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‘Animales de compañía’: las amistades fallidas

Estel Solé, actriz, poeta y dramaturga, estrena por fin en Madrid su muy exitosa comedia ligera sobre el instinto gregario de la especie humana, con dirección de Fele Martínez

Estel Solé
Una escena de 'Animales de compañía'.Enrique Cidoncha
Javier Vallejo

“Alguna fuerza sobrenatural/ nos arrancaba del lecho, cada mañana./ Nos disfrazábamos de mileuristas/ e interpretábamos papeles de teleoperadoras,/ azafatas, camareras…”, escribe Estel Solé en Dones que somiaven ser altres dones. “A la noche, fatigadas,/ soñábamos con ser personajes de Chéjov”. Apenas dos otoños después de escribir este poemario autobiográfico, por el que obtuvo el premio Amadeu Oller con 24 añitos recién cumplidos, la actriz incipiente compuso Animals de companyia, comedia escrita a partir de improvisaciones. Como nadie quiso estrenarla, la interiorista Bárbara Aurell la acogió en el comedor de su casa. Otros la imitaron: durante un año, la función se hizo en pisos, en albergues y hasta en un castillo. Luego giró por América. Solo entonces pudo estrenarse en sendos teatros de Barcelona y la crítica la bendijo.

Diez años después, esta opera prima teatral se estrena en castellano en Madrid, en el Teatro Bellas Artes. Es una producción nueva que poco tiene que ver con aquella, tan recogidita, presentada en el hoy cerrado Club Capitol, donde la escenografía (un salón comedor hecho a base de palés: puro arte povera) servía de apoyo a una interpretación decidida, con momentos en los que el contacto físico se resolvía en estallidos violentos. Eduard Buch, su coprotagonista, llevaba el tempo ritmo de la función con tanta furia como exactitud. Los choques de su personaje con Laura, su esposa; los cambios fulgurantes en el ritmo de la acción, no dejaban al espectador tiempo para cavilar sobre las inverosimilitudes e inconsistencias del argumento. La rapidez de los actores impedía al público ver que jugaban con las cartas marcadas, como es usual en el género cómico.

Una de las bazas del montaje madrileño son sus momentos corales, orquestados por Fele Martínez. La acción sucede en el comedor de una casa, en la que varios amigos se reúnen para apoyar a Belén, que ha intentado suicidarse. Su comienzo recuerda el de la película Pequeñas mentiras cotidianas, y los reproches que los personajes se hacen evocan los de ¿Quién teme a Virginia Woolf? La escena postrera del sinceramiento entre el enamorado y su anfitriona, lo mejor de la función, respira una verdad inédita hasta ese momento. Carmen Ruiz, su intérprete, le imprime relieve al arquetipo de la joven vulnerable, mientras que Jorge Suquet logra que a su personaje se le noten las marcas de dirección menos que a otros. La escenografía no arropa la comedia como debiera.

‘Animales de compañía’. Texto: Estel Solé. Dirección: Fele Martínez. Madrid. Teatro Bellas Artes, hasta el 26 de noviembre.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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