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El gobernador de Texas sale bien librado de un debate dominado por la inmigración y la matanza de Uvalde

El candidato demócrata Beto O’Rourke tilda de fracaso las políticas de Greg Abbott en lo que será el único encuentro entre los aspirantes antes de los comicios del 8 de noviembre

Luis Pablo Beauregard
Beto O'Rourke, a la izquierda, y el gobernador Greg Abbott, derecha, en un momento del debate celebrado en la zona del Valle del Río Grande.
Beto O'Rourke, a la izquierda, y el gobernador Greg Abbott, derecha, en un momento del debate celebrado en la zona del Valle del Río Grande.News Nation

En Texas, la noche del viernes se dedica al fútbol americano colegial. Y cada cuatro años los aspirantes a gobernador rivalizan con el deporte favorito en el horario de máxima audiencia para buscar votos. Nadie entiende muy bien la lógica de esto, pero se ha convertido en una tradición desde que los republicanos están el mando. Así ha sido desde los tiempos de Rick Perry o George W. Bush, dos mandatarios estrellas en una entidad que no vota por un demócrata hace 31 años. Beto O’Rourke quiere poner fin a la sequía en las elecciones de noviembre, después de haber agitado a la base demócrata buscando la nominación presidencial y un escaño en el Senado, ambas carreras que acabaron en fracaso. Enfrente tiene a Greg Abbott, un popular mandatario que se acerca a los ocho años en el poder. Busca ampliar su mandato después de haber dado a Texas algunas de las leyes más extremas del país.

El encuentro se celebró a puerta cerrada y sin espectadores en el auditorio porque Abbott así lo exigió. El gobernador rechazó la oferta de otros tres encuentros con público y en varias zonas del Estado, el segundo más poblado de EE UU. Así que este fue el único cara a cara antes de los comicios del 8 de noviembre. La última vez que ambos políticos se enfrentaron fue en mayo, cuando O’Rourke interrumpió una conferencia de prensa del gobernador daba después de la matanza de Uvalde, en la que fueron asesinados 19 menores y dos adultos a manos de un joven de 18 años armado con un rifle de asalto. Este era un tema inevitable. Y más porque unas 30 personas de esta comunidad se trasladaron en un viaje de cinco horas hasta el sitio del debate, la universidad de Texas en el Valle del Río Grande, cerca de la frontera con México.

En las últimas semanas, los familiares de los menores asesinados en la tragedia habían presionado a Abbott para que elevara la edad mínima desde los 18 hasta los 21 años para comprar rifles de asalto, algo a lo que se ha opuesto. “Queremos acabar con los tiroteos, pero no podemos hacerlo con promesas falsas”, ha dicho el gobernador esta noche. Asegura que no ha reformado la ley porque al cambiarla esta será dejada sin efecto por el Tribunal Supremo y su mayoría ultraconservadora, quienes protegen la segunda enmienda de la Constitución, que avala la posesión de armas.

O’Rourke le reclama, en cambio, su pasividad tras la que es la segunda peor matanza escolar de Estados Unidos. “Han pasado 18 semanas desde el asesinato y nada ha cambiado para que esto no vuelva a suceder”, ha dicho el demócrata, quien está ocho puntos detrás de su rival (42% contra 50%) en las últimas encuestas con un 12% de indecisos. “En Florida, tras la matanza de Parkland, pasaron solo 23 días para que el gobernador republicano cambiara las leyes. Cuando estas se modifican, los tiroteos disminuyen un 18%. Este gobernador no ha hecho nada”, dijo O’Rourke, quien ha recibido el respaldo de varios de los familiares de las víctimas de la tragedia.

O'Rourke con algunas de las personas que viajaron desde Uvalde para el debate, en Edinburg.
O'Rourke con algunas de las personas que viajaron desde Uvalde para el debate, en Edinburg.Eric Gay (AP)

El debate se hizo en el sur de Texas también a petición de Abbott, a quien le interesa hablar de migración, el tema que más preocupa a los votantes, seguido de la economía y los derechos reproductivos. El Valle del Río Grande es uno de los puntos calientes en la crisis que sufre el Gobierno de Biden, que hace algunas semanas informó que las cifras de detenciones han roto todos los récords en el último año. Dos millones de personas fueron detenidas de septiembre de 2021 al septiembre de este año. La situación empeoró gracias a un aumento de los migrantes de Venezuela, Cuba y Nicaragua.

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“Hemos respondido al desastre creado por la pésima administración y que ha causado una carga a las comunidades de la frontera, los ranchos y las granjas, que han visto sus casas invadidas”, señaló Abbott, quien ha ganado notoriedad nacional en los últimos meses con un programa que traslada migrantes a ciudades demócratas como Washington o Nueva York. Esto ha sido muy criticado por diversos sectores, y en especial por O’Rourke, quien ha calificado la campaña como una maniobra de tintes racistas que usa a los migrantes como “peones políticos”. En Texas, la iniciativa, cuenta con un respaldo del 54% de la población.

Steve Spitzer, uno de los tres moderadores, preguntó a Abbott por qué la reubicación de inmigrantes no se hacía a ciudades en bastiones republicanos, como Atlanta o Nueva Orleans. “Washington y Nueva York son grandes y tienen la infraestructura para acomodar a los migrantes mejor que estas ciudades que mencionas”, se ha limitado a responder Abbott, quien ha dejado claro que “seguirá moviendo a los inmigrantes” mientras Biden continúe su política de “fronteras abiertas”.

El candidato demócrata cuestionó el éxito que ha tenido la mano dura que el gobernador ha intentado tener con la migración. O’Rourke ha llamado “un rotundo fracaso” el programa estrella de Abbott, llamado Estrella Solitaria, que ha gastado 4.000 millones de dólares para hacer más segura la frontera. Esto, al mismo tiempo que la cifra de detenidos va al alza mes con mes. El excongresista por El Paso también criticó la movilización de elementos de la Guardia Nacional a la frontera. Y subrayó que ocho elementos de esta corporación han muerto en los últimos meses, “ninguno de estos a manos de un migrante”, sino cuatro por suicidio y otros cuatro en extrañas condiciones.

“Lo que necesitamos es un camino legal y ordenado para todos aquellos que quieran venir a trabajar, unirse a su familia o buscar asilo. Si vienen a este país, esperamos que sigan las reglas”, dijo O’Rourke, quien ha moderado su discurso en materias como migración y control de armas. En 2019, cuando intentaba ser el nominado demócrata a la presidencia, causó escándalo con la promesa de incautar los rifles de asalto si es que llegaba al poder. Este viernes ha dicho ante la audiencia televisiva que solo se compromete a revisar los antecedentes de quienes compran armas, pasar una ley de banderas rojas (que impediría el acceso a armamento para casos específicos) y elevar la edad para comprar un AR 15.

Menos moderado lució Abbott hablando del aborto. El gobernador, un católico ultraconservador en silla de ruedas desde un accidente en su juventud, promulgó una de las leyes más restrictivas de la interrupción del embarazo. Este ni siquiera se contempla para la violación. Esto a pesar de que en 2020 Texas registró más violaciones que California, la entidad más poblada de EE UU. Cuando la única moderadora, Sally Hernandez, le preguntó cuál será la alternativa para las mujeres que han quedado impregnadas por su violador. Fue el único momento en el que el seguro y experimentado Abbott tartamudeó. “Depende de lo que llames alternativa. Una es obviamente, lo que podremos hacer para asistir a la víctima, que tenga ayuda médica”, ha afirmado minutos después de hablar de las bondades de la adopción (él y su esposa tienen una hija adoptada).

O’Rourke ha decretado que esta elección estará marcada por la libertad reproductiva. “Si esto te importa, tienes que salir a votar”, ha señalado el candidato, quien ha prometido dar la lucha para que las mujeres puedan elegir qué hacer con sus cuerpos. Esto, ante un auditorio lleno de personas, hubiera provocado el aplauso de las presentes. Solo hubo silencio en un auditorio vacío y frío.

El auditorio vacío donde se llevó a cabo el debate.
El auditorio vacío donde se llevó a cabo el debate.News Nation

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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