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Haití, un país en llamas, y ahora con un brote de cólera

La enfermedad, que ha dejado al menos 19 muertos, se propaga rápidamente mientras crece la tensión política avivada por la inseguridad y la escasez de carburante que ha dejado al país sin apenas hospitales ni servicios básicos

mujer carga a su hijo con síntomas de cólera en una clínica administrada por Médicos Sin Fronteras, en la comuna de Cité Soleil (Haití)
Una mujer carga a su hijo con síntomas de cólera en una clínica administrada por Médicos Sin Fronteras, en la comuna de Cité Soleil (Haití), el 7 de octubre de 2022.RICHARD PIERRIN (AFP)
Noor Mahtani

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El 3 de octubre era un día muy esperado por los estudiantes haitianos. Llevaban más de dos años y medio sin pisar sus escuelas a raíz de la pandemia y esa era la fecha estipulada para volver a las clases. Sin embargo, lo que volvió fue el cólera, después de tres años sin un solo caso diagnosticado. Y lo hizo en un país que está sumido en una de las peores crisis sociopolíticas de su historia, en medio de una ola de violencia, un fuerte estallido social y la escasez de carburante que desde hace cinco semanas detuvo a este país caribeño de 11,5 millones de habitantes. El brote de cólera ha provocado al menos 19 muertes, 422 casos sospechosos y 268 hospitalizaciones —conforme a las últimas cifras, del martes— y se expande rápidamente en una nación con un 70% de los centros sanitarios cerrados o inoperativos.

El cólera es una enfermedad bacteriana causada por alimentos o agua contaminados que provoca diarrea acuosa aguda y vómitos que pueden derivar en deshidratación. Los casos más leves se tratan con sales de rehidratación oral. Pero los graves requieren de líquidos intravenosos y antibióticos y pueden ser mortales. Desde hace meses, acceder a agua potable es toda una odisea. Y estos días, más. El domingo, la Caribbean Botting Company (CBC) —embotelladora del agua Culligan, muy consumida en Puerto Príncipe y las principales ciudades de provincias— anunció que no podía fabricar ni distribuir su producto como consecuencia de la falta de combustible.

La doctora Pascale Yola Gassant, pediatra, oncóloga y directora del Hospital Saint-Damien, explica que está siendo todo un desafío ejercer la labor sanitaria. “Realizar cualquier prueba fuera del centro es peligroso para nuestros empleados. Hemos asumido muchos costos extra para proporcionar alojamiento seguro para el personal. Y es un costo muy difícil de asumir”, narra. En el hospital han atendido tres casos de deshidratación severa; dos están estables y a uno se le dio el alta el miércoles. “Nos preocupan mucho los más pequeños”.

Los niños suelen ser los más afectados por esta dolencia. De los 422 casos sospechosos que reportó el Ministerio de Salud de Haití el martes, casi la mitad corresponden a menores de nueve años. Unicef estima que cerca de 1,2 millones de pequeños están en riesgo en Puerto Príncipe, la capital, donde se concentran la mayoría de infecciones.

Además, según los últimos datos disponibles sobre desnutrición en Cité Soleil, una barriada densamente poblada de Puerto Príncipe donde se registró el primer contagio en el país, uno de cada cinco niños y niñas menores de cinco años sufre desnutrición grave o aguda moderada, un factor que facilita la infección.

“Las familias no pueden comprar jabón para lavarse las manos, la basura no se recoge en las calles, los centros de salud están cerrados o no pueden funcionar. Todos estos ingredientes han convertido a Haití en una bomba de tiempo para el cólera. Ahora ha explotado”, advirtió Bruno Maes, representante de Unicef en Haití, en un comunicado. Este es el único brote de cólera en la región latinoamericana. Sin embargo, la patología es un fuerte indicador de inequidad que afecta a entre 1,3 y 4 millones de personas al año, y provoca la muerte de entre 21.000 y 143.000, según la OMS.

El equipo de Médicos sin Fronteras (MSF) en terreno reportó a finales de septiembre sus dudas sobre un posible rebrote de cólera en el país caribeño a raíz de varios pacientes con fuertes diarreas (una sintomatología similar a la de otras enfermedades endémicas). Desde que confirmaron las sospechas, pusieron en marcha tres centros de tratamiento de emergencia, con cerca de 175 camas y aumentaron su plantilla con 150 personas más locales como respuesta a lo que preveían que iba a ser una “propagación rápida”. En los últimos diez días, han identificado cerca de 200 personas con un cuadro “altamente sospechoso” y estiman un fuerte subregistro dado el contexto.

“Desconocemos aún las causas de este rebrote”, cuenta Alexandre Marcou, responsable de comunicación de la entidad en terreno. “Lo que es muy probable es que haya muchos más pacientes que no pueden acercarse a los centros sanitarios su propia seguridad”.

La Organización Panamericana de la Salud ha solicitado al Gobierno haitiano que preste atención al suministro de agua potable y sistemas de saneamiento como medida preventiva, aunque ha descartado que se ponga al país en cuarentena. El ministro de Salud, Alex Larsen, solicitó el día en que se anunció el brote que las bandas responsables de los bloqueos permitieran el suministro al menos en los barrios que quedaron aislados. “El agua no ha estado en estas áreas durante mucho tiempo y la gente no bebe agua tratada”, lamentó. “Pedimos a las personas que pueden permitírselo que agreguen un poco de cloro al agua”.

Por su parte, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, pidió el domingo el despliegue inmediato de una fuerza armada internacional para frenar la creciente espiral de violencia. Guterres incidió en que el bloqueo del principal depósito de combustible, en manos de grupos armados, dificulta la prestación de “servicios críticos necesarios para evitar la rápida propagación de la enfermedad, incluyendo la distribución de agua potable”.

Por ahora, hay muchas organizaciones de ayuda humanitaria con los brazos cruzados, tras el bloqueo en los puertos y la falta de combustible. Desde Puerto Príncipe, Mercedes López Merino, coordinadora en Haití de Médicos Del Mundo España, lamenta la situación. “Tenemos nuestras oficinas y vehículos prácticamente parados. Nosotros pedimos que se busque una salida pacífica y eficaz a lo que lleva pasando años aquí, para poder seguir atendiendo a los que lo necesitan”, dice, “Ante esta situación sanitaria, también están en alto riesgo las mujeres embarazadas y lactantes. Estamos ante una situación muy crítica”.

En un escenario similar están los españoles de la ONG Alianza por la Solidaridad quien, como Florentine David, coordinadora de proyectos, tuvo que dejar el país como sugerencia de la embajada. “Estamos muy expectantes a lo que vaya a hacer la comunidad internacional, porque nosotros no podemos hacer nuestro trabajo y es muy frustrante”.

Entre 2010 y 2019, Haití registró más de 820.000 casos y 10.000 defunciones por cólera, de acuerdo con la OPS. Elizabeth M Campa, consejera en Partners in Health, llegó en 2012, en uno de los picos de la epidemia. “Había docenas de organizaciones activas y todos los actores de la sociedad se estaban coordinando para afrontarlo todo de manera articulada. Recuerdo el alivio de la primavera de 2019″, explica por teléfono. “Había esperanza en el horizonte, aunque se estuviera gestando la crisis que estamos sufriendo ahora”. “Lo único positivo de que no sea la primera vez”, dicen desde MSF, “es que los haitianos ya están muy sensibilizados. Ya saben de qué se trata el cólera, tienen nueve años de experiencia”.

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