_
_
_
_
_
TRONO DE JUEGOS
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

No, ni siquiera Microsoft tiene dinero infinito

El cambio de estrategia de la división de juegos de la compañía preconiza un giro en todo el ecosistema digital

El CEO de Microsoft Gaming, Phil Spencer (segundo por la izquierda), en el podcast oficial de Xbox del jueves.
El CEO de Microsoft Gaming, Phil Spencer (segundo por la izquierda), en el podcast oficial de Xbox del jueves.Microsoft
Jorge Morla

Microsoft llevará varios de sus títulos a otras consolas, como Nintendo Switch y PlayStation 5.

Podemos decir que, tras unos días de incertidumbre, ese es el resumen de la nueva estrategia de la sección de videojuegos de la compañía norteamericana. Porque un fantasma recorrió el mundo virtual durante estos pasados días. El fantasma de la reconversión de Microsoft.

Lo cierto es que en las últimas dos semanas se ha extendido como la pólvora un rumor por internet (un rumor sustentado en filtraciones) que podría alterar de forma significativa el entero ecosistema del mundo de los videojuegos. El rumor decía que Microsoft, la empresa detrás de las consolas Xbox, la empresa que durante los últimos años ha mantenido la con mucho más agresiva política de compra de estudios (Mojang, Ninja Theory, Arkane, King, Bethesda y una larga ristra más hasta terminar con la pantagruélica adquisición de Activision Blizzard), habría renunciado a la exclusividad, a competir de tú a tú con Sony y Nintendo, y estaría abierta a convertirse en una empresa desarrolladora de videojuegos para todas las plataformas.

Phil Spencer, el cerebro detrás de la división de videojuegos de Microsoft durante los últimos años, en un alarde de lo que no debe ser una política de comunicación, no negó los rumores sino que emplazó a la gente a un evento explicativo que se celebró la semana pasada. Hirvieron los mentideros. La especulación se disparó. Se habló incluso de la renuncia a seguir desarrollando consolas dejando todo el terreno para Sony, lo que sería el cambio más importante de la industria en años. Al fin, el evento tuvo lugar, pero nadie está del todo seguro de si aclaró las cosas o las empañó aún más.

“Hemos tomado la decisión de llevar cuatro juegos a otras consolas”. Al final, la voladura fue controlada, pero mucha gente lo ve como el primer paso de una reestructuración total en el área de videojuegos. No dijo cuales, pero todo el mundo apunta a que sería Hi-Fi Rush, Pentiment, Grounded y Sea of Thieves. Otros grandes exclusivos de la plataforma, como Starfield o el futuro y muy codiciado Indiana Jones, seguirían siendo exclusivos. Por ahora.

En los últimos años, Microsoft ha adulterado el entero ecosistema de los videojuegos tirando de chequera. Ha comprado estudios que luego no ha sabido exprimir para dar grandes frutos. Ha sacado al mercado una máquina muy potente pero que se ha descalabrado en ventas con su rival directa, la PlayStation. A cambio, ha creado un producto muy atractivo: el Game Pass, esa suerte de Netflix de la interactividad que consiste en un amplio catálogo de juegos a cambio de una suscripción mensual. Nada de lo que hoy jugamos sería igual si no fuera por Microsoft.

Pero Game Pass ha tocado techo. Tiene, según reveló la compañía hace dos días, 34 millones de usuarios. Vistas las proyecciones de crecimiento que la compañía esperaba, no es suficiente. Microsoft ha podido mantener este nivel de inversión (muchas veces desafortunada) por la sencilla razón de que, siendo ahora la mayor empresa del mundo, su capitalización bursátil dobla al PIB de España. Es decir: con pólvora del rey bien se dispara.

Pero la paciencia de los mandamases llega a su fin incluso en un imperio de oro como Microsoft. En un contexto en el que el público jugador se ha estancado y la estrategia escogida no ha dado los resultados esperados, no se puede derrochar infinitamente. Todo parece indicar que la expansión de los últimos años ha terminado y que entraremos en un período de concentración y cambio. No será inminente, pero estos cuatro juegos pueden ser el primer paso de un camino muy largo. Cosas veredes, amigo Sancho.

Puedes seguir a Babelia en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Sobre la firma

Jorge Morla
Jorge Morla es redactor de EL PAÍS. Desde 2014 ha pasado por Babelia, Cierre o Internacional, y colabora en diferentes suplementos. Desde 2016 se ocupa también de la información sobre videojuegos, y ejerce de divulgador cultural en charlas y exposiciones. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo de EL PAÍS.
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_