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ANATOMÍA DE TWITTER
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Nadie se quiere mudar a Rusia?

Dos vídeos quieren convencernos de que no hay mejor sitio para vivir que Moscú

Rusia
Finlandia cerró sus fronteras a los turistas rusos el 30 de septiembre.JUHA METSO (EFE)
Jaime Rubio Hancock

En el vídeo se ve a un matrimonio ruso y a su hijo, que viajan en avión a Estados Unidos. Pero durante el vuelo se suceden escenas que sorprenden a estos pobres y confiados emigrantes: primero, les saluda una mujer que les presenta a su “marido”, que resulta ser otra mujer; después, la azafata les pide que no coman carne porque a los veganos de la fila de atrás les molesta; luego, el marido va al baño y tiene que dejar pasar, de rodillas, a un hombre negro, para compensar la esclavitud del pasado. El matrimonio y su hijo acaban saltando del avión en paracaídas, pidiendo perdón a la madre Rusia.

Newsweek precisa que el vídeo lleva días circulando en canales de Telegram partidarios del Kremlin y, como pasa con todo, ha terminado en Twitter, donde se ha compartido desde cuentas sorprendidas por el tono homófobo y tosco de la pretendida sátira.

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En los comentarios no falta quien asegura que Occidente ya es así y que los rusos lo han clavado, aunque quizás exageren un poco por aquello de la intención humorística. Otros recuerdan que no pasa nada ni remotamente parecido y que el vídeo solo muestra las obsesiones del Gobierno ruso con la libertad y la diversidad. No he podido encontrar a ningún tuitero que afirme que el vídeo le ha convencido y que ya está buscando piso en San Petersburgo. Más bien ocurre lo contrario: esta escena es una respuesta a la salida en masa de rusos en las últimas semanas, ante la posibilidad de ser reclutados y acabar en el frente de Ucrania.

No es el primer vídeo propagandístico favorable a Putin que se viraliza ante la sorpresa de los tuiteros: a finales de julio, la Embajada de Rusia en España publicó uno que invitaba a los europeos a mudarse a Rusia, un país con gas barato, “mujeres hermosas” (de los hombres no se decía nada) y “sin cultura de la cancelación”. Por supuesto, sin aclarar que a lo mejor en Rusia no te cancelan con cuatro insultos en Twitter, pero si criticas al Gobierno de Putin corres el peligro de terminar en la cárcel o de resbalar y caer por una ventana abierta.

El anuncio fue parodiado en versiones que mantenían la voz en off, pero preferían usar otras imágenes de Rusia: bombardeos, civiles que intentaban frenar el avance de tanques, supermercados vacíos, protestas de periodistas, escenas de brutalidad policial y cementerios.

Por supuesto, nadie esperaba que corriéramos todos a la embajada rusa a pedir asilo. Estos vídeos quieren provocar la división y el enfrentamiento, como quedaba claro en los comentarios. Es lo que Peter Pomerantsev define en This Is Not Propaganda como la búsqueda de un “conflicto permanente”. El objetivo: que le compremos el marco a Putin y pasemos un buen rato discutiendo sobre si es verdad o no que podemos comer carne en público, como si no lo hiciéramos cada día, y que dejemos de lado, aunque sea por unos minutos, lo que está pasando en Ucrania.

En su libro The Chaos Machine, el periodista Max Fisher resume la estrategia rusa en redes, muy similar a la de los partidos populistas de derechas: “Apela a la identidad de un grupo. Diles que esa identidad está siendo atacada. Aviva la indignación hacia otro grupo externo. Y usa todo el lenguaje emocional que puedas”. La única forma que le queda a Rusia de mostrar algo de fuerza es debilitar a los que considera sus adversarios (las democracias occidentales). Por eso el Kremlin apoyó a Trump, el Brexit y la independencia de Cataluña. Porque está empeñado en que los rusos crean que las elecciones y la libertad de expresión solo traen el caos, y que es mejor optar por un líder fuerte, como Putin, para dirigir a su país en un orden exquisito hacia la ruina más absoluta.

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Sobre la firma

Jaime Rubio Hancock
Editor de boletines de EL PAÍS y columnista en Anatomía de Twitter. Antes pasó por Verne, donde escribió sobre redes sociales, filosofía y humor, entre otros temas. Es autor de los ensayos '¿Está bien pegar a un nazi?' y 'El gran libro del humor español', además de la novela 'El informe Penkse', premio La Llama de narrativa de humor.

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