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Columna
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Todo lo que Junts se parece a Vox

La música xenófoba ya se había colado en España gracias a la ultraderecha; ahora lo hace con el partido de Puigdemont

Carles Puigdemont pasa el 13 de diciembre por delante del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, y del presidente Pedro Sánchez en el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo.
Carles Puigdemont pasa el 13 de diciembre por delante del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, y del presidente Pedro Sánchez en el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo.RONALD WITTEK (EFE)
Berna González Harbour

Estábamos concentrados en las sanciones que Junts quiere imponer a las empresas que no regresen a Cataluña cuando, ¡sorpresa!, la liebre saltó por otro lado: Puigdemont ahora quiere las competencias de inmigración. Su partido no gobierna, sino que gobierna ERC, que ni las ha pedido ni ha reaccionado especialmente bien, pero lo que importa no es eso, sino apuntarse a la batalla cultural. Levantar nuevas banderas.

Mientras crece en Cataluña una ultraderecha que llama a expulsar a inmigrantes que reincidan en la delincuencia, Junts agarra la pancarta y la agita más fuerte. Está en su derecho, faltaría más, la boina nunca pasa de moda. El problema es que el Gobierno acceda a darle esas competencias y no precisamente para organizar mejor la acogida de los extranjeros, para contribuir a los salvamentos, gestionar la integración o todas esas cosas que hacen las mayorías progresistas, sino para todo lo contrario. Para hablar de expulsiones mientras resuena la música xenófoba que se extiende por Europa. Vox ya nos la había colado hasta nuestros oídos. Y ahora lo está haciendo Junts.

Durante muchos años, la independencia parecía el único programa de un partido al que muchas voces demandaban que se ocupara de problemas tangibles y de gestión. Ahora que el procés es cosa del pasado y que su siguiente y egoísta aspiración, la amnistía, está encauzada, tiene una gran oportunidad. Es hora de conocer su plan. Y lo que encontramos es algo tan medieval como sancionar a las empresas que no quieran volver, tan ultraderechista como el poder de expulsión de inmigrantes y tan antieuropeo como la ambición de controlar fronteras.

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Milan Kundera rabiaba ante aquellos que seguían viendo en la defensa de las fronteras mayor virtud que en su superación. En su ensayo Un Occidente secuestrado, recuperado por Tusquets, el intelectual checo denunciaba a quienes anteponían “sus intereses inmediatos a los intereses sustanciales”. Lo escribió en los ochenta y se refería a Europa Central, pero sus palabras mantienen la vigencia de la verdad que hoy debe tomar cuerpo frente a la ultraderecha dañina.

Junts no engaña a nadie, salvo a quien se deje engañar, en este caso el Gobierno. La opacidad de este acuerdo sobre inmigración, conocido solamente por un comunicado del partido de Puigdemont, es indigna. Y su motivación, también.

La otra novedad ideológica que hemos sabido de Puigdemont es que, en una reciente fiesta en Bruselas, fue corriendo a sugerir a Manfred Weber su disposición a una moción de censura contra Sánchez de la mano del PP. De momento, ya comparte alguna bandera con Vox. Veremos.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.
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