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El aplazamiento de una cumbre franco-alemana expone discrepancias de fondo entre Macron y Scholz

París y Berlín mantienen posiciones alejadas sobre la defensa común, la política energética y proyectos como el gasoducto MidCat

Olaf Scholz y Macron
El canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente francés, Emmanuel Macron, se saludan en presencia del mandatario de Países Bajos, Mark Rutte, en la cumbre de Praga, el pasado 7 de octubre.LUDOVIC MARIN (AFP)

El motor franco-alemán muestra signos de avería. París y Berlín decidieron este miércoles aplazar un consejo de ministros conjunto previsto para la semana próxima en Francia, uno de esos momentos en el que tradicionalmente ambas capitales exhiben su unidad e influencia en la Unión Europea.

El motivo del aplazamiento son los desacuerdos entre el presidente Emmanuel Macron y el canciller Olaf Scholz sobre cuestiones clave como la política energética o la cooperación militar. No había tiempo para acercar posiciones ni para perfilar un mensaje conjunto de alcance de aquí al 26 de octubre, fecha de la cumbre en Fontainebleau.

La anulación, anunciada en vísperas de una cumbre de la UE en Bruselas, es inesperada e inhabitual. Confirma que la relación entre Francia y Alemania, impulsores del proyecto europeo desde su fundación, no pasa por el mejor momento. El consejo de ministros franco-alemán, que suele celebrarse anualmente, debía ser el primero con Scholz desde que llegó al poder el pasado diciembre.

No hay química entre Macron y Scholz. Y mantienen discrepancias de fondo en cuestiones como las medidas de la UE ante la subida de los precios del gas, la iniciativa hispano-alemana para construir el gasoducto MidCat o las inversiones en armamento europeo que garanticen la autonomía estratégica del continente.

Tanto la cancillería federal de Berlín como el palacio del Elíseo esgrimieron los mismos argumentos para justificar el aplazamiento. El primero es, como dijo una fuente del Elíseo, “una vulgar historia de disponibilidad de ministros, puesto que habíamos deseado un formato pleno para esta reunión, lo que no era posible del lado alemán”.

El segundo, de mayor calado, es que “ese proceso de coordinación aún necesita tiempo”, como aseguró el portavoz de Scholz. “Son temas que nos preocupan actualmente”, añadió, y en los que “no se ha conseguido llegar a un acuerdo”.

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“Hemos juzgado conjuntamente que necesitábamos un poco más de tiempo para llegar a cosas ambiciosas y a la altura de lo que está en juego ahora”, confirmó el Elíseo. “Evidentemente, sobre cuestiones de defensa, de energía y de otros temas”, precisó. Una fuente gubernamental alemana explicó que las discrepancias en la “sustancia” han sido determinantes y han hecho que Berlín acepte la propuesta de París de dejar la cita para más adelante.

El enfriamiento entre París y Berlín coincide con el acercamiento entre el presidente español, el socialista Pedro Sánchez, y el socialdemócrata Scholz. Y con el desencuentro entre Sánchez y Macron por la oposición de este al proyecto MidCat.

No es la primera vez que se aplazaba esta reunión ministerial, según la fuente del Elíseo, que pidió anonimato. Debería haberse celebrado en julio. Una nueva fecha podría ser enero. La misma fuente insistió en que el aplazamiento “no indica nada sobre el estado de las relaciones franco-alemanas”. El ministro francés de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, negó en rueda de prensa tras reunirse con sus homólogos alemanes por videoconferencia que hubiera “dificultades” y atribuyó el aplazamiento a “problemas de agenda de algunos ministros”.

Siempre ha habido un desajuste entre la visión francesa de Europa y la alemana. La historia del motor franco-alemán es una historia de altibajos seguidos de momentos de consenso en los que de verdad ha avanzado Europa.

En los años recientes, el motor franco-alemán se ha visto a pleno rendimiento en cada salto adelante del club: desde la reacción europea a la pandemia y el plan de recuperación económica, hasta la respuesta a la invasión rusa de Ucrania. Pero la guerra y sus consecuencias también impactan en la relación bilateral y en la capacidad de influencia europea del dúo. Ambos países se ven afectados en grado distinto por la crisis energética: Alemania fue durante décadas adicta al gas ruso; Francia disfrutó de una cierta autonomía energética gracias a las centrales nucleares. A ambos países, proclives durante tiempo al diálogo con Vladímir Putin, la invasión les pilló a contrapié y han perdido credibilidad ante los socios de Europa central y del este que sí vieron venir el peligro de Putin.

Uno de los puntos de divergencia entre París y Berlín es el programa FCAS de desarrollo del futuro avión de combate europeo, bloqueado hace meses por las diferencias entre las dos empresas, una alemana y otra francesa, que lo dirigen. La falta de acuerdo entre Airbus y Dassault Aviation ha provocado que la firma del contrato para desarrollar los prototipos esté pendiente desde el año pasado, algo que afecta también a España, el tercer socio implicado.

Otro motivo de discrepancia es el MidCat, el gasoducto que promueven Madrid, Lisboa y Berlín y que choca con el veto de Francia. El MidCat debería llevar gas desde la península Ibérica al norte de Europa. Pero Macron sostiene que llevará demasiado tiempo construirlo para responder a la crisis energética actual, y que de todos modos la construcción de un gasoducto va en contra de los objetivos contra el cambio climático.

“Sería bueno que pasara por Francia, pero no hay acuerdo”, dijo el martes el ministro de Economía alemán, Robert Habeck, en el foro hispano-alemán que inauguró el rey Felipe VI. “Veremos qué alternativas tenemos”.

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