_
_
_
_
_
COLUMNA
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Madame Bovary en Morata de Tajuña

Las dos mujeres asesinadas en Madrid representan un mundo en el que los amores pueden habitar en Facebook, en la imaginación… y en Bizum

Las tres víctimas de Morata de Tajuña.
Las tres víctimas de Morata de Tajuña.
Berna González Harbour

Madame Bovary y Ana Karenina estaban seguras de que iban a emprender una nueva vida gracias a sus amantes salvadores, románticos y perfectos, que las habían convencido de que el mundo, su mundo, no tenía sentido sin ellas. El porte distinguido, la elegancia innata y la sensualidad dotaban a esos hombres de todo lo que les faltaba a sus maridos. Lo dieron todo por ellos y perdieron hasta la vida. En escenarios muy lejanos a esa Francia rural y anodina que retrató Flaubert y al San Petersburgo de Tolstói, dos hermanas de Morata de Tajuña, en Madrid, creyeron en el poder de sendos amores únicos, singulares, cuyo ardor debían avivar con todo el dinero que pudieran conseguirles y aunque el nido de ese amor solo estuviera en Facebook. Su delito fue la fe, confiar en esos amantes destinados en Afganistán, y así parecieron hacerlo hasta que una larga mano de esa fantasía las asesinó. Sus cuerpos y el de su hermano fueron hallados antes de ayer.

Nuestras enamoradas se llamaban Ángeles y Amelia, frisaban los 70 y se entregaron a una convicción absurda, simple y parecida a la que llevó a una mujer granadina a pagar 170.000 euros a un falso Brad Pitt. Este la hizo creer que el actor se había ennoviado y esa estafa está en los tribunales. Los casos se amontonan a nuestro alrededor, más allá de los que se hacen mediáticos. Quién no conoce alguno.

Qué tecla tendremos rota para creernos, en ocasiones, lo que la razón niega. Qué puede ocurrir en el interior de nuestro ser para que seamos capaces de arriesgarlo todo y seguir a un absurdo flautista de Hamelín hasta la perdición. Es un misterio. Y es que uno no elige qué siente, qué cree, qué piensa, ni de qué se ríe, como nos recuerda el irreverente humorista Ricky Gervais.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

La debilidad, la idiotez, la ingenuidad y la confianza son consustanciales al ser humano. Los vecinos de Ángeles y Amelia habían detectado el problema y las habían avisado. La víctima del falso Brad Pitt podía haber encontrado en cualquier búsqueda de Google que el actor gana más de 30 millones por película. Pero la culpa no es de ellas ni de esa tecla aciaga que combina enamoramiento e ingenuidad, sino de los desalmados.

Las dos muertas de Morata de Tajuña son las verdaderas Madame Bovary de hoy, de un mundo en el que los amores pueden habitar en Facebook, en la imaginación… y en Bizum. Pero, en pleno siglo XXI, las sofisticadas Emma y Ana Karenina lo habrían hecho igual.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_