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El pulso de potencias en una era de conflicto y confrontación exhibe su crudeza en Davos

Altos representantes de Washington, Pekín y Bruselas presentan sus planteamientos para una época que, según Von der Leyen, representa el “mayor riesgo para el orden global desde la posguerra”

Ukraine's President Volodymyr Zelensky
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, este martes en Davos.HANDOUT (AFP)
Andrea Rizzi (Enviado especial)

El mundo atraviesa “una era de conflicto y confrontación, de fragmentación y miedo” que representa “el mayor riesgo para el orden global en la época de la posguerra (mundial)”, según resumió este martes en Davos la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. La jornada inaugural del Foro Económico Mundial exhibió en toda su crudeza los riesgos, con las crisis actuales —Ucrania y Oriente Próximo— y con el gran pulso de potencias que lo abarca todo. Altos representantes de Pekín, Washington y Bruselas han desembarcado en Davos para argumentar sus posiciones ante la que sea probablemente la más poderosa platea del mundo por la confluencia de líderes económicos, políticos, tecnológicos y de opinión.

La lectura cruzada de los planteamientos de estos tres grandes actores sobre la escena global —las dos superpotencias, Estados Unidos y China, y la UE— no es tranquilizadora. No se vislumbra un camino seguro para que la competición entre los primeros dos no se torne en confrontación, ni tampoco otro para que la UE sea exitosa en construir una autonomía segura y en contribuir a un mundo basado más en reglas que en la fuerza.

Empezó el primer ministro chino, Li Qiang, que encabeza en Davos una importante delegación de su país. Li coincidió con Von der Leyen en el diagnóstico de que, después de décadas de progreso, “la confianza se ha erosionado” y es necesario reconstruirla. Sin nombrarlo, propinó varias andanadas a EE UU, con dos reproches políticos de fondo: el primero, acerca de las medidas restrictivas del comercio que Washington promueve, considerando que Pekín hace un uso abusivo del libre comercio y que aprovecha para turbios objetivos en tecnología occidental; el segundo, acerca de la renuencia de EE UU a abrir paso a una reforma del orden mundial que fije reglas compartidas y aceptadas en un mundo con equilibrios muy diferentes al de la posguerra.

Li Qiang, Prime Minister of the People's Republic of China
Li Qiang, primer ministro chino, este martes, durante una sesión en Davos.GIAN EHRENZELLER (EFE)

“Debemos apostar por el multilateralismo. Es la dirección adecuada”, dijo Li, en respuesta a una pregunta en una sesión plenaria. “Pero, ¿cuáles son las reglas? ¿Quién las establece? Si las reglas las definen solo algunos países, entonces tendremos que poner comillas a la palabra multilateralismo. Este debe basarse en reglas reconocidas por toda la comunidad”, consideró. Este planteamiento entronca con múltiples declaraciones suscritas por Pekín junto a Moscú en las que reclaman un cambio en un orden global que consideran abusivamente dominado por Occidente.

Anteriormente, en su discurso, Li lanzó un abanico de propuestas para ir reconstruyendo la confianza quebrada desde palancas de cooperación económica. Entre ellas destacan las sugerencias de reforzar la coordinación de políticas macroeconómicas de los grandes países y un abanico de ideas que se resumen en rechazar barreras comerciales y proteccionismo, mantener la fluidez de las cadenas de suministro y confiar en la especialización productiva.

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Desconfianza entre EE UU y China

Es en gran medida la expresión de un deseo de regreso a la situación previa al agravamiento de las tensiones entre EE UU y China, una en la cual el gigante asiático tuvo posibilidad de crecer de forma espectacular. Pero en Washington hay un consenso absoluto, tal vez el único en la hiperpolarizada política estadounidense, de que ya no se puede confiar en un ascenso pacífico de una China serenamente incorporada en el orden mundial, que durante años se benefició de forma abusiva de un marco que le daba ventaja, y que facilitarle tecnología puntera para que soporte fuerzas militares y de seguridad cuyo uso futuro es incierto es un suicidio.

Jake Sullivan, consejero de seguridad de la Casa Blanca, enhebró hace unos meses un discurso en el que articuló con detalle la visión de la actual presidencia de EE UU por la que la acción en el terreno económico y tecnológico son pilares esenciales de la estrategia de seguridad. En esa clave hay que leer las restricciones a las exportaciones a China de tecnologías estratégicas como las de los microchips de alta gama. En Davos, Sullivan aprovechó su discurso en sesión plenaria para decir que a su juicio las medidas restrictivas de Washington hacia China no son un “bloqueo”, sino acciones limitadas a ámbitos precisos, respondiendo así a la lectura que se podía hacer entre líneas de las palabras de Li, que insinuaban que las actitudes restrictivas impiden el progreso de los menos prósperos. Sullivan también articuló una defensa de las políticas de su Administración en la crisis en Oriente Próximo.

De forma significativa, los máximos representantes de Washington en Davos son el propio Sullivan y Antony Blinken, el secretario de Estado, un tándem con un perfil de diplomacia y seguridad, mientras Pekín ha elegido enviar al primer ministro, tradicionalmente referente en cuestiones económicas. Li aprovechó su discurso para anunciar que la economía china creció un 5,2% en 2023.

El Gobierno de Biden busca aquí consolidar su política de refuerzo de las alianzas internacionales de Washington, que Trump había hecho tambalear, cerrar filas con ellos ante el desafío de Putin, tratar de vislumbrar vías de solución del conflicto en Gaza y convencer a socios y empresas de la necesidad de reducir dependencias de China que podrían revelarse, a su juicio, peligrosas. Blinken no pronunció este martes ningún discurso público y aprovechó el foro para mantener reuniones bilaterales.

U.S. Secretary of State Antony Blinken
Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, este martes en Davos.Associated Press/LaPresse (APN)

“Para recuperar la confianza hay que despejar los prejuicios”, dijo Li, en otra pulla indirecta a Washington, a quien acusa de tomar acciones sobre la base de especulaciones de comportamientos futuros. El primer ministro trató en distintas ocasiones de vincular su defensa de un comercio libre en materia tecnológica, que interesa a Pekín, como beneficioso también para los países en desarrollo. Deslizó la idea de que no se puede aceptar que “las nuevas tecnologías solo beneficien a unos pocos”.

Después de Li intervino Von der Leyen, quien trató de presentar a la UE como un actor geopolítico que puede “encabezar una respuesta” que vaya recomponiendo la confianza rota, el escenario global fragmentado, en medio de una competencia “no vista en décadas” y del “sobreponerse de desafíos” descomunales, desde las crisis regionales hasta el cambio climático, desde el advenimiento de la inteligencia artificial hasta los cambios geográficos.

Von der Leyen reivindicó la resiliencia de la UE, apuntando a su capacidad de liberarse de un plumazo de la dependencia energética de Rusia, y subrayó la trascendental apertura de negociaciones para la adhesión de Ucrania. La entrada de Kiev “será la respuesta de Europa a la llamada de la historia”, dijo.

En cuanto a la crisis ucrania, intervino en Davos también el presidente Volodímir Zelenski, quien no quiso dar demasiada importancia a las actuales dificultades para que EE UU y la UE desbloqueen nuevas ayudas a Kiev, pero lanzó duras críticas acerca de los titubeos pasados por parte de los socios a la hora de entregar armas, lo que a su juicio hizo “perder oportunidades”. Zelenski rechazó de plano soluciones diplomáticas que representen una congelación del conflicto: “Putin es un depredador que no se conforma con productos congelados”. La única solución, dijo Zelenski, es una “paz justa y duradera”. Este discurso puso un claro contexto a la iniciativa, anunciada en la víspera en Berna, para celebrar una cumbre que impulse la paz en Ucrania.

En lo que concierne a la UE, Von der Leyen hizo desde el principio de su discurso mucho hincapié en el riesgo de la desinformación como una amenaza que puede restar capacidad operativa a las democracias. Defendió las medidas regulatorias adoptadas hasta la fecha por la UE en el terreno tecnológico, pero mostró su determinación para que Bruselas sirva no solo de actor normativo, sino también de impulsor de las capacidades tecnológicas europeas. Anunció que la UE permitirá el acceso de start-ups y de pequeñas y medianas empresas a sus superordenadores, “algo parecido a lo que Microsoft hace con ChatGPT, haciéndolo funcionar en sus propios superordenadores”. Hay ahí un intento de competir en la estratégica carrera tecnológica.

Von der Leyen hizo también un breve balance de las acciones europeas para “reducir riesgos” de dependencia, un concepto que presentó precisamente en Davos el año pasado y que fue posteriormente muy exitoso, suplantando la anterior idea de “desacople” que circulaba mucho en Washington. En su discurso apareció el riesgo inherente a las primeras medidas de restricciones de exportaciones de materiales estratégicos por parte de China y el fuerte dominio de las empresas del gigante asiático en sectores de la tecnología verde.

Sin embargo, significativamente, Von der Leyen no pronunció en su discurso ni una sola palabra relacionada con el conflicto en Gaza. Es el síntoma claro de la grave división de los socios en esa materia, uno de los puntos neurálgicos de este mundo lleno de riesgos. Esto evidencia cómo la UE afronta graves problemas para ser un actor geopolítico eficaz en la “era de conflicto y confrontación” que la presidenta de la Comisión Europea describe.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi (Enviado especial)
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).
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