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crítica literaria
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Perder el juicio’, de Ariana Harwicz: la condición materna

La última novela de la escritora argentina se vale de una narradora sospechosa para esquivar el ‘thriller’ matrimonial sobre un divorcio contencioso

Ariana Harwicz
La escritora Ariana Harwicz, en Barcelona.Consuelo Bautista
Marta Peirano

El “narrador sospechoso”, tal y como lo propone Wayne Booth en La retórica de la ficción, es un narrador que provoca la desconfianza en el lector mintiendo o, al menos, ocultando partes importantes de la trama. A veces es un narcisista o psicópata, representando el mundo de manera deliberadamente oportunista para exagerar sus virtudes, avanzar sus intereses, y enterrar sus crímenes. Otras veces es un idiota, que se deja engañar y no se entera de las cosas por falta de luces o de atención. Cuando es una mujer, sin embargo, basta con que describa con precisión lo que le está pasando para provocar desconfianza. Nadie cree las cosas que le pasan a la mujer.

Ni los padres, ni los maridos, ni los médicos que, a lo largo de la historia, han patologizado la experiencia femenina como neurosis, histeria, somatismo, psicosis, posesión diabólica, brujería y otras condiciones derivadas de su animalidad uterina o su imaginación desviada y febril. Pero, muy especialmente, los jueces. “La ley no entiende, los jueces no entienden, o hacen de cuenta que tienen problemas cognitivos”, se queja Lisa, la protagonista de la última novela de la escritora argentina Ariana Harwicz. Una madre extranjera separada de sus hijos podría ser propensa a perder el juicio, el propio y el de los demás. En honor a la verdad, Lisa no pone mucho de su parte.

“En casos como el suyo, no puede vestirse con cuero, con animal print, con escotes, con tacones de madera —le dice la abogada del estado—, no la beneficia, ¿me entiende? No la puedo representar si no colabora”. Lisa no colabora. Habla raro, hace cosas raras, hace exactamente lo contrario de lo que le dicen. Piensa mal y se porta mal. En la oficina del tribunal de familia le dicen que se calme. “Todo lo que haga de más la lesiona”. Su mirada es asfixiante y pegajosa; un flujo que invade superficies con la consistencia del alquitrán. Acecha a sus hijos, merodea la casa del marido y bebe medias botellitas mientras espera a que llegue el juicio del título. Su comportamiento es tan alarmante que cuesta pararse en la premisa de origen: “En casos como el suyo”. ¿Qué caso es?

Perder el juicio podría ser un thriller matrimonial de divorcio contencioso en la era del “desacoplamiento consciente”. Si no fuera por la insinuación de un odio antisemita, de un régimen asfixiante de suegros que invaden la vida y la casa, de una burocracia gélida que responde sólo para corregir comportamientos y extender sanciones. Un mundo “donde reina el odio al odio y a dejarse decapitar sin chistar”.

En las fiestas sirven quesos grasos con moho, los autos frenan “como un infarto agudo de miocardio”, Lisa ve en sus hijos “la desconfianza del cerdo cuando se da cuenta de que lo van a seccionar”. La nieve “puede diluirse o volverse un arma letal”, los camiones de carga “llevan armas a Bajmut”. Su relato recibe interferencias de finales crueles que se confunden con la realidad. Toda esa malevolencia, ¿está en el entorno o es el ojo que proyecta sobre el mundo su mirada torcida?

La narradora sospechosa es la herramienta habitual en el linaje de escritoras de terror feminista, materno y medioambiental que une a Jean Rhys y Shirley Jackson con la nueva literatura argentina de Samanta Schweblin, Mariana Enríquez y Dolores Reyes. Harwicz se distingue por su sensibilidad decididamente francesa, más burocrática y escatológica.

Su primera novela, Matate, amor, fue finalista del premio Booker International y está en proceso de convertirse en una película producida por Scorsese, dirigida por Lynne Ramsay y protagonizada por Jennifer Lawrence. Anagrama ha recopilado sus tres primeras novelas en el volumen Trilogía de la pasión. La autora dice que sus novelas han sido utilizadas en el juicio de su propio divorcio para demostrar su condición de mala madre. “Fui juzgada por una ley del siglo XIX que estipula que, aunque separada hace años, hasta que no sale la sentencia de divorcio hay que mantenerse casto, tuiteó en 2021. “Fui sentenciada por un Tribunal francés a llevar el cartel de ‘Adúltera’. No muy lejos, hubiera recibido azotes o lapidación”. Perder el juicio está siendo adaptada al teatro y al cine.

Portada de 'Perder el juicio', de Ariana Harwicz. EDITORIAL ANAGRAMA

Perder el juicio

Ariana Harwicz
Anagrama, 2024
136 páginas, 17,90 euros

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