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Podemos desaparece de Madrid

Los candidatos Alejandra Jacinto y Roberto Sotomayor no consiguen el mínimo de votos necesario y la formación se queda fuera de la tierra en la que nació

Alejandra Jacinto y Roberto Sotomayor, en la sede de Podemos en Madrid.
Alejandra Jacinto y Roberto Sotomayor, en la sede de Podemos en Madrid.Samuel Sánchez
Elena Reina

Podemos se hunde en Madrid. La formación, que competía en alianza con Izquierda Unida y Alianza Verde por resistir en la Comunidad y entrar por primera vez al ayuntamiento, no ha obtenido el mínimo de votos necesario y se ha quedado fuera de la capital y de la Asamblea. Sus candidatos, Alejandra Jacinto, para la región, y Roberto Sotomayor, para el consistorio, se han quedado a las puertas: con un 4,79 en las autonómicas y a una décima del 5% de los votos necesarios en las municipales. El escenario no podía ser más desolador la noche del domingo en la sede nacional del partido, en el barrio de Pueblo Nuevo en Madrid, a la que había acudido toda la directiva, con Ione Belarra e Irene Montero a la cabeza, pero que no han aparecido a la hora de enfrentar los peores resultados. Al pasar la media noche, Jacinto, a un lado de Sotomayor, con los ojos vidriosos, ha sentenciado: “Estos son unos malos resultados para todo el bloque progresista en su conjunto y para nuestra fuerza política”. “Yo hoy he tenido un día malo, porque nos hemos quedado muy cerquita de conseguirlo, una décima”, ha resumido el excandidato a alcalde.

Los representantes del partido, solos ante los peores resultados de la formación en la Comunidad de Madrid, han intervenido apenas un minuto, rodeados de su equipo visiblemente destrozado. Algunas lágrimas se han escapado bajo la tarima, cuando Jacinto ha terminado su discurso: “A veces avanzamos, a veces retrocedemos, pero siempre vamos a seguir empujando”. Unos segundos antes, miraba a la realidad de frente: “Se confirma lo peor: Ayuso va a seguir siendo presidenta de la Comunidad de Madrid y eso es una muy mala noticia para los que defendemos la sanidad, la educación, el derecho a la vivienda y los servicios públicos en su conjunto”.

Sotomayor ha insistido en la misma línea: “Yo, que acabo de aterrizar en la política, veo con preocupación la deriva de la reacción que veo en todo el país. Hay datos muy malos para el bloque progresista. Tenemos la obligación de rearmarnos, sacar cabeza y con orgullo seguir peleando, porque aquí no debe de rendirse nadie”.

A partir de las once de la noche se comenzaba a mascar la tragedia. El equipo de Sotomayor suspiraba cigarro tras cigarro en la puerta. “4,98, lo acabamos de ver″, le decía uno de los miembros a un compañero por teléfono. Esa cifra quería decir lo peor: no entrarían al Ayuntamiento. Ni cayetanos, ni para que no mande Florentino, ni el sprint final que trató de apretar rápidamente la formación a golpe de carteles virales en las calles de Madrid, logró conseguir el mínimo (tres concejales) para que el mediofondista entrara en el consistorio. Estaban fuera. Esa fue solo la primera mala noticia. Hubo más.

Podemos estaba a punto de desaparecer también de la Comunidad. De todo Madrid. De tener un peso en la tierra que los vio nacer, al calor del 15-M, en la Puerta del Sol, en 2011. Su candidata para las autonómicas, Alejandra Jacinto, se mantenía a duras penas en ese cinco pelado, otro 5% maldito que conforme avanzaba el escrutinio cada vez se veía más lejos. Hicieron falta 15 minutos más para que después de que cayera el Ayuntamiento, lo hiciera la región completa.

Al comenzar la caída libre, a la sala de prensa no se asomaba nadie. Los equipos de campaña seguían replegados en la primera planta de la sede nacional. Habían ingresado discretamente, sin que nadie los viera ni un mínimo comentario a los medios, y no se movieron de su cuartel durante horas. No quisieron valorar la participación, ni las encuestas a pie de urna, ni los primeros resultados, ni se escuchaba más ruido en el edificio que el de los periodistas cantando resultados autonómicos y municipales, cada vez más catastróficos. La sala era un velatorio. Y el muerto no aparecía.

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Podemos no se había presentado nunca con sus siglas a la alcaldía de Madrid. En 2015, la plataforma Ahora Madrid, liderada por Manuela Carmena, que fue apoyada por el partido, logró gobernar en el Ayuntamiento tras el desplome del PP de Esperanza Aguirre, aunque sacó 20 escaños frente a los 21 del partido conservador. Unos años después, la fuerza de esta plataforma de izquierdas, a la que se sumó Íñigo Errejón después de abandonar in extremis la formación morada para contender a las autonómicas, logró 19 escaños (uno menos y en ese momento llamada ya Más Madrid). El empuje de Ciudadanos y Vox le otorgó el Gobierno a José Luis Martínez-Almeida, que había obtenido todavía menos escaños que en años anteriores, 15.

La andadura de Podemos en la región ha sido amarga. De soñar con el sorpasso al PSOE en 2015, y quedarse más cerca que nunca (con un 17,9% de los votos, frente a los 25,9% de los socialistas), a ir perdiendo fuerza en los siguientes comicios. En 2021, Más Madrid le arrebataría el puesto que anhelaba la formación de Pablo Iglesias y se convirtió en la segunda fuerza más votada, después del PP, aunque con muchísima diferencia: Ayuso arrasó con un 45,3% de los votos, con casi 30 puntos de ventaja. En ese año, con la candidatura de Iglesias a la Comunidad después de las guerras internas del partido, la formación obtuvo dos puntos más que en 2019 (un 7% de los votos), que le permitió salvar los muebles. Pero para estos comicios, las encuestas auguraban lo peor: no lograr el 5% necesario y quedar fuera de la Asamblea. Fuera de Madrid, pocos podían creérselo hacia la media noche.

Madrid se ha convertido este domingo en el epicentro del seísmo para la formación. Una catástrofe que puede arrastrar otras crisis futuras. Porque Podemos estaba abierto a integrarse en Sumar, la plataforma que orquesta la vicepresidenta Yolanda Díaz para agrupar a toda la izquierda a la izquierda del PSOE de cara a las generales. Y desde este domingo juegan en desventaja: no es lo mismo negociar con la fuerza que da la representación institucional, que después de desaparecer de cinco gobiernos autonómicos. Este domingo ninguna de las dirigentes nacionales del partido, presentes en la sede, ha querido hacer una sola declaración al respecto. De nuevo, el silencio absoluto sobre las posibles consecuencias que acarreará el terremoto que se acaba de producir en Madrid.

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Sobre la firma

Elena Reina
Es redactora de la sección de Madrid. Antes trabajó ocho años en la redacción de EL PAÍS México, donde se especializó en temas de narcotráfico, migración y feminicidios. Es coautora del libro ‘Rabia: ocho crónicas contra el cinismo en América Latina’ (Anagrama, 2022) y Premio Gabriel García Márquez de Periodismo a la mejor cobertura en 2020

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