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Columna
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El hospital de la economía

Los sindicatos tienen razón cuando piden medidas de emergencia para las familias y sectores sociales que se están desangrando económicamente

Supermercado en Madrid
Un supermercado en Madrid.Reuters
Víctor Lapuente

Si la economía es un hospital, los sindicatos son los médicos de urgencias y la patronal, los especialistas en dolencias crónicas. Los sindicatos tienen razón cuando piden medidas de emergencia para las familias y sectores sociales que se están desangrando económicamente. Subir el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) a 1.100 euros no es un dislate, sino una necesidad apremiante para millones de españoles.

Si no lo crees, ve a un supermercado, llena el carro para una familia de cuatro personas durante cuatro semanas, súmale un gasto mínimo en ropa y material escolar, añádele el alquiler más humilde que te puedas imaginar, y compleméntalo con la factura de la luz y el gas. Ya no hablo de coche, internet o reparar un electrodoméstico. Es un sudoku financiero vivir con el actual SMI. Y, a menudo, criticamos a los sindicatos por defender solo los intereses de sus afiliados, pero tanto en su presión para subir el SMI como para acordar con la patronal una subida global de salarios, más allá de los convenios sectoriales, demuestran su compromiso social.

Al tiempo, debemos escuchar más a la patronal para abordar las enfermedades endémicas de la nuestra economía: el envejecimiento y la obesidad. Con una población más vieja, la revalorización automática de las pensiones conduce las cuentas públicas a niveles insostenibles. Y en el sector público hay mucho músculo (en hospitales, escuelas, policía, o la agencia tributaria), pero también grasa. ¿Cuánta? El Instituto de Estudios Económicos estima que nos podríamos ahorrar hasta 60.000 millones, o un 14% del gasto público, manteniendo la misma calidad de los servicios públicos si se acometen reformas en las administraciones, como aumentar las colaboraciones público-privadas, trabajar por objetivos y resultados, o flexibilizar el empleo público.

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Quizás es un cálculo exagerado, pero más desmedido es no intentar, como mínimo, evaluar la eficiencia de las políticas, y calcular nuestro “índice de masa institucional”. A primera vista, el espejo no nos devuelve una imagen muy favorecedora. En el índice de eficiencia del gasto público ocupamos la posición 29 de 37 países de la OCDE, justo por encima de Hungría y muy por debajo de Chile o Portugal.

No hay medicamento milagroso para todos estos males, pero atender a estas peticiones de los sindicatos y la patronal sería un buen paso para tener un país más sano. @VictorLapuente

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