_
_
_
_
_

Rafael Jordá, CEO de Open Cosmos: “Antes tenías que irte fuera para cumplir tus sueños. Ahora puedes hacerlo en España”

La empresa del mallorquín de 35 años ha introducido innovaciones importantes en el sector de los satélites pequeños y ofrece servicios a precios asequibles a empresas y administraciones

Rafael Jordá, CEO de Open Cosmos
Rafael Jordá, CEO de Open Cosmos, en una imagen cedida por la empresa.Jon Bradley
Daniel Alonso Viña

Hace 10 años, los costes de lanzar un satélite al espacio eran una barrera tan grande que solo unos pocos gobiernos y multinacionales tenían el capital necesario para entrar en el sector. Eso empezó cambiar en 2015, cuando SpaceX aterrizó con éxito el Falcon 9, un cohete reutilizable capaz de enviar satélites al espacio y volver a la base por un gasto mucho menor. Ese mismo año, Rafael Jordá Siquier decidió dejar su trabajo en el gigante Airbus para aprovecharse de esa pequeña revolución y crear Open Cosmos, una empresa española capaz de ofrecer el servicio espacial completo: construyen el satélite a gusto del cliente, lo ponen en órbita y procesan los datos que reciben.

Diez años después de aquel momento, Jordá y su equipo de casi 70 personas han lanzado al espacio ocho satélites, están fabricando otros 18 y han recaudado 46 millones de euros en la última ronda de financiación. La compañía ha colaborado con la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) y tiene planes de expansión en América Latina, Oriente Medio y Asia.

Unos de los ingenieros de Open Cosmos revisa uno de sus artefactos en una imagen cedida por la empresa.
Unos de los ingenieros de Open Cosmos revisa uno de sus artefactos en una imagen cedida por la empresa. Open Cosmos

Jordá, de 35 años, tenía 26 cuando creó la empresa. Siempre fue un joven brillante. Nació en Barcelona y creció en Mallorca, donde se graduó del bachillerato en la escuela pública con una nota media 9,9, un premio de excelencia académica y la nota más alta de selectividad de las Islas Baleares. Estudió ingeniería aeroespacial en la Universidad Politécnica de Cataluña y con 22 años empezó a trabajar.

Primero en Zero 2 Infinity, una empresa española que lanza globos al espacio para recabar datos. Allí estuvo dos años. A los 24 lo contrataron en Airbus, donde trabajó hasta que decidió apostarlo todo por una nueva idea: Open Cosmos. Lo primero que tenía que decidir era el lugar en el que iba a montar la empresa. Las opciones eran España, Estados Unidos (donde tenía acceso a mayor financiación) o Reino Unido. “Pero era un chaval de 26 años, y a esa edad es muy difícil que confíen en ti para invertir. Así que decidí montar dos empresas, una aquí y otra en Reino Unido”, cuenta Jordá por videollamada desde Barcelona, donde asistió al Mobile World Congress.

Tres productos clave

Open Cosmos se vertebra sobre tres patas. Open Orbit es el área destinada a diseñar los satélites con el cliente, ponerlos en órbita y operarlos. Platero, por ejemplo, es un satélite que lanzaron para la Junta de Andalucía con el objetivo de cuantificar el impacto del cambio climático en el sector agrario y pesquero y mejorar la gestión de la biodiversidad. Llegó hasta el espacio en un cohete de SpaceX, pesa 9 kilos y está a más de 550 kilómetros de altitud. Tiene una cámara que puede comunicarse con sensores en el suelo para monitorear la humedad, la vida silvestre o la calidad del agua. Otro de los satélites que ya tienen en órbita se llama Menut y fue lanzado con la colaboración de la Generalitat de Cataluña para ayudarles a combatir el cambio climático y atender las necesidades del territorio.

El satélite Menut forma parte de Open Constellation, la segunda área clave en la empresa. “Una constelación no es más que una serie de satélites que van dando vuelas a la Tierra de forma coordinada”, explica Jordá. Normalmente, estas constelaciones de satélites son propiedad de una sola compañía o gobierno, que pone en órbita decenas de ellos, todos iguales, para recibir o suministrar una información concreta. Starlink, la empresa de Elon Musk que proporciona internet de alta velocidad, es una constelación de ese tipo. La de Jordá está formada por satélites personalizados con diferentes funcionalidades y pertenecen a distintas empresas que colaboran bajo el paraguas de Open Cosmos.

Uno de los trabajadores de Open Cosmos observa a través de una lupa en las instalaciones de la empresa. Imagen cedida por la compañía.
Uno de los trabajadores de Open Cosmos observa a través de una lupa en las instalaciones de la empresa. Imagen cedida por la compañía. Gwyn Cole (Open Cosmos)

“Nos dimos cuenta de que muchos clientes solo quieren datos sobre su región de interés, ya sea España, Portugal o Perú. Y a esos clientes les ofrecemos colaborar con cinco o diez satélites a esta constelación compartida, y nosotros les damos datos de sus satélites y del resto de la constelación”, explica Jordá. Es uno de sus productos estrella. “En vez de pagar 200 millones de euros, aportas 20 o 30 millones y tienes acceso a la misma cantidad de datos”.

Al tercer servicio lo han bautizado como Data Cosmos, una plataforma de datos que reúne imágenes de sus propios satélites y otros con los que colaboran para ofrecer al cliente, a través de un modelo de suscripción, imágenes y datos sobre su zona de interés.

Gracias a estas y otras innovaciones, la industria está en pleno crecimiento. En 2019, el valor de la economía del espacio se estimaba en unos 423.000 millones de dólares, según la Federación Internacional de Astronáutica (IAF). Para 2030, según los datos de esta federación, que coinciden con las previsiones de Bank of America, alcanzará los 1,4 billones. Si se cumplen los pronósticos, el número de satélites en órbita podría triplicarse en la próxima década.

En España, la industria también crece a pasos agigantados. El ecosistema está compuesto de empresas medianas que generan tecnología puntera muy específica. Como Ineai Space, liderada por Daniel Pérez, una startup madrileña que diseña motores eléctricos para que los satélites corrijan sus órbitas. O DHV Technology, también española, que fabrica paneles solares para generar energía en el espacio.

Traer talento de vuelta a España

Desde el otro lado de la pantalla, Jordá cuenta que la apuesta que hizo por España fue firme. Tenía que serlo, porque no le pusieron las cosas fáciles. “Fue muy difícil montar la empresa en España. En Inglaterra pude arrancar en 24 horas y con un capital de 40 libras (46,8 euros al cambio actual), mientras que aquí me llevó seis meses y tuve que gastar como 4.000 o 5.000 euros en abogados para poder montarlo todo”, se lamenta. Además, dos meses después de montar la empresa en Inglaterra, le llegó el primer encargo. “Para hacer un satélite y la empresa empezó a crecer y a facturar, pude contratar gente”, cuenta.

Los trabajadores de la empresa Open Cosmos en una imagen cedida por la compañia.
Los trabajadores de la empresa Open Cosmos en una imagen cedida por la compañia.Open Cosmos

Pero, al mismo tiempo, la empresa en España no avanzaba. Aun así, peleó hasta que consiguió arrancar y empezó a conseguir clientes. “Pese a todos los problemas, seguí apostando por ella porque yo quería hacer crecer el sector en nuestro país. Ahora ya tiene volúmenes de producción elevados”, asegura Jordá. Ese ha sido uno de los resultados más satisfactorios de su emprendimiento. “Nunca abandonamos España porque el sector aquí tiene muchos ingredientes para ser punteros: hay ingenieros extremadamente capacitados, un sector productivo de pequeñas empresas muy especializadas de primer nivel, y cada vez hay más financiación. Ya hay un ecosistema”, cuenta el CEO de Open Cosmos.

Además, han conseguido crear un espacio de innovación y desarrollo profesional al que pueden volver los españoles que algún día tuvieron que salir de España en busca de oportunidades. “Una de las cosas más bonitas que estamos consiguiendo es repatriar talento a España, gente que deja sus trabajos en empresas punteras en Europa o Estados Unidos para trabajar en Open Cosmos, porque sienten que aquí también pueden desarrollar su carrera sin limitaciones. Antes, para cumplir sus sueños, los ingenieros tenían que irse a la NASA y a otros lugares, pero ahora ya no hace falta”.

Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_