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La ocupación de las UCI por covid baja al mínimo registrado desde que comenzó la pandemia

La séptima ola ha terminado sin apenas impacto en los hospitales, mientras que las muertes con coronavirus se mantienen en 62 personas por día desde marzo

Hepatitis aguda niños
Box de UCI vacía del Hospital de Sant Pau de Barcelona, tras la caída de ingresos por covid esta primavera.©Consuelo Bautista (EL PAÍS)
Pablo Linde

Este viernes había en las Unidades de Cuidados Intensivos de los hospitales españoles 241 personas ingresadas con coronavirus. Desde que el Ministerio de Sanidad comenzó a publicar este registro, en agosto de 2020, esa cifra nunca había sido tan baja. La séptima ola de covid ha concluido sin prácticamente afección en las UCI, cuya capacidad asistencial lleva tiempo sin estar en riesgo por culpa de la pandemia.

Es muy probable que en junio y julio de 2020, después del duro confinamiento que vivió España, las UCI estuvieran aún más vacías de pacientes de covid que ahora. Pero el caos de recolección de datos que se vivió durante los primeros meses de la pandemia no permitió recoger esta estadística de forma rigurosa hasta el 1 de agosto de 2020, cuando había 250 pacientes en cuidados intensivos.

Mucho ha cambiado la situación en estas unidades desde que comenzó la campaña de vacunación. Las tres primeras olas (especialmente la primera y la tercera) desbordaron su capacidad y fue necesario en muchos hospitales hacer triajes para atender solo a los pacientes con más posibilidades de sobrevivir. A partir de la primavera de 2021, cuando la mayoría de la población vulnerable estaba vacunada o en proceso, ya ninguna ola fue igual.

La cuarta, vista en perspectiva, casi no merece el nombre de ola por su escasa propagación; la quinta afectó sobre todo a población joven y aunque hubo ingresos en UCI, no llegaron a su límite. En la sexta, la de las pasadas Navidades, hubo más diagnósticos registrados que nunca, pero el porcentaje de críticos bajó drásticamente y el mayor número de ingresados en cuidados intensivos apenas superó los 2.200, una cantidad muy asumible. En la séptima, de la que no hay registros fiables de contagios, pero que probablemente tiene una magnitud igual o superior a la sexta en cuanto a transmisión, la máxima cifra alcanzada ha sido 547.

Enfermos crónicos en las UCI

Alejandro H. Rodríguez, de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC), explica que los ingresos han sido muy escasos y que la práctica totalidad de ellos ha sido de pacientes inmunosuprimidos; sobre todo, enfermos oncológicos y trasplantados. “Aunque estén vacunados, cuando van muy justitos de defensas, cualquier infección los pone muy mal, y la mortalidad es elevada en estos casos”, señala.

Lo que ahora están empezando a notar en las UCI, según Rodríguez, es más casos de pacientes crónicos que no han recibido la suficiente atención durante la pandemia. “Tenemos mucha gente ingresada de otras patologías, porque se ha descuidado durante estos dos años: respiratorias, cardíacas, más posoperatorios de intervenciones que antes no se estaban haciendo, más traumas de gente que ha empezado ahora a movilizarse”, explica.

La drástica bajada de ocupación de las UCI, sin embargo, no es proporcional a la mortalidad. Las estadísticas siguen registrando un alto número de fallecidos: 62 cada día, desde el 28 de marzo, cuando el Ministerio de Sanidad comenzó a cambiar la contabilidad en sus estadísticas para diagnosticar solo a los mayores de 60 años.

¿Cómo se explica? Hay varias razones que pueden contribuir. En primer lugar, la edad media de los fallecidos es cada vez mayor. Las muertes se están concentrando cada vez más en mayores de 90 años, personas tan frágiles que ni siquiera pasan por cuidados intensivos, donde practican terapias muy agresivas que muy probablemente no superarían. Se trata de evitar el ensañamiento terapéutico con ellos.

Por otro lado, como advierte, entre otros muchos, el epidemiólogo Salvador Peiró, seguimos sin saber cuántas de estas personas mueren por culpa de la covid o simplemente con un diagnóstico positivo, pero sin que el coronavirus fuera el causante real de la muerte. Alejandro H. Rodríguez asegura que muchos de los ingresos que se produjeron en la UCI en el pico de contagios de la séptima ola no llegaron a cuidados intensivos por el coronavirus: “Pero se les hace prueba y si dan positivos tenemos que aislarlos, aunque no tenga nada que ver con lo que les pasa”.

Exceso de mortalidad en verano

Esta zona gris en la estadística hace difícil saber realmente cuál es la magnitud del problema de la covid hoy por hoy. Mientras la mayoría de la ciudadanía hace vida normal, en lo que va de año alrededor de 23.000 personas han muerto con el virus (el retraso de los datos no permite conocer la cifra exacta). Son menos que las más de 30.000 que se sumaron por estas fechas tanto en 2020 como en 2021, pero si todas ellas tuvieran como causa principal la covid, estaríamos hablando de más muertes que las que causa el cáncer de pulmón, el más mortal en España, en todo un año.

Un indicador que podría dar pistas de cómo está afectando la covid a los decesos es el sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo), pero este verano está afectado por las insólitas olas de calor que se han registrado. Tanto junio, como julio y agosto, han producido excesos de mortalidad muy superiores a los esperados. Y, aunque solo se achaca a las temperaturas un pequeño porcentaje de las muertes, son muchos expertos los que creen que se trata de un error de estimación.

Si se atiende al mismo sistema, en el pasado invierno, cuando tanto los contagios (oficiales) como la ocupación hospitalaria relacionada con la covid fue mucho mayor, el exceso fue inferior a la media de esa misma época. Aunque es posible que las dos olas hayan impactado de forma distinta en la mortalidad, resulta complicado explicar por qué la afección podría ser mucho mayor ahora, cuando los casos graves registrados oficialmente en los hospitales son muy inferiores.

Hará falta tiempo para analizar las estadísticas y los certificados de defunción para saber realmente lo que está pasando. Y con cifras que el Instituto Nacional de Estadística no publica hasta pasados unos meses del final del año.


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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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