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De Bucha a Jersón: los viajes de Zelenski al frente de guerra que apuntalan su liderazgo

El presidente de Ucrania no ha salido del país desde el inicio de la invasión rusa el pasado febrero, pero sí viaja a zonas, cuando su equipo de seguridad se lo permite, donde su ejército logra victorias

Zelenski, este lunes, durante la ceremonia de izado de la bandera ucrania en Jersón. Foto: HANDOUT (AFP) | Vídeo: EPV
Luis de Vega (Enviado Especial)

Desde las primeras semanas de la guerra de Ucrania, el presidente Volodímir Zelenski ha querido demostrar que, aunque viva en el búnker presidencial de Kiev, pisa el barro en cuanto su equipo de seguridad se lo permite. La visita de este lunes a la ciudad de Jersón, pocas horas después de que llegaran sus militares, no es la primera de este tipo que realiza. El presidente trata de desplazarse con relativa frecuencia hasta las zonas liberadas o especialmente castigadas por los rusos. De esta forma, aunque la estrategia militar es algo que él mismo insiste en que está lejos de sus decisiones, el mandatario apuntala su presencia como máxima autoridad del país mientras arropa y felicita a las tropas.

Además de ganar en visibilidad, Zelenski lanza un doble mensaje dentro y fuera de casa. Por un lado, le permite elevar la moral de la población ucrania y sus soldados; por el otro, apela a la comunidad internacional, a la que transmite su determinación a no dar por perdido ni un palmo del país en medio de las presiones para que negocie. Estos viajes, además, complementan el discurso que cada noche dirige a los ciudadanos desde Kiev.

La primera salida la efectuó a primeros de abril. Entonces, tras cinco semanas de invasión, el ejército ucranio logró repeler el intento de las tropas rusas de tomar la capital. Zelenski se desplazó a Bucha, símbolo de la resistencia local y escenario de la matanza de decenas de civiles. Después llegaron viajes a Járkov, Lugansk, Zaporiyia, Mikolaiv, Odesa e Izium (región de Járkov), en el este y el sur del país, donde se concentran los enfrentamientos. Todos son enclaves que representan los avances o la resistencia de Ucrania en el campo militar frente al que está considerado el segundo ejército del mundo.

Desde que comenzó la invasión, el mandatario no ha puesto el pie fuera de Ucrania ni una sola vez. Sí lo hacen sus ministros y asesores. Incluso la primera dama, Olena Zelenska. Siempre lo hacen por tierra, pues el espacio aéreo permanece cerrado para la aviación civil. Por eso, estos desplazamientos del presidente, aunque sean dentro del país, cobran más importancia todavía. En ellos, el equipo que lleva las riendas de Zelenski aprovecha para ofrecer a los medios de comunicación imágenes que vayan más allá de sus intervenciones en foros internacionales a través de una pantalla o recibiendo a mandatarios o personalidades de todo tipo en encuentros protocolarios en Kiev.

El presidente, que domina la escena desde sus tiempos de cómico televisivo, sabe también sacar provecho de estas visitas. Uno de los vídeos más difundidos en redes sociales este lunes fue el del saludo a unos vecinos en Jersón que, desde la ventana de su casa, le respondieron con el grito más coreado en esta guerra: ¡Slava Ukraini! (¡Gloria a Ucrania!).

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La de este lunes siguió el patrón de anteriores visitas: no fue avisada ni siquiera a las decenas de reporteros de todo el mundo que, desde primera hora de la mañana, partieron en autobuses desde Mikolaiv hasta Jersón. Así ocurrió también cuando abandonó sus oficinas presidenciales por vez primera para salir de Kiev. Fue el 4 de abril para ir a Bucha, una ciudad a las afueras de la capital convertida desde entonces en símbolo de la barbarie rusa. Todavía se investiga la muerte de unos 400 civiles durante las cinco semanas de ocupación de esa localidad.

Después llegaría su primer viaje al este de Ucrania durante la invasión rusa. Se plantó también por sorpresa en Járkov, el 29 de mayo. La segunda ciudad del país no llegó a ser subyugada por los invasores, pero es uno de los lugares más bombardeados por su proximidad a la frontera rusa, una treintena de kilómetros. La última vez, en la noche del domingo al lunes pasado, cuando cayeron tres misiles en una zona industrial.

La semana siguiente, el mandatario dio un paso más en su intento de demostrar su intención de mantener las riendas del poder. El 5 de junio se adentró en el avispero de Donbás y pasó unas horas con las tropas en las localidades de Soledar y Lisichansk, en la convulsa región de Lugansk, también en el este del país. El presidente ucranio se trasladó asimismo hasta la vecina región de Zaporiyia, donde se encuentra la mayor central nuclear de Europa, en manos rusas y escenario constante de combates. Allí visitó un sanatorio y conversó con desplazados llegados de localidades ocupadas como Mariupol.

Zelenski viajó después, el 18 de junio, hasta Mikolaiv, un importante enclave a orillas del mar Negro, objetivo constante de bombardeos del invasor y próximo a Jersón. Avanzado el mes de julio y auspiciado por la ONU y Turquía, se logró un acuerdo para desbloquear los puertos y que Ucrania, uno de los graneros del mundo, pudiera exportar su cereal. La firma de ese pacto que permite la salida del cereal desde el mar Negro tuvo lugar en Estambul el 22 de ese mismo mes. Al día siguiente, Rusia bombardeó el puerto de Odesa, el mayor del país. Hasta allí se desplazó el presidente seis días después.

La última aparición de Zelenski fuera de la capital, antes de su visita a Jersón este lunes, fue en la localidad de Izium (región de Járkov), el 14 de septiembre. Lo hizo pocas horas antes de que se empezara a excavar en las más de 400 fosas dejadas por las fuerzas rusas en un pinar de esa ciudad, tremendamente castigada por los bombardeos y la ocupación. Algunos de los cuerpos presentaban signos de tortura, según las primeras apreciaciones hechas por los forenses.

No hay detalles públicos sobre la ruta y el medio de transporte que emplea el presidente ucranio para llegar desde Kiev a estos puntos. Algunos se hallan a más de 700 kilómetros de su oficina. Sí trascendió, sin embargo, al anochecer del 14 septiembre, que el vehículo en el que viajaba Zelenski había sufrido un accidente mientras volvía de Izium, del que el presidente salió ileso.

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Sobre la firma

Luis de Vega (Enviado Especial)
Ha trabajado como periodista y fotógrafo en más de 30 países durante 25 años. Llegó a la sección de Internacional de EL PAÍS tras reportear año y medio por Madrid y sus alrededores. Antes trabajó durante 22 años en el diario Abc, de los que ocho fue corresponsal en el norte de África. Ha sido dos veces finalista del Premio Cirilo Rodríguez.

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