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Los premios Goya cabalgan a lomos de las polémicas

Las acusaciones por violencia sexual a Carlos Vermut, la celebración de la ceremonia en una ciudad cogobernada por Vox y las tractoradas con las que los agricultores amenazan encerrar Valladolid marcan la ceremonia del cine español

Una mujer ante una escultura de los Goya, en las calles de Valladolid.
Una mujer ante una escultura de los Goya, en las calles de Valladolid.Jaime Villanueva

Las galas de premios celebran lo mejor del año anterior. Pero los Goya, en su 38ª edición que tiene lugar este sábado en Valladolid, se están viendo obligados a fijarse también en lo peor del pasado y el presente del cine español: la violencia y los abusos contra las mujeres. Con el objetivo y la esperanza de que, tal vez, ese futuro traiga acciones y soluciones concretas.

Hace un año, el cineasta Carlos Vermut pasó por la alfombra roja de los premios Goya como candidato a mejor dirección por Mantícora. La publicación hace dos semanas en EL PAÍS de un artículo en el que tres mujeres lo acusaban de violencia sexual ha marcado el cine español hasta el punto de que el Ministerio de Cultura anuncie, a horas de celebrarse la gala de los Goya, la creación de una unidad de “atención y prevención de las violencias machistas”.

Es una última acción que se suma a declaraciones precedentes: la Academia confirmó días antes que en la ceremonia “se visibilizará la reivindicación de que la violencia sexual y los abusos de poder no tienen cabida en el mundo del cine ni en el conjunto de la sociedad española”. Y la Asociación de Mujeres cineastas y de medios audiovisuales (Cima) explicó el jueves que sus asociadas portarán un abanico blanco con el lema #seacabó —heredado del mundo del deporte— en rojo. Con ello, “quieren concienciar a todos los profesionales del cine y el audiovisual de las situaciones de abuso de poder y violencia sexual que sufren las víctimas”. Justo en el año en que, por primera vez, tras 38 ediciones de los premios de la Academia, en un 61% de las nominaciones —individuales y compartidas— hay mujeres (en 2023 se había llegado al 40%).

EL PAÍS se puso en contacto con varias de las principales organizaciones del sector audiovisual. El presidente de la Academia de Cine, Fernando Méndez-Leite, anuló la entrevista por problemas de agenda. Cima declinó directamente responder a las preguntas de este diario. La Unión de Actores y Actrices tampoco contestó. Es decir, organizaciones conocidas por su locuacidad llevan días en silencio.

En cambio, Dama, entidad de gestión de los derechos audiovisuales, sí respondió a este diario a través de su directora general, Carmen Pacheco: “Condenamos de forma rotunda cualquier forma de abuso y acoso. Nos solidarizamos expresamente con las víctimas. Nuestra postura es firme: el abuso y la violencia no tienen cabida en ningún ámbito, y trabajamos activamente para fomentar un entorno seguro y respetuoso en la comunidad audiovisual. Nuestras puertas siempre estarán abiertas para proporcionar ayuda y defensa a las víctimas. Esperamos que este caso marque un punto de inflexión”. Es una línea similar a la marcada por el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ya hace dos semanas en la entrada de los premios Feroz, y que se concretó el viernes con el anuncio de esa unidad de “atención y prevención de las violencias machistas en el sector cultural”. La oficina tendrá como principales objetivos, subrayan fuentes del Ministerio, “el acompañamiento a las víctimas de violencia machista y, en segundo lugar, la realización de estudios específicos para la elaboración de protocolos y recomendaciones que den respuesta a las necesidades específicas de cada sector y organismo vinculado a la cultura”. Pero poco más: no hay memoria económica, no se conoce cómo será la estructura, cómo encajará en el organigrama del ministerio, quién lo dirigirá ni el personal del que dispondrá.

La actriz y productora Sigourney Weaver, Goya Internacional en esta edición, el viernes en su rueda de prensa junto al alcalde de Valladolid, Jesús Julio Carnero, y el presidente de la Academia de cine, Fernando Méndez-Leite.
La actriz y productora Sigourney Weaver, Goya Internacional en esta edición, el viernes en su rueda de prensa junto al alcalde de Valladolid, Jesús Julio Carnero, y el presidente de la Academia de cine, Fernando Méndez-Leite.Jaime Villanueva

Lo mismo pasa con los asistentes a la gala. Una nominada resume las dos corrientes de pensamiento que parecen atravesar el cine español: “Por un lado, da rabia que abrir esta caja de Pandora ahora lo ensombrezca todo. Debería ser un momento muy luminoso de hermandad y celebración. A la vez, quizás haya prendido la mecha. Estos casos de violencia sexual han abierto también la puerta a que se pueda hablar de los abusos de poder, que son realmente el mal de esta industria y de muchas”. Dicho esto desde el anonimato, lo que proporciona otra pista sobre el estado de ánimo del sector. “Cuando me junto con otras cineastas, se comparten desde abusos de poder sutiles hasta faltas de respeto, casos evidentes de machismo. Eso está en la sociedad, es difícil cambiarlo de pronto, y más cuando todas las cúpulas están establecidas desde hace décadas y perviven llenas de hombres. Por eso también es difícil hablar: una puede desvelar un caso, pero le va a salpicar. Todos los amigos de esa persona en el poder le van a dar la espalda. Delatar a alguien es crearte un problema. Y el cine español es una red donde todos se conocen y te estás cerrando puertas”, relata la nominada.

Icíar Bollaín, 13 veces nominada a los Goya y ganadora de dos premios (por el guion original y la dirección de Te doy mis ojos), que estos días rueda en Bilbao Soy Nevenka, sí responde a EL PAÍS: “El cine es un escaparate para la sociedad española, y además, en realidad, también es un reflejo de España. Y el abuso de poder se da en muchos sitios: no ha habido un Me Too ni en la política ni en el periodismo, en la ciencia, o en la Universidad. Ojalá mucha gente se replantee sus actitudes y sus maneras. Es necesaria una revisión general de la sociedad española, y sí, en ella incluyo el cine”.

Movilización agrícola

En realidad, los temas polémicos se multiplican este 2024 alrededor de una gala que ya tradicionalmente ha sido altavoz de protestas sociales. La movilización de los agricultores que sacude España y Europa sobrevuela la ceremonia e incluso la hace temblar: los manifestantes han amenazado con una tractorada que atasque este sábado Valladolid y también el acceso al Auditorio Feria donde se celebran los premios Goya. La subdelegación del Gobierno en Castilla y León anunció el viernes un despliegue “sin precedentes” para la ceremonia y admitió su preocupación ante la posible movilización de agricultores con capacidad para provocar el caos en la ciudad. También el viernes, la Guardia Civil y la Policía Nacional controlaron los accesos por carretera a la ciudad castellanoleonesa, y el subdelegado del Gobierno en Valladolid, Jacinto Canales, declaró que este sábado “se va al intentar impedir la entrada de tractores”, informa Juan Navarro. La Academia de cine ha pedido a los asistentes a la gala que acudan con antelación al auditorio.

La presencia, por primera vez, de representantes del partido de ultraderecha Vox también remueve al cine español. La ciudad pucelana negoció y consiguió la organización de la ceremonia cuando la corporación municipal la presidía Óscar Puente, del PSOE y actual ministro de Transportes y Movilidad Sostenible. Ahora el ayuntamiento lo lidera el PP con un acuerdo con Vox, que se quedó con la concejalía de Cultura, aunque tanto la organización de esta ceremonia como la del festival de cine de la ciudad, Seminci, recaen dentro del área de Turismo, Eventos y Marca de Ciudad, en manos del PP.

Porque anteriormente miembros de la formación calificaron a la ceremonia de “acto de partido” y la acusaron incluso de “blanquear a ETA”. Y porque el viernes Juan García-Gallardo, vicepresidente de la Junta de Castilla y León y miembro del Comité Ejecutivo Nacional de Vox, reconoció que su presencia “va a escocer” y añadió: “Se van a tener que rascar si les pica”.

Premios Goya
Una calle de Valladolid, con carteles de promoción de los Goya, el viernes.Jaime Villanueva

“Los señoritos son los que quieren vivir de producir obras cinematográficas que luego no ve nadie a costa de millones y millones de euros que pagan con mucho esfuerzo los contribuyentes españoles”, agregó García-Gallardo sobre muchos de los protagonistas con los que coincidirá en la alfombra roja. De paso, les pidió “reivindicaciones reales”, en alusión precisamente a las de los agricultores.

Y aún queda otro conflicto: ganadores en anteriores ocasiones del Goya ya han criticado la invasión de Gaza por parte de Israel, y poco sorprendería que el mensaje se repita hoy, 21 años después de la ceremonia del “no a la guerra” de Irak.

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