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Antonio Arias (Lagartija Nick): “Paquito el Chocolatero’ tiene más mensaje que las canciones que se escuchan en los festivales”

El granadino edita con su grupo un disco donde pone música a la poesía de Luis Buñuel, otra operación arriesgada para un artista en permanente mutación

Antonio Arias, cabecilla de Lagartija Nick, el pasado 7 de diciembre en un hotel del centro de Madrid.
Antonio Arias, cabecilla de Lagartija Nick, el pasado 7 de diciembre en un hotel del centro de Madrid.Olmo Calvo
Carlos Marcos

Abran paso a un valiente. Antonio Arias (Granada, 57 años) lleva cuatro décadas moviéndose en los márgenes de la música, unos espacios casi siempre ignorados por una industria cultural que prefiere propuestas más domesticadas. Solo hay que recordar que el disco de su grupo, Lagartija Nick, con Enrique Morente, Omega, fue miserablemente ignorado por la mayoría de los actores de lo musical cuando se editó, en 1996. Quizá ahora lo nieguen, pero fue así. Arias ha seguido proponiendo música incómoda, como discos de metal, homenajes a artistas de culto (Val del Omar) o trabajos basados en los poemas de un tripulante del Apollo 15 (Hola Tierra/Hello Earth). No le hablen de hacer arte con riesgo. A él no. Estos días sigue esa línea de mutación artística poniendo música a poemas de Luis Buñuel en un trabajo llamado El perro andaluz. Es disco número 15 de su grupo, Lagartija Nick. La charla se produce en un hotel del centro de Madrid donde está alojado un par de días, porque no ha abandonado su Granada natal.

Pregunta. Oiga, ¿y no le sería más rentable grabar un disco de diez canciones pop accesibles que le abrieran las puertas de los sectores comerciales?

Respuesta. Lo mismo mi frustración es que no lo sé hacer. Pero no me gustaría especializarme en algo que no me va a llevar a ningún sitio. Hay un episodio de Bob Esponja donde él se propone agradar a todo el mundo, y de tanto hacerlo pierde su esencia hasta física: se pone redondo y se queda sin sus agujeros. Está todo el rato sonriendo, pero es infeliz. Yo espero no perder mis agujeros [risas].

P. Un día le escuché decir que los sistemas de gobierno están influyendo en la música. ¿Puede desarrollarlo?

R. Puedes reconocer ciertos aspectos de la política en la industria musical. No es que la gente esté politizada, pero sí hay cierta ideología… Es como si te dijeran: “Si quieres sonar aquí, ya sabes qué música tienes que hacer…”. La música que impera en los festivales es como una franquicia, toda suena igual. Ojo, se le da trabajo a mucha gente y es un pegamento social. Nadie está en contra de eso. Pero chirría un poco el mensaje.

La música que impera en los festivales es como una franquicia, toda suena igual. Ojo, se le da trabajo a mucha gente y es un pegamento social. Nadie está en contra de eso. Pero chirría un poco el mensaje

P. ¿Cuál es ese mensaje?

R. Es que Paquito el Chocolatero tiene más mensaje que las canciones que se escuchan en los festivales. Y yo toco en festivales y me lo paso bien. Pero vivimos como unos locos años veinte: hay que pasárselo bien y ya. Hablo de un mensaje frívolo y superficial. Todo lo que no sea así se convierte en contraste. Nosotros editamos discos como Los cielos cabizbajos [2019] y parece que estás bañando a la gente con sangre por hablar de otros aspectos de la vida que no son pasárselo bien. Lo que noto es que no hay voces discordantes que sean autocríticas. Me encanta tocar en festivales y todos nos beneficiamos de esa infraestructura (buenos técnicos de sonido, etc.), pero deberíamos ser más autocríticos, que se pueda hablar de esto sin considerarse un ataque a la industria.

P. Conclusión: usted es un músico cortarrollos.

R. [Risas] Un poco sí, la verdad. Mis referencias son Joe Strummer, Lorca, Enrique Morente… Hablamos de algo que forma nuestra cultura: lo jondo como expresión del pueblo que se sublima en vanguardia.

Otra imagen del músico la semana pasada en Madrid.
Otra imagen del músico la semana pasada en Madrid. Olmo Calvo

P. ¿Quién ha dejado a quién: el rock a la juventud, o la juventud al rock?

R. La juventud no se engancha al rock porque a las grabaciones les falta magia. Se ha perdido espontaneidad. El rock se fue de vacaciones a Benidorm y todavía tiene el bañador mojado, todavía sigue disfrutando de un paraíso cerrado.

P. ¿Es el trap y el reguetón el nuevo rock?

R. Puede ser. Tienen un espíritu punki, desde luego. Mezclan muchas cosas, con habilidad y pasión. Cuando Rosalía se acerca a lo experimental lo hace con pasión. Es una generación libre de muchos prejuicios que teníamos nosotros. Mira, por ejemplo, las letras de Yung Beef: eso es muy punk.

P. ¿Qué ha aprendido de usted trabajando con la poesía de Luis Buñuel?

R. Te subes a hombros de un gigante. En El perro andaluz busco el espíritu de Buñuel, provocarlo, a ver si se enfada. Provocar al fantasma. Y como artista te lleva a otro mundo: nosotros nunca habíamos cantado al coito, a San Bartolomé, a los senos…

Se ha perdido espontaneidad. El rock se fue de vacaciones a Benidorm y todavía tiene el bañador mojado, todavía sigue disfrutando de un paraíso cerrado

P. El indie español, de donde usted proviene, tampoco destacaba por unos textos ni punkis ni comprometidos.

R. Sí, pero aportó mucho en cuanto a actitud. Se dejó de poner la mirada en esos apasionados rockeros que salen al escenario motivados. Teníamos una postura muy interior. Eso Jota, de Los Planetas, lo hace muy bien: meter a la gente en el tempo del grupo. Creo que en su momento fue rompedor y dio un tirón de orejas a lo que había hasta el momento. Además, había mucha libertad creativa.

P. También surgió mucha morralla.

R. Hombre, estamos hablando de un negocio y si algo está funcionando surge mucho interés por apuntarse al fenómeno. Y un negocio se nutre de sangre joven: si te pones en la almadraba puedes ser captado. También pasó que a algunos grupos les pilló inmaduros, y los explotaron inmaduros.

P. Usted empezó en 1982 como componente del grupo 091, luego Lagartija Nick... ¿Desde cuándo vive de la música?

R. Más o menos desde 1992. He pasado momentos duros, pero el que se enfada pierde y el que aguanta gana. Se tarda mucho en aprender. Más que momentos de pobreza o riqueza, lo importante es saber gestionar tus frustraciones.

Lagartija Nick, en el concierto de presentación de 'El perro andaluz' el pasado 11 de marzo en Oviedo.
Lagartija Nick, en el concierto de presentación de 'El perro andaluz' el pasado 11 de marzo en Oviedo. Iván Martínez

P. ¿Cuál fue su peor momento?

R. Cuando salió Omega, en 1996, que fue una tragicomedia. Sacas un disco tan potente y solo tienes movidas. Eso me dolió mucho, aunque luego nos unió y ya fue reconocido. Nadie hacía ni puto caso al disco. O no salía en prensa o se le criticaba negativamente. Era muy frustrante ver cómo te abandonaba la escena. Estábamos en plena explosión del indie, decidimos abrirnos para experimentar y llegó la indiferencia.

P. Se salieron del carril del indie y dejaron de ser “uno de los nuestros”…

R. Exactamente, tal cual. Eso me lo decía Morente: “Antonio, hacemos discos para dentro de 10 años. No gustamos ahora…”. Cuando más estaba convencido de que habíamos hecho la propuesta definitiva, se explotó el globo. Pero el tiempo nos dio la razón: ahora es un disco muy valorado.

P. ¿Y cuál fue su peor momento en cuanto a su lado salvaje, consumo excesivo de sustancia…?

R. Estaba en un estado de confusión y de soberbia en 2008, cuando me tiré del escenario [en un concierto en Cabañeros, Ciudad Real], perdí el conocimiento, me rompí varias costillas… Ese fue un punto importante. Me dije: “Antonio, tío, tú tienes que durar, no estás solo para mostrar tu lado salvaje”. No estoy nada orgulloso de aquello y para mí fue un cambio fundamental. Lo mejor de aquel incidente fue que no me maté. Creía que iba al mando de la nave, pero no: me estrellé. Fue un reseteado bastante importante. También había nacido mi hija [tenía cuatro años en 2008, 18 hoy] y no podía ver que eso que hacía su padre era algo bonito. Lo que pasa es que a veces los demonios aparecen y hay que contenerlos.

P. Su madre murió hace un año y ahora cuida de su padre. Cómo está llevando esa relación.

R. Tiene 91 años. Sé de la responsabilidad y lo bonito que es el conocer al que se queda solo. Tenemos buenas conversaciones y ahora nos conocemos mejor. Él, que fue barbero, toca la guitarra, pero no sabía hasta hace poco que tocaba también la bandurria. El otro día cogió una y se puso a ello. Le dije: “Joe, papá, no me habías dicho que tocabas tan bien la bandurría”.

P. ¿Qué aprende de su hija de 18 años?

R. Creo que los adolescentes de hoy están más concienciados, porque ven un mundo abierto. Quieren estudiar fuera de España. Ven un mundo a mano, lo afrontan con valentía, tienen una gran apertura. Ella toca el violín y estudia bachillerato. Y quiere estudiar fuera. Tenemos juntos una canción de One Direction.

P. ¿Perdón?

R. Sí, fue hace tiempo. Ella me arrastró a hacerla. Era pequeña y le gustaban. El otro día le dije que la iba a publicar en redes porque me he acostumbrado a esa canción y me gusta cómo quedó. Pero ella ya ha crecido y le da vergüenza lo de One Direction. Ahora le gusta la música clásica y el jazz. Pero espero convencerla…

Fechas de la gira de Lagartija Nick de ‘El perro andaluz’: 17 de diciembre Bilbao (Sala Bbk), 1 de febrero Madrid (Teatro Eslava), 10 de febrero Valencia (Teatro Musical) y 24 de marzo Barcelona (Apolo 2). El grupo anunciará más en los próximos días.

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.

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