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Alemania
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Brotes verdes en la locomotora alemana

Alemania no es el “enfermo de Europa”, sino que comienza a arrancar, lo que deberá permitir una mejora de la actividad del conjunto de la zona euro en la segunda mitad del año

Brotes verdes en la locomotora alemana
Un empleado trabajaba el día 26 en el montaje de un modelo de Porsche en la factoría de la empresa automovilística en Stuttgart.Krisztian Bocsi (Bloomberg)

La economía europea continúa estancada y soplan vientos en contra de su locomotora. Alemania sufre por la pérdida de acceso a la energía barata —que procedía de Rusia— y por la competencia sin piedad en el sector automovilístico. Todo ello ha llevado a que su PIB se contrajese un 0,3% en 2023 y, por el momento, las perspectivas parecen poco halagüeñas. Esta misma semana, el FMI ha vuelto a rebajar las estimaciones de crecimiento para este año hasta un avance solo del 0,2%.

En el centro de esta debilidad económica germana se encuentra su potente industria, que, en términos de producción, ha caído en el último lustro un 12% desde máximos. Entre otros factores, este retroceso de la actividad se debe en gran parte a la debilidad del sector automovilístico que afronta la terrible competencia china en su propia casa: las importaciones europeas de automóviles y vehículos de motor chinos registraron un aumento del 37% el año pasado, y continúan, así, elevando su penetración en Europa a ritmos acelerados. ¿Acabará Alemania desindustrializada como ocurrió en el cinturón del óxido en EE UU, que competían contra las manufacturas chinas?

Los temores parecen exagerados y no todos los datos apuntan en esta dirección. Por ejemplo, en términos de valor añadido al PIB, el sector industrial solamente ha retrocedido un 5% desde 2018. Esta métrica, que tiene en cuenta mejoras en la eficiencia y no solo el volumen de producción, unido al mantenimiento de una cuota del 7% de todas las exportaciones mundiales de bienes, confirman que la industria germana sigue siendo puntera y contradicen los escenarios de una intensa pérdida de competitividad.

Más allá del sector industrial, el consumidor también atraviesa una crisis de confianza. A pesar de la fortaleza del mercado laboral, que sigue mostrando tasas de paro cerca de mínimos (3,2%), los hogares germanos han respondido al shock inflacionista con un mayor incremento de su tasa de ahorro, que alcanza ahora el 11,4% de la renta disponible, siendo este nivel 1,4 puntos porcentuales superior al promedio previo a la pandemia y uno de los factores que ha mantenido el consumo privado deprimido.

Sin embargo, los datos más recientes arrojan algo más de esperanza y apuntan a que lo peor comienza a quedar atrás. La confianza de los empresarios está mejorando e, incluso en la debilitada industria manufacturera, la actividad ha repuntado, acumulando este año un avance del 3,5% desde mínimos. Por el lado de los hogares, el consumo también parece estar reviviendo y cifras como la llegada de turistas germanos a España apuntan a una mayor propensión a viajar y gastar —en el acumulado del año superan 1,1 millones de visitantes, un 10% por encima del promedio previo a la pandemia—.

Aunque la locomotora no va a toda marcha, Alemania no es el “enfermo de Europa”, sino que comienza a arrancar, lo que deberá permitir una mejora de la actividad del conjunto de la zona euro en la segunda mitad del año.

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