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El virus de la viruela del mono se hace fuerte en cinco grandes capitales europeas

Berlín y París se suman a Londres, Madrid y Lisboa como las ciudades más golpeadas por el brote. España suma casi 700 casos y es el país del mundo más afectado. Los contagios crecen en Barcelona y Málaga

Viruela del mono
Un hombre se vacuna frente a la viruela del mono en un centro de salud pública de Montreal (Canadá).CHRISTINNE MUSCHI (REUTERS)
Oriol Güell

La viruela del mono mantiene su tendencia al alza en casi toda Europa cuando se cumplen cinco semanas de la alerta internacional que destapó el mayor brote de esta enfermedad nunca registrado fuera de las zonas endémicas de África. Con más de 2.000 casos confirmados en 28 países del continente, las cadenas de contagio siguen sin ser controladas en las tres capitales que primero fueron golpeadas —Londres, Madrid y Lisboa— y la circulación del virus se acelera en otras dos grandes ciudades, Berlín y París, mientras también crece en países como Bélgica, Países Bajos e Italia.

España, con casi 700 casos detectados por las comunidades autónomas, ha adelantado en los últimos días al Reino Unido como país con más diagnósticos del mundo. La zona más afectada sigue siendo Madrid, con 510. “Diagnosticamos casos de manera sostenida, un número estable [26 diarios de media en la última semana], lo que indica que existen fuentes de exposición no detectadas, probablemente casos con pocos síntomas no diagnosticados”, explica un portavoz de la Comunidad de Madrid. En la última semana, las notificaciones han crecido con fuerza también en Cataluña, donde han saltado de 14 a 71 en siete días, y en la provincia de Málaga (de 9 a 24).

La viruela del mono es una enfermedad zoonótica cuyo reservorio está en pequeños roedores del centro y oeste de África. De ellos, a través de fluidos, salta esporádicamente al ser humano e inicia cadenas de transmisión que hasta ahora habían sido limitadas, ya que para que una persona contagie a otra se requiere un contacto estrecho como el que se produce durante las relaciones sexuales, aunque no solo en ellas. La principal novedad del actual brote es la transmisión sostenida del virus entre hombres que mantienen relaciones con otros hombres, vía de contagio que supone más del 98% de los casos confirmados.

La enfermedad no es considerada de transmisión sexual, aunque hay varias líneas de investigación que empiezan a apuntar a ello. Un estudio llevado a cabo en Italia encontró el virus en el semen de los cuatro primeros casos diagnosticados en el país. “Esto no es algo definitivo porque hay otros virus que están ahí sin capacidad de transmitirse. Pero nosotros lo hemos encontrado también en el exudado rectal de pacientes con proctitis [inflamación de la mucosa de la zona] que ni siquiera tenían lesiones en otras partes del cuerpo. Es algo que desconocíamos y que nos hace pensar que podemos estar ante una vía de transmisión no descrita en la literatura científica”, explica Santiago Moreno, jefe de servicio de enfermedades infecciosas del Hospital Ramón y Cajal (Madrid), que plantea esta hipótesis en un estudio todavía no publicado.

Carlos Maluquer de Motes, profesor de virología molecular de la Universidad de Surrey (Reino Unido) y experto en viruela, considera que “va a ser complejo erradicar este brote”. “El virus ha llegado a muchos países, la circulación sigue creciendo y los sistemas de detección y rastreo son limitados. Ahora mismo, los casos confirmados son personas que acuden a los centros sanitarios porque han detectado lesiones, pero no todas lo hacen por el estigma social que existe. Por la misma razón, el rastreo de contactos es muy complicado”, explica este investigador.

Estudios y comunicaciones recientes hechas en Reino Unido, Portugal y Francia han alertado de que buena parte de los casos confirmados no puede identificar a muchos de sus contactos de riesgo porque ha mantenido relaciones con personas desconocidas o ha declinado facilitar datos sobre ellos.

“Al menos hay algo positivo en lo que sabemos hasta ahora. Hay muy pocos contagios fuera de las prácticas de riesgo y esto significa que el virus no se ha adaptado a otras formas de transmisión. Esto explica que el incremento de casos sea sostenido, pero no exponencial. Pero hay que estar alerta, porque cuanto más tiempo esté circulando el virus, más tiempo tiene para adaptarse”, explica Carlos Maluquer de Motes.

Los virus de la viruela son ADN, mucho menos proclives a súbitas mutaciones que los puedan hacer más contagiosos que los ARN, como el coronavirus. “Los estudios genéticos que comparan el actual virus con el de 2018 [cuando fueron diagnosticados en Reino Unido tres casos con origen en Nigeria] muestran un número mayor de mutaciones de lo esperado. Son mutaciones pequeñas que, por sí solas, no parece que hagan al virus más peligroso, pero lo que no sabemos es si el efecto combinado de todas ellas le ofrece alguna ventaja a la hora de transmitirse”, detalla este investigador.

El actual brote fue detectado a principios de mayo en el Reino Unido, aunque las posteriores investigaciones revelaron que el virus llevaba algunas semanas circulando, al menos, en Londres, Madrid y Lisboa. La alerta lanzada por las autoridades británicas quedó confirmada el 17 del pasado mes, cuando Portugal confirmó los tres primeros casos y España detectó los primeros pacientes sospechosos.

Desde entonces, España y Reino Unido se han ido alternando en el primer lugar de los países con más diagnósticos. Este lunes, frente a los 688 notificados por las comunidades, las autoridades británicas han confirmado 574, más del 80% de los cuales residentes en la capital. En Portugal, el número de nuevos casos parece haberse frenado algo en los últimos días y en la actualidad son 276 (el 85% en Lisboa).

Alemania ha sido el país donde más han crecido los diagnósticos en los últimos días y ya superan los 400, más de 250 en Berlín. En Francia, los casos han pasado en una semana de 91 a 183 (129 de ellos en París). En Países Bajos de 60 a 95, en Bélgica de 24 a 62, en Italia de 31 a 71 y en Suiza de 14 a 40. Estos datos, sin embargo, no son totalmente comparables, ya que mientras algunos gobiernos informan diariamente de las nuevas detecciones, otros lo hacen dos o tres veces a la semana.

Fuera de Europa, Canadá es desde el principio del brote el país más afectado. Este viernes tiene 168 y las autoridades de Quebec, la provincia más afectada, han abierto la vacunación a aquellas personas que lo soliciten como vía de frenar el brote. En Estados Unidos, donde varios expertos han criticado que se están detectando muchos menos casos de los existentes, el número de diagnósticos ha superado el centenar.

En Latinoamérica se han notificado cerca de una veintena de casos: ocho en Brasil, cinco en México, tres en Argentina y uno en Venezuela y Chile. En México, las autoridades tratan de contener el brote surgido en un festival celebrado en Puerto Vallarta y en Argentina preocupa el primer detectado sin antecedentes de viaje, lo que supone que hay alguna cadena de transmisión no detectada en el país.

Una enfermera del Hospital Ramón y Cajal en Madrid preparaba el 30 de mayo una prueba PCR para la detección de la viruela del mono.
Una enfermera del Hospital Ramón y Cajal en Madrid preparaba el 30 de mayo una prueba PCR para la detección de la viruela del mono.Carlos Luján (Europa Press)

Coordinación internacional

La magnitud de estas cifras y la necesidad de una fuerte coordinación entre países para poner freno al virus —este podría erradicarse en la mayoría de países y volver a extenderse un y otra vez a través de los viajes si no se adaptan medidas que frenen su circulación— serán debatidas en el seno de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para decidir si la viruela del mono constituye una “emergencia de salud pública de importancia internacional”, algo que cada vez más analistas ven como probable y que supone dar a esta enfermedad la misma consideración que tienen el coronavirus y la polio.

“El virus no debería hacerse endémico en Europa si no salta a un reservorio animal, pero lo cierto es que este brote será más largo de lo que esperábamos con los primeros casos. Hasta hora no parece que los datos conocidos hayan provocado un cambio en el patrón de relaciones que facilitan los contagios, aunque si no ocurre nada en un plazo de tiempo más o menos largo debería extinguirse”, afirma Santiago Moreno.

Carlos Maluquer de Motes considera que ante las dificultades en el rastreo de contactos y la falta de disponibilidad de vacunas —España solo ha conseguido hasta ahora 200 y no recibirá las primeras 5.000 dosis de la compra conjunta de la UE hasta finales de mes— “debería ponerse el foco en el diagnóstico rápido, mediante un sistema que permitiera a los pacientes saber si son portadores del virus en atención primaria”.

Expertos y autoridades temen que la llegada del verano y la proliferación de festivales y eventos propicie un incremento aún mayor de la circulación del virus. Pero, como ha ocurrido desde el principio del brote, surge la complejidad de informar y prevenir a los grupos con prácticas de riesgo sin que esto suponga “una estigmatización por orientación y prácticas sexuales”, como recoge el último informe de evaluación de riesgo publicado por el Ministerio de Sanidad.

Por este motivo, “se han mantenido reuniones con los representantes del Consejo Asesor y Consultivo de ONG, organizaciones LGTBIQ+ y diversas sociedades científicas” con el objetivo de recabar su posición e implicarlas para “trasladar los mensajes preventivos a la comunidad LGTBIQ+ y a la sociedad en general”.

La OMS y el Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) también han publicado un documento conjunto para lanzar estrategias de prevención e información durante este tipo de festivales. En último balance sobre el actual brote, el primer organismo ha anunciado que dejará de diferenciar entre países endémicos y no endémicos a la hora de informar del brote con el objetivo de “ofrecer una mejor respuesta conjunta al virus”.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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