adivina crucial para la supervivencia del espacio político y para sostener un Gobierno progresista los próximos cuatro años.

El punto de partida no es el mejor. Conmocionadas por el resultado del domingo y sin tiempo para analizar las causas de la debacle, la quincena de fuerzas que componen el espacio político negocian ya, con total secretismo, con sus filias y fobias, las listas para concurrir el 23-J. Entre las principales incógnitas, el papel de Podemos, o la presencia de sus dirigentes Ione Belarra e Irene Montero en las papeletas, un debate intensificado tras la renuncia del líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón. El liderazgo de la vicepresidenta segunda del Gobierno, la política mejor valorada desde hace dos años, según las encuestas del CIS, es fundamental. Solo tienen cinco días, pero nadie quiere agotar el plazo. El objetivo pasa por cerrar antes un acuerdo y trasladar así al electorado una imagen de fortaleza y entendimiento en un momento de máxima emergencia.

El descalabro. La caída en las elecciones municipales del conjunto de las formaciones a las que aspira a aglutinar Díaz ronda el 23%, unas 655.000 papeletas menos que hace cuatro años. De forma generalizada, estas fuerzas decrecen también en las autonómicas, pero especialmente Podemos, que pierde cinco de los seis gobiernos de los que formaba parte y solo tiene opciones de influir en Navarra (mejora resultados y logra tres escaños) y Asturias (pasa de cuatro a uno). La formación de Belarra queda fuera de la Comunidad de Madrid, Valencia (aquí pierde más del 50% del voto) y Canarias y baja de forma acusada en Aragón (de cinco a uno) y Baleares (de seis a uno). Solo mantiene el mismo número de diputados en La Rioja, Murcia y Extremadura.

Las formaciones susceptibles de englobarse en Sumar obtuvieron cerca de 2,2 millones de votos en las locales, según el análisis de EL PAÍS. Este grupo heterogéneo abarca 15 formaciones: Podemos, Izquierda Unida (con el PCE dentro), Más Madrid, Más País, Compromís, Catalunya en Comú, Verdes Equo, Alianza Verde, Chunta Aragonesista, Batzarre, la balear Més, Proyecto Drago en Canarias, Iniciativa del Pueblo Andaluz y Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía en Ceuta. En 2019, este conjunto de partidos, o las denominaciones que usaron entonces, obtuvo cerca de 2,9 millones de votos.

En municipales, la bajada del bloque es generalizada en todas las provincias, pero tiene especial relevancia en algunas. Las cuatro más pobladas de España representan sus principales caladeros de votos, y en ellas algunos de estos partidos tienen una gran implantación, con marcas y nombres reconocibles para el electorado, como Más Madrid, Compromís (en Valencia), Con Andalucía o En Comú Podem en Cataluña. En estas cuatro provincias suman 1,2 millones de votos, más de la mitad de sus apoyos en el total nacional. Y ahí también la izquierda se ha dejado muchas papeletas. Los resultados caen un 16,5% en Madrid (incluyendo también a Podemos e IU), un 9% en Valencia, un 25% en Barcelona y un 28% en Sevilla.

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Por municipios, Más Madrid, con Rita Maestre, baja 190.000 votos en la capital frente a la candidatura anterior de Manuela Carmena; Joan Ribó, más de 7.000 en Valencia y los comunes de Ada Colau, casi 25.000 en Barcelona.

Más Madrid resiste, en cambio, en autonómicas. La candidatura encabezada por Mónica García obtuvo el 18,35% de los apoyos y cosechó prácticamente los mismos apoyos que en 2021 (casi 615.000 votos), cuando se midió con un Pablo Iglesias que entonces alcanzó el 7,21%. En la Comunidad Valenciana, Compromís pierde 100.000 votos (350.000 en total) y pasa del 16,45% al 14,3%.

La analista política Cristina Monge hace hincapié en el “diferente comportamiento” de los partidos del espacio. “Nadie ha aguantado el tirón, pero unos han aguantado mejor que otros”, concluye.

La izquierda a la izquierda del PSOE es un espacio fragmentado en un sinfín de partidos. Podemos y sus variantes regionales se han presentado a estos comicios desagregados en casi 60 formaciones; IU, en cerca de 30. Por comparar, PP y Vox aglutinan sus votos en un solo registro.

Dónde están los votos. La pregunta clave es qué ha pasado con los apoyos de estas formaciones, que vivieron su máximo esplendor después del 15-M y llevan años en declive. Monge explica que aunque hay que esperar a las encuestas postelectorales para tener la fotografía real, la división y la desmovilización son clave. Especialmente paradigmático resulta el caso de Huesca en las municipales, con cuatro papeletas a la izquierda del PSOE, todas por encima del 4,3% y que en total suman el 18% de los votos en el consistorio, pero ninguna obtiene representación. En cuanto a la desmovilización, “intuitivamente”, describe Monge, se puede pensar que parte de los apoyos perdidos en estos comicios se han ido a la abstención. “Se trata de un voto a partidos jóvenes que cuando nacen generan un movimiento de ilusión. Lo difícil no es generar ilusión, sino mantenerla”, señala.

Ante unas elecciones generales precipitadas, y que se celebrarán en poco más de mes y medio, la traslación de estos datos es inevitable. Los expertos, sin embargo, indican que el comportamiento del votante no es equiparable. “No se puede extrapolar nada”, afirma tajante la politóloga, que a continuación matiza: “Solo hay una duda. Si estamos todos de acuerdo en que han sido unas elecciones de campaña nacional, con temas nacionales [EH Bildu o Melilla], protagonismo de líderes nacionales y con consecuencias nacionales, ¿por qué las analizamos como locales?”, se pregunta. “El electorado de la derecha ha reaccionado como si fueran elecciones nacionales y han movilizado todo lo que tenían, 8,6 millones de votantes. Y el de la izquierda se ha quedado en casa, sobre todo la parte no socialista”, señala.

Las negociaciones. El lunes, nada más conocer que Pedro Sánchez anunciaría el adelanto de las elecciones generales, Díaz se puso en contacto con Ione Belarra. Todavía en estado de shock, ambas dirigentes se pusieron manos a la obra. No había pasado ni hora y media desde la comparecencia del presidente cuando Belarra anunció públicamente su intención de trabajar por un acuerdo con Sumar y “salir a ganar” las elecciones.

El punto de partida era malo, por los datos y por la historia de desencuentros vividos entre Díaz y Podemos en el último año —plante en la presentación de su proyecto incluido—, y el arranque acelerado de los diálogos daba poco margen. El factor tiempo, sin embargo, rema a favor de un acuerdo que de otro modo se habría dilatado meses y podría haber encallado estrepitosamente en la elaboración de las listas electorales. El pacto rentabilizaría el capital político cosechado por la vicepresidenta desde el Gobierno. Pero el riesgo de fracaso es también elevado.

El negociador. Las conversaciones —en formato bilateral y múltiple, presenciales y por videoconferencia, según las particularidades de cada fuerza política, y con Josep Vendrell, director de gabinete de la vicepresidenta y persona de máxima confianza, omnipresente— no paran ni en fin de semana. Vendrell es un hombre experimentado. Quienes conocen al ex secretario general de ICV y diputado de los comunes en el Congreso entre 2016 y 2019, lo describen como “dialogante y metódico”, también “discreto y tranquilo”. El perfil idóneo, subrayan, para encajar las piezas del puzle de unas negociaciones extremadamente delicadas, ajeno a las peleas entre los grupos madrileños que surgieron de Podemos y que mostró su valía al fraguar los acuerdos en Cataluña con los comunes de Ada Colau. Vendrell, que entró en el ministerio en 2021 con el ascenso de Díaz a la vicepresidencia, se rodea de un pequeño equipo de asesores muy cercanos a la líder de Sumar.

Montero y Belarra. Conforme pasan los días el optimismo se modera, señalan algunas voces dentro de Podemos, que apuntan a las reticencias de Más Madrid o Compromís para dar espacio al partido fundado por Pablo Iglesias en las listas. El peso de cada organización en las papeletas, así como el reparto económico, son dos de las cuestiones en discusión, aunque también están en el aire las reglas de funcionamiento del grupo parlamentario, particularmente heterogéneo, y en el que será clave definir qué visibilidad tendrá cada uno.

Todas las partes guardan silencio sobre la presencia de las ministras y números uno y dos de Podemos en las candidaturas (Belarra y Montero) y en su formación descartan aceptar vetos, que interpretarían como una enmienda a la presencia del partido en la coalición. A nadie se le escapa, sin embargo, que la confección de la papeleta por Madrid, que previsiblemente encabezará Díaz, es de las más complicadas. Se trata de la circunscripción por la que ha concurrido hasta ahora la titular de Igualdad, uno de los encajes más difíciles, pero también Íñigo Errejón, líder de Más País y cofundador de Podemos, cuya marcha del partido rompió en dos la organización y muchas relaciones personales. En puestos de salida ha de haber presencia de Izquierda Unida, además de algún nuevo rostro de Movimiento Sumar, el partido instrumental que registró la vicepresidenta el martes, demostrando que pese al adelanto, sus planes estaban ya avanzados.

Compromís ha exigido de forma más o menos pública encabezar las candidaturas en la Comunidad Valenciana y mantener la marca propia. La líder de Más Madrid, Mónica García, también ha hecho valer su peso. IU aspira a obtener como mínimo el mismo número de diputados que tiene ahora en el Congreso (cinco) y en Podemos no quieren tampoco menos de lo que, calculan, podrían lograr en solitario.

En la cúpula de Podemos advierten de que el que crea que los malos resultados del partido en municipales y autonómicas podrían repetirse en generales, se equivoca. La premisa es que ellos resisten mejor en el ámbito estatal, donde tienen un “proyecto y un espacio electoral” propio. Recuerdan así lo que ocurrió en 2019. En las generales de abril, Unidas Podemos obtuvo el 14,31% del voto y 42 escaños. Un mes después, en las municipales y autonómicas, perdieron casi todas las alcaldías importantes y desaparecieron de los parlamentos de Cantabria y Castilla-La Mancha. Ante la negativa del PSOE a formar una coalición se decidió tras los comicios de mayo la repetición electoral. UP decreció hasta el 12,97% y logró 35 diputados en noviembre, una caída menor de la esperada frente a Más País, que coaligado a Compromís obtuvo tres escaños. Entre todos lograron entonces el respaldo de 3,6 millones de votantes.

Terremoto en los territorios de Podemos. En una semana traumática y en paralelo a las negociaciones, los territorios han empezado a acusar las consecuencias de la debacle en el partido de Belarra: la ejecutiva de Baleares han anunciado su intención de dimitir en bloque, el vicepresidente en funciones de las islas, Juan Pedro Yllanes, pidió la cabeza de la secretaria general, su número tres, Lilith Verstrynge, y del portavoz parlamentario, Pablo Echenique. También 10 miembros del Consejo de Coordinación Autonómico de Castilla-La Mancha dejaron el órgano el miércoles y un día después abandonaba el cargo el secretario de organización en Canarias. A la vez, la coordinadora autonómica de Navarra, Begoña Alfaro, la de baleares, Antònia Jover, el de Madrid, Jesús Santos, o el de Galicia, Borja San Ramón, empujaban en público para alcanzar un pacto con Sumar. Algunas voces en las comunidades admiten que no hay capacidad de hacer campaña en solitario, con la organización exhausta y desmovilizada tras el fracaso de mayo. Ir en solitario sería un suicidio, reconocen, con el partido siendo ya extraparlamentario en seis autonomías: Madrid, Valencia, Canarias, Galicia, Castilla-La Mancha y Cantabria.

Una campaña por decidir. Queda mucho por definir todavía, pero fuentes de la negociación se muestran tranquilas sobre aspectos básicos de la campaña electoral. Sumar, como coalición, aspira a heredar los derechos de los partidos que integren la futura confluencia tanto en los tiempos en radio y televisión, como en la publicidad institucional y en los debates. Las mismas fuentes precisan que el crowdfunding se ha disparado desde el lunes, aunque no dan cifras.

Sumar confía en que el pacto saldrá adelante. “Soy una mujer optimista y habrá acuerdo porque nuestro país nos está esperando”, respondió escuetamente Yolanda Díaz el viernes en el Ministerio de Trabajo. El calendario apremia y el rompecabezas está aún por armarse.

Metodología

Se ha comparado el voto de las elecciones locales del pasado 28 de mayo y del 26 de mayo de 2019. Se han sumado los votos contabilizados a las siguientes formaciones:

Podemos congrega todos aquellos votos obtenidos por candidaturas que incluyen en su nombre Podemos, Unidas Podemos y las denominaciones del partido en valenciano y euskera. Además, Con Andalucía, Compromís en la Comunidad Valenciana, Contigo Navarra, Ganar Alcorcón y las candidaturas locales de En Comú en Cataluña.

Izquierda Unida incluye las candidaturas denominadas tanto Izquierda Unida como IU, excluidas las ya contabilizadas en Podemos por haberse presentado en coalición.

Además, y cuando se han presentado en solitario, Más Madrid, Más País, Chunta Aragonesista, Més, Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía, Batzarre, Verdes Equo, Alianza Verde, Proyecto Drago y Compostela Aberta. Se excluyen aquellas en que estos partidos se presentaron en conjunción con Podemos o IU.

De los 2.400 códigos de candidatura que obtuvieron votos en los pasados comicios, se han analizado 123, teniendo en cuenta la selección anterior (y 85 en 2019). El listado final se ha comparado con las candidaturas que han obtenido al menos 10.000 votos, para descartar la exclusión de alguna denominación con suficiente representación. Se ha analizado el voto nacional en conjunto, puesto que no todas las formaciones se han presentado con la misma denominación o como parte de la misma coalición en ambos comicios. La tabla con los códigos de candidatura contabilizados en 2023 puede consultarse aquí.

Garzón preside la reunión de la Coordinadora Federal de Izquierda Unida.Foto: Carlos Luján | Vídeo: EPV

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