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No tener acceso a agua potable supone la muerte en más de 29 países

Haití cuenta ya con 123 casos confirmados de cólera, otros 996 sospechosos y 37 muertes. Siria ha registrado más de 24.000 casos sospechosos y 80 fallecidos desde el 10 de septiembre

Colera Haiti
Una mujer y un niño permanecen ingresados en el Centro de Tratamiento del Cólera (CTC) de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el barrio de Cité-Soleil en Puerto Príncipe (Haití) en octubre 2022.Johnson Sabin (EFE)
Irene Vega Medina

Desde enero de este año, unos 29 países han notificado preocupantes brotes de cólera. Entre ellos se encuentran Haití, Siria, Malaui y, en las últimas semanas, el Líbano. Debido a este aumento inesperado de episodios de la enfermedad, el organismo que gestiona el suministro de vacunas cuando hay una emergencia, el Grupo Internacional de Coordinación (GIC), se ha visto obligado a sustituir las dos dosis por una sola, informó Médicos Sin Fronteras (MSF) el pasado viernes. El grupo está compuesto por miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS), MSF, Unicef y la Federación Internacional de la Cruz Roja (FICR).

El cólera es una gastroenteritis aguda provocada al ingerir agua o alimentos contaminados por la bacteria vibrio cholerae, que, a su vez, provoca diarrea grave, vómitos y deshidratación. El problema de contraer esta afección es que es “muy fácil morirse de ella si no se tiene acceso al tratamiento”, explica Alexandre Marcou, responsable de comunicación de MSF en Haití. La mayoría de pacientes que la contrae no desarrollan cólera, aclara uno de los doctores de la organización, pero son altamente contagiosos. Hay que estar atentos a diarreas muy fuertes, llamadas “agua de arroz” por el color y la composición; a las náuseas y vómitos, sobre todo al inicio de los síntomas, y a la deshidratación severa, que puede suponer la perdida del 10% de fluidos corporales.

La estrategia de vacunar con una sola dosis es eficaz para responder a los brotes, aunque las pruebas sobre la duración exacta de la protección son limitadas
FICR

Vacunar con una sola dosis, explica FIRC, es eficaz para responder a los brotes, aunque las pruebas sobre la duración exacta de la protección son limitadas, y la protección es menor en los niños. Con un régimen de dos dosis, cuando la segunda se administra durante los seis meses siguientes a la primera, la inmunidad contra la infección dura tres años.

La situación de escasez mundial de vacunas se debe a varios factores, explica la OMS. Por un lado, este año se han registrado episodios en nueve países más que la media anual. Además, están siendo más fuertes por la debilidad de los sistemas de agua y saneamiento, la mala gestión, el aumento de la pobreza, el cambio climático y los conflictos. Todo ello provoca que el agua potable sea cada vez más escasa, y la dependencia de un recurso insalubre expone a la población a contraer afecciones transmitidas por este medio. Finalmente, hay empresas que están trabajando al máximo de sus capacidades y carecen de los medios para abarcar a toda la población.

Julien Potet, experto en enfermedades tropicales, explica en un hilo de Twitter cuales son los motivos por los que no hay vacunas contra el cólera:


El GIC cree aun así que el beneficio de tener al menos una de las pautas es mayor que el de no implementar ninguna y una forma de “inmunizar a más personas y proporcionarles protección a corto plazo”.

En los países del Sur Global, o en vías de desarrollo, la pirámide poblacional tiende a ser joven, por lo que los más afectados suelen ser los menores de edad, explica el doctor Lachlan McIver, médico especialista de MSF. Este es el caso de Siria, que, azotada por la guerra civil desde 2011, cuenta con más niños de cero a cuatro años que mayores de 60. Haití presenta una estampa similar.

Haití

El reciente brote de cólera en Haití se produce después de más de tres años sin que se registraran casos, pero desde que se informó del primero el 2 de octubre de 2022, ha habido 123 confirmados, 996 sospechosos y 37 muertes en total. El último episodio dejó 820.000 afectados y 9.792 muertes.

Los haitianos sufren abusos de derechos humanos, inseguridad alimentaria, escasez de combustible e interrupción del acceso a la salud

La crisis sanitaria se ha visto agravada por el deterioro del contexto socioeconómico, político y de seguridad, que incluye el bloqueo de los suministros humanitarios y civiles esenciales en la capital, Puerto Príncipe, informó el pasado viernes el Project HOPE, una organización no gubernamental internacional de ayuda humanitaria y de salud global fundada en Estados Unidos. Adib Fletcher, director para América Latina y el Caribe de respuesta humanitaria de la ONG en Haití, se muestra preocupado por el futuro. “Aunque aún es pronto para decirlo, sí tememos que esto sea como la crisis de 2010. Los factores sociopolíticos están ahí”, se lamenta en una videollamada.

Las vacunas aún no están disponibles en el país porque se está afinando la estrategia e intentando localizar a las poblaciones afectadas. Es un proceso que todavía está en curso, explica Bruno Maes, representante de Unicef en Haití. Fletcher, de Project Hope, opina que aunque las dosis lleguen a puerto, lo difícil va a ser hacerlas llegar a las zonas concretas, ya que Haití cuenta con un problema de acceso a combustible, además de la violencia de las pandillas y el descontento social.

Maes explicó, en una entrevista con EL PAÍS, que el mayor problema que enfrentan es la “poca y mala accesibilidad” de los ciudadanos a diferentes servicios. Alexandre Marcou, responsable de comunicación de MSF, está de acuerdo con Maes y añade que la escasez de combustible es lo que está causando los mayores impedimentos. “El principal terminal petrolero, Varreux, lleva bloqueado desde mediados de septiembre. No hay combustible ni para las infraestructuras sanitarias. Muchos hospitales han tenido que cerrar”, se lamenta Marcou.

A pesar de que “hay menos bloqueos de las carreteras y menos manifestaciones”, según Maes, los haitianos sufren abusos de derechos humanos, inseguridad alimentaria, escasez de combustible e interrupción del acceso a la salud, con el añadido del deterioro de los efectos del cambio climático y la amenaza de desastres naturales.

El barrio de Brooklyn, en la comuna de Cité Soleil (Puerto Príncipe) lleva tres meses sin agua potable, declaró a la agencia France-Presse el doctor Jean William Pape, cuya ONG local, Gheskio, dirige dos de los 15 centros de tratamiento del cólera. Esta situación ha provocado que la población se vea abocada a sobrevivir a base de agua contaminada, lo que aumenta las posibilidades de contraer la enfermedad.

Marcou aclara: “Hay un canal en Cité Solei, al lado de Brooklyn, que cuenta con la mayor concentración de casos de cólera, que tiene una muy mala gestión de desechos. Hay tanta basura que el canal está bloqueado y la corriente no puede pasar. Los niveles han aumentado debido a las lluvias, por lo que hay kilómetros inundados y los barrios están llenos de desechos. Además, los camiones cisterna no pueden pasar.”

Siria

El 10 de septiembre se registró el primer brote en Siria y ya hay registrados cientos de casos cerca de la frontera libanesa. Se sospecha que su origen está en el río Éufrates, ya que no hay instalaciones de tratamiento de agua en las zonas rurales a lo largo de su cauce, aclara A. B., de Acción contra el Hambre en el país, en una entrevista con este periódico.

La epidemia aguda en Siria ha dejado más de 24.000 casos sospechosos y 80 muertes

“Este es el primer brote desde 2009, pero también es el más amplio. El de hace 13 años solo tuvo 350 casos confirmados. Ahora mismo hay más de 24.000 sospechosos, y estos se han extendido a 14 provincias. Al menos 80 personas han muerto hasta ahora”, dice A. B, de la ONG Acción contra el Hambre. En el Líbano, las confirmaciones llegaron a 448 en solo dos semanas, con 10 muertes asociadas, explicó el Fondo de la ONU para la infancia, Unicef, el martes, en un comunicado de prensa. También estimaron que dos tercios de las instalaciones de tratamiento de agua del país, la mitad de las estaciones de bombeo y un tercio de las torres de agua han sido dañadas por la guerra.

La asesora de Cáritas en Siria, Angela Gärtner, afirma que se podría haber previsto el brote. Sin ningún tipo de saneamiento, lo más lógico es que la gente contraiga enfermedades relacionadas. Sin embargo, es positiva, porque, según explica, “el coronavirus ha hecho que la población sea muy sensible y se preocupe por su protección”. Aun así, la situación en Siria es sensible, ya que no hay “prácticamente ningún sistema sanitario, especialmente en las zonas más afectadas. Eso significa que cuando surgen casos, la gente tiene pocas posibilidades de recibir asistencia médica rápida”.

La actuación de las diferentes organizaciones en Siria es algo diferente a la que hay en Haití. A. B., de Acción contra el Hambre, explica que sí tienen un buen acceso a la gente y no hay bloqueos de carreteras. Al igual que en el país caribeño, el Gobierno actuó y avisó con rapidez. Sin embargo, aclara, “el problema es que no hay suficientes recursos para cubrir las necesidades. Hay que aumentar el ya limitado suministro, pero también hay que asegurar la salud general de la población, empezando por la calidad de los alimentos”. El nivel de conflicto ha bajado, pero muchos no pueden permitirse las comidas, ya que hay una inflación galopante. “Están eligiendo qué comida saltarse porque no pueden hacer tres al día. El precio del combustible se multiplicó casi por cuatro durante los seis primeros meses de 2022″ se lamenta.

Otro de los retos que enfrenta el país es la ocupación turca de la franja cercana del noreste de Siria. El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, consideró en 2019 que los kurdos autogobernados de la región eran terroristas que debían ser combatidos. En esa zona, su Gobierno controla las obras hidráulicas regionales. Del 11 de agosto al 20 de octubre, la estación de Alouk no pudo abastecer de agua a cerca de un millón de personas en Hasaka y los campamentos circundantes. El suministro llegó el 22 de octubre, informó la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios.

Alouk es una estación dentro de Siria, en Hassakeh, pero la fuente está dentro de Turquía y se producen frecuentes interrupciones. “Erdogan controla una estación que es responsable del abastecimiento en la ciudad. Ya han parado el funcionamiento varias veces, lo que implica un corte total”, relata Gärtner.

La situación es terrible para todos, se lamenta A. B, trabajadora de Acción contra el Hambre, quien explica que, con las diversas crisis que convergen en el país, el día a día es “imposible para el sirio medio”. Aclara que la ayuda humanitaria tiene que ser capaz de hacer más y mejor porque es imprescindible que todo el mundo tenga acceso a agua y saneamiento. “Es necesario que haya tratamiento para las aguas residuales, apoyo para los medios de subsistencia y para los programas de salud”, sentencia.

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Sobre la firma

Irene Vega Medina
Redactora en prácticas en la sección de Local desde febrero 2023, anteriormente en Planeta Futuro. Graduada en Lenguas Modernas Cultura y Comunicación, con un máster en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos, ambos en la Universidad Autónoma de Madrid. Cursó el máster de periodismo UAM-EL PAÍS con la promoción 2021-2023.

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