_
_
_
_
_

Asunta, el asesinato interminable

‘El caso Asunta’, que estrena Netflix, es una serie que respira verdad, que se ajusta de forma obsesiva a los hechos y no elude ningún debate delicado

Raúl Arévalo, Candela Peña, Tito Asorey y, de espaldas, Tristán Ulloa, en el segundo episodio de 'El caso Asunta'.
Manuel Jabois

―¿Sabes lo que dicen los psiquiatras, Ríos? Que no se quiere igual a un hijo propio que a un hijo adoptado.

—Yo psiquiatra no soy, pero padre sí. Y a mí me parece que no depende de que sea adoptado o no. Los hijos gusta tenerlos, gusta hacerlos, pero después hay que sacarlos palante, ¿no? Hay que criarlos.

—Pues ahí tienes el móvil del crimen. A estos ya les sobraba el capricho.

Ahí estaba el móvil del crimen según el juez Luis Malvar (Javier Gutiérrez), y uno de los nervios más delicados e incómodos del conocido como caso Asunta, título de la serie que Netflix estrena este viernes sobre el asesinato de la niña de 12 años Asunta Basterra Porto por parte de sus padres, pareja burguesa y muy conocida en Santiago de Compostela (ella, abogada y cónsul honoraria de Francia; él, periodista económico), crimen ya incrustado en la historia negra de España. Ninguno de los dos reconoció el delito y no quedó clara la motivación de unos padres para acabar con la vida de una niña que adoptaron cuando ella tenía nueve meses; Porto se suicidó en la cárcel 2020 y Basterra sigue clamando su inocencia desde prisión: ”Solo tengo una razón para seguir con vida, que no es otra que volver a ser un hombre libre y reunirme con mi niña, nunca antes. De hecho, ya tengo pensado el cómo y el dónde, tan solo me falta el cuándo”, escribió en una carta a Ramón Campos, productor del documental Lo que la verdad esconde y la serie El caso Asunta. Ni el documental ni la serie pueden contestar a dos preguntas de imposible respuesta: ¿qué probabilidades hay de que uno de tus padres te quieran matar?, ¿qué probabilidades hay de que los dos se pongan de acuerdo en asesinarte a los 12 años? Y a cualquier edad, ¿pero a los 12 años?

Tristán Ulloa como Alfonso Basterra en el sexto episodio de 'El caso Asunta'.
Tristán Ulloa como Alfonso Basterra en el sexto episodio de 'El caso Asunta'.MANUEL FERNANDEZ-VALDES/NETFLIX

El diálogo inicial entre el juez Malvar, personaje inspirado en el juez instructor del caso Asunta, José Antonio Vázquez Taín, y el agente Ríos (Carlos Blanco) transcurre en la finca de Montouto a la que acuden con Rosario Porto (Candela Peña) y Alfonso Basterra (Tristán Ulloa) para registrar la casa en la que Porto, con la complicidad de su marido según la sentencia, mató a su hija Asunta. En esa casa, días antes, tuvo lugar uno de los momentos más impresionantes que aparecen en la serie dirigida por Carlos Sedes, todos en perfecta correspondencia con la vida real. Ocurre cuando Porto y los agentes Ríos y Cruces (María León), que le comunican a la madre el hallazgo del cadáver de su hija, llegan a la casa de Montouto para buscar pistas; en ese momento, el agente atiende con cuidado a dos padres hundidos. Porto dice al llegar que tiene que ir al baño y sube corriendo las escaleras, y Ríos la deja ir, pero ve un baño en la planta de abajo, justo al lado de donde estaban. Sube a toda prisa las escaleras (“¡señora Porto!”), y la encuentra entrando en el servicio de arriba. “¿No tiene abajo un baño?”. “Ya, pero el único que funciona es este”. Y allí mismo hay una papelera con unas cuerdas idénticas a las que tenía el cadáver de Asunta en sus brazos en la pista forestal, a tres kilómetros de esa casa, donde había aparecido.

“¡Fuera de aquí!”, grita Ríos. “¡Fuera!”. Empieza ahí, a ojos de ese agente, la transformación de Rosario Porto en la víctima más consolada de España a la culpable más apestada. La empiezan a hundir sus mentiras (¿por qué miente? Recurre a excusas vagas: “No me acordaba”), y es consciente de lo que está pasando fuera de la burbuja jurídico-policial de las primeras horas cuando va a tomar declaración ya como investigada y se encuentra a decenas de vecinos de Santiago, sus vecinos, rodeando el coche y llamándola a ella y a su exmarido “asesinos”. “¿Escuchaste, Alfonso? ¡Nos llaman asesinos!”, dice desencajada.

Candela Peña y María León, en el segundo capítulo de 'El caso Asunta'.
Candela Peña y María León, en el segundo capítulo de 'El caso Asunta'.JAIME OLMEDO/NETFLIX

El caso Asunta es una serie que respira verdad, que se ajusta de forma obsesiva a los hechos y no elude ningún debate delicado, especialmente en relación con la implicación de Basterra en el crimen, mucho menos clara que la de su mujer. Asunta (Iris Wu) fue drogada con lorazepam por sus padres meses antes, acudió a algunas clases mareada y así fue probado por testigos, y el día de su muerte tenía en el cuerpo 27 pastillas de orfidal (el medicamento lo compraba Basterra en una farmacia según él para su esposa, mujer que había atravesado episodios de depresión, ansiedad y era enferma de lupus). Era una niña de altas capacidades, obediente y estudiosa, que sus padres apuntaban en numerosas actividades extraescolares.

La serie comienza con Porto y Basterra presumiendo de ella en un reportaje de la TVG; imágenes, las reales, recuperadas cuando se conoció el crimen: da igual cuando se vean, siguen poniendo la misma piel de gallina. Candela Peña interpreta uno de los papeles de su vida y su retrato de Porto es monumental e indisociable, a su pesar, de ella: es difícil recordar la verdadera cara de Porto tras ver los seis capítulos; Tristán Ulloa, Javier Gutiérrez (el papel inspirado en Vázquez Taín dará que hablar: personaje soberbio, filtrador, pelín machista y de ética sospechosa), María León y Carlos Blanco completan una serie rodada en estado de gracia. Es incómoda, brillante y valiente, y deja un poso que no se va en días. ¿Había algo más que decir sobre el caso Asunta tras el documental Lo que la verdad esconde? Esta serie demuestra que sí. Es otra forma de enseñarlo, otra manera de contarlo. Detrás está el mismo hombre, Ramón Campos, que además de productor es uno de los reporteros que más lejos llegó investigando el crimen de la niña Asunta, al punto de comunicarse con Alfonso Basterra.

Tristán Ulloa y Candela Peña, como Alfonso Basterra y Rosario Porto, en el primer capítulo de 'El caso Asunta'.
Tristán Ulloa y Candela Peña, como Alfonso Basterra y Rosario Porto, en el primer capítulo de 'El caso Asunta'.MANUEL FERNANDEZ-VALDES/NETFLIX

Los tres personajes que escoltan a la pareja Basterra-Porto tienen alguien a quien cuidar: el juez se encarga de su padre demenciado (el gran Celso Bugallo deja escenas maravillosas), el agente interpretado por Blanco y su mujer se encargan de su nieta, la agente que interpreta León busca un bebé que no llega hasta que finalmente lo tiene. La única persona a la que no se cuida es una niña de origen chino adoptada al que su padre en la ficción imagina el juez justificando así el crimen: “Le hemos dado una buena vida todos estos años, mejor de la que iba a tener en el orfanato de donde la sacamos”. “Estas lunas merecen otras noches”, es la primera frase que el juez, en la escena del crimen, dice en la serie. Y esa hija otros padres.

Puedes seguir EL PAÍS Televisión en X o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_