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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El diablo gobierna a los ‘peaky blinders’

Thomas Shelby, que parece viajar desde la muerte nada más empezar la serie, descubre que cada vez está más vivo, cada vez es más humano y cada vez, por tanto, está más cerca de morir. El artículo contiene destripes de los 31 primeros capítulos de la serie

Manuel Jabois

“Arthur, me tiembla la mano como a un hombre normal”, dice Thomas Shelby (Cillian Murphy) después de matar a un soplón en el último capítulo de la quinta temporada de Peaky Blinders. Los dos hermanos Shelby sientan en el Garrison al camarero y, en una escena opresiva (detrás de cada frase repiten obsesivamente su nombre, Mickey; Arthur le insta a beber una y otra vez, y al final le pide que no mire a Thomas mientras le dice a su hermano: “El techo nos saldría más barato”, es decir: dispárale desde la barbilla), Tommy Shelby, que parece viajar desde la muerte nada más empezar la serie, descubre que cada vez está más vivo, cada vez es más humano y cada vez, por tanto, está más cerca de morir. Y así empieza, de hecho, la última temporada de Peaky Blinders que se estrenó el 10 de junio en Netflix: con el jefe gitano de la familia Shelby tratando de suicidarse sin éxito (la pistola está descargada) y su mujer, Lizzie (Natasha O’Keefe), yendo hacia él a tirarle seis balas sobre la cabeza: “Ya no eres un soldado, Tommy. No comprobaste tu arma. He oído el gatillo. Irte así, abandonar a tu familia… ¿Buscas una salida? Aquí tienes seis”. Cuando se va, Thomas se levanta del barro y, ya en pie, se dirige a su madre muerta: “A ti te dejaron pasar. A mí no me han dejado. Como si debiera haber otra consecuencia”.

Steven Knight, creador de Peaky Blinders, se inclinaba por Jason Statham para interpretar a Thomas Shelby. “Entiendo que hubiese dudas sobre mi físico, no soy exactamente el tipo imponente que requería el papel”, dijo Cillian Murphy a The Guardian, diario al que contó cómo se hizo con el papel: le envió un mensaje de texto a Knight que decía “Recuerda que soy actor”. Es decir, podía transformarse. Por ejemplo, traicionando una dieta vegetariana que ya duraba 15 años y que dificultaba convertir su cuerpo, con ayuda del gimnasio, en el de Shelby, más voluminoso. Caryn Mandabach, productora ejecutiva, tampoco conseguía ver a Murphy (1,75, delgado) como un tipo duro de la calle. Hasta que lo observó entrar en su despacho: nada ocupaba, dijo, más que él.

Cillian Murphy, en una imagen de la sexta temporada de la serie.
Cillian Murphy, en una imagen de la sexta temporada de la serie.

El cuerpo también actúa. Ese proceso no es ajeno a la filosofía de la serie, un fenómeno de culto: “Toda esta historia se centra en una pregunta particularmente británica: ¿Puedes escapar del lugar en el que naciste?”, dijo en una ocasión Knight. Así empieza su última temporada, con Shelby de traje impoluto revolcado en mierda a cuatrocientos metros de su imponente palacio en la campiña. Y Knight sabe de lo que habla cuando hace referencia a la huida, fracasada o no, de los orígenes; los tíos de su padre eran peaky blinders, miembros de la banda violenta que existió en Birmingham a principios del siglo XX. La mirada fascinada de su padre cuando era niño hacia aquellos criminales queda patente en la serie. Como dijo el propio Knight en The New York Times, “los caballos son todos hermosos, la ropa es toda magnífica”. Cada vez que su padre veía a los auténticos peaky blinders, corredores de apuestas ilegales, “estaba aterrorizado e impresionado, eran héroes para él. Ahí estaban con ropa inmaculada, con navajas en los sombreros y bebiendo whisky en tarros de mermelada”.

Polly Gray murió en el primer episodio de la sexta y última temporada de Peaky Blinders
Polly Gray murió en el primer episodio de la sexta y última temporada de Peaky Blinders

Después del fallido intento de suicidio de Thomas Shelby, la acción se va cuatro años después, no sin ver antes el spoiler anunciado: la muerte de la actriz Helen McCrory por cáncer a los 52 años ha privado a la serie de una de sus grandes estrellas, la tía Polly. Polly es asesinada tras el atentado fallido contra el fascista Oswald Mosley y su hijo, Michael, promete venganza contra Thomas Shelby, a quien responsabiliza de su muerte. Arthur Shelby, el hermano mayor de Tommy, ha pasado de consumir cocaína a opio, género con el que quieren ahora dar el pelotazo los Shelby. Y la gran escena del primer capítulo de esta última temporada transcurre en el reservado de un bar, donde Thomas Shelby recita el poema Un árbol envenenado de William Blake ante una audiencia burlona. “Estaba enfadado con mi amigo; / le confesé mi ira, y mi ira terminó. / Estaba enfadado con mi enemigo: / no se lo confesé, y mi ira creció”. Una fastuosa declaración de intenciones para una trama que carga su estructura en los hechos históricos de principios de los años treinta, la relación con la violencia y la muerte del autodestructivo Thomas Shelby en la tradicional carrera del héroe trágico hacia ninguna parte (“Tommy no cree que haya una meta, no cree que haya un destino”, dice de él su creador; “Los hombres como nosotros, señor Shelby, siempre estarán solos. Y por el amor que recibimos, tenemos que pagar”, le dice en la primera temporada el inspector Campbell) o la clase obrera de Birmingham, el origen de los peaky blinders y el lugar del que escapan… con él a cuestas.

Los tres hermanos Shelby, John, Tommy y Arthur, protagonistas de 'Peaky Blinders', en una imagen ya icónica.
Los tres hermanos Shelby, John, Tommy y Arthur, protagonistas de 'Peaky Blinders', en una imagen ya icónica.

Hay algo más, y no menor: Thomas Shelby ha dejado el alcohol. Tras la muerte de su tía Polly, el hombre al que resultaba imposible ver sin un vaso de whisky en la mano, ha dejado de beber. Solo en el primer capítulo esa decisión tan poco masculina en su mundo de machos alfa le causa dos graves problemas. Sigue sosteniendo el vaso, porque se lo ponen en la mano una y otra vez, pero no da un solo sorbo. Continúa fumando, eso sí. Pero nada perturba sus facultades mentales como podía hacerlo el alcohol. En esta biografía de caída y redención protagonizada por Tommy Shelby, hombre condenado de antemano, dejar el alcohol podría adivinarse como el paso previo a volver a él en medio de una ola de violencia al estilo de William Munny en Sin perdón. Pero no hay certezas en la serie de culto de Netflix que quizá termine, definitivamente, con un largometraje. El único deseo real y sincero lo expresó el gran amor de Shelby, Grace Burgess, dirigido precisamente a él, dueño y señor de la historia: “Que estés en el cielo media hora antes de que el diablo sepa que estás muerto”. Pero, teniendo en cuenta que así lo llaman ya sus enemigos (”el Diablo”), empezando por su familiar Michael, parece difícil que no se vaya a enterar de su propia muerte.

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.

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