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Los Veintisiete salvan la unidad contra la invasión de Ucrania con un embargo parcial al petróleo ruso

Los dirigentes de la UE pactan vetar las compras del crudo que llega por vía marítima desde Moscú y ampliar la lista de bancos que se desconectan del sistema de pagos SWIFT, entre ellos el Sberbank, el más grande del país

Orbán y Macron
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán (izquierda), y el presidente francés, Emmanuel Macron, el lunes en Bruselas.EMMANUEL DUNAND (AFP)

Tras más de tres semanas de tira y afloja, de quiebros y requiebros, de vetos políticos teñidos de complicidad con el Kremlin y de negociaciones técnicas de una complejidad abrumadora, al final la dentellada de la Unión Europea al mayor flujo de financiación de Rusia llegó. No fue fácil. Haciendo honor a esos más de 20 días de conversaciones a 27 bandas, el pacto se produjo al filo de la medianoche del lunes. “Acuerdo para prohibir la exportación de petróleo ruso a la UE. Esto cubre inmediatamente más de dos tercios de las importaciones de petróleo de Rusia, cortando una enorme fuente de financiación para su maquinaria de guerra”, proclamó el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en Twitter, tras la reunión de los jefes de Estado y de Gobierno comunitarios, que proseguirá este martes en Bruselas.

Este agónico acuerdo tiene un valor doble para los dirigentes de la UE. Por un lado, resta recursos financieros a Rusia para pagar la guerra que ha abierto al invadir Ucrania. Por otro, mantiene la unidad de los Veintisiete tras unas negociaciones tensas en las que algunos de los países con una posición más hostil a Moscú no comprendían la postura de Hungría, el país que más se ha resistido a dar este paso. Ambas cuestiones tenían la misma importancia para la mayoría de los países. “Queremos las sanciones contra Rusia lo más duras posible, y esto último, ‘posible’, es importante”, apuntaban en una delegación, resaltando que con este adjetivo se buscaba no dejar atrás a nadie, tampoco a Budapest.

La medida, según diversas fuentes, golpeará primero a las importaciones de crudo por barco, que suponen dos tercios del total que fluye a la UE desde Rusia. Deja en cambio para más adelante las restricciones al hidrocarburo que viaja a través de oleoductos, un mecanismo pensado para aliviar a Hungría, pero también a otros países con una situación geográfica y energética similar: República Checa, Eslovaquia o Austria, Estados sin costa y con gran dependencia de los combustibles fósiles rusos que, además, llegan casi exclusivamente a través de oleoductos y gasoductos. El pacto, además, excluye del sistema de pagos SWIFT a tres bancos rusos más, entre ellos el primer banco del país, Sberbank, y prohíbe tres canales de televisión.

Este acuerdo de mínimos que tienen en estos momentos las capitales sobre la mesa queda lejos de la “prohibición total” que reclamó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, hace 26 días, al plantear el sexto paquete de sanciones contra el régimen de Vladímir Putin, pero salva de momento la unidad del bloque comunitario.

Antes del comienzo del consejo extraordinario, la mayoría de voces apostaban por el acuerdo. “Todo lo que oigo suena a que podría haber un consenso, y antes o después lo habrá”, aseguró el canciller alemán, Olaf Scholz, en una comparecencia a la entrada. Fuentes comunitarias y diplomáticas se mostraban confiados en que se pudiera llegar a donde se ha llegado finalmente. “El acuerdo está prácticamente cerrado”, subrayaba también una fuente diplomática, al tanto de las conversaciones habidas durante semanas que, incluso, contaron con una reunión de los embajadores de los Veintisiete por la mañana del lunes para intentar llegar al acuerdo antes de que comenzara la cumbre. No fue posible y tuvieron que ser los líderes quienes desatascaran la situación.

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Dinamita dialéctica

El motivo del atasco era un secreto a voces que se confirmó nada más llegó el primer ministro húngaro a la sede del Consejo Europeo. Viktor Orbán entró con dinamita dialéctica, haciendo que se tambalearan los cimientos de la unidad comunitaria: “Para nada hay un compromiso de momento”, espetó en una comparecencia a la entrada de la cumbre, reiterando el bloqueo de Budapest. Con esta posición buscaba asegurar el acceso al crudo incluso en caso de que Moscú ―o Ucrania― decrete de forma unilateral un corte del suministro por tubería como represalia por las sanciones. “Hoy tenemos que luchar por las garantías”, continuó Orbán. “Si el petróleo se detiene y no llega al país, hay que permitirnos obtenerlo por otras vías, como el transporte marítimo”.

Las negociaciones de los dirigentes trataron de dejar bien atado este punto, para lograr el sí húngaro. Y la presión aumentó durante la reunión, pues a media tarde el gigante ruso Gazprom anunció el corte del suministro de gas a los países que se niegan a pagar en rublos: según anunció la empresa holandesa GasTerra, la compañía rusa cierra a partir de este martes la manija del combustible a Países Bajos, que se suma a una lista en la que figuran Finlandia, Polonia y Bulgaria.

Para la mayoría de estos países, excepto Bulgaria, esta decisión de Moscú apenas resulta traumática. En el caso de Polonia, por ejemplo, los contratos de suministro de gas con Rusia acaban dentro de pocos meses y a partir del otoño podrá sustituir ese combustible con el gasoducto que procede desde Noruega. Por su parte, Holanda y Dinamarca han anunciado su intención de prescindir del gas ruso este mismo año.

Tampoco la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, era optimista a la llegada: “Mis expectativas de que logremos un acuerdo en las próximas 48 horas son bajas”, confesó en su entrada a una cita a la que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, llegó con algo de retraso por la celebración en Madrid del 40º aniversario de la entrada de España en la OTAN. En su trayecto a Bruselas, sede también de la Alianza Atlántica, Sánchez llevó en el avión a Jens Stoltenberg, secretario general de la organización, a quien el presidente español recibió el fin de semana.

El estado de ánimo de Von der Leyen era distinto después de la reunión. “Doy la bienvenida al acuerdo sobre las sanciones contra el petróleo ruso. Este cortará el 90% de las importaciones del crudo de Rusia al final de este año”, proclamó en Twitter la política alemana.

Con el compromiso negociado por las capitales, Hungría y el resto de los países remisos hasta la fecha quedan cubiertos bajo el manto de la exención temporal a la red de oleoductos rusos Druzhba (amistad, en ruso). El oro negro de Rusia seguirá también llegando por tubería hasta Alemania y Polonia, a través del ramal norte de Druzhba, que cruza a la UE por Bielorrusia. Pero estos dos socios se han comprometido a desconectarse totalmente a finales de 2022, según indican fuentes próximas a la negociación. De esta forma, el embargo de la UE alcanzará en diciembre a más del 90% del total de las importaciones de petróleo ruso, que en 2021 sumaron cerca de 75.000 millones de euros, si se incluyen los productos derivados. Es decir, la prohibición alcanza una cifra de casi 70.000 millones de euros, provocando un agujero considerable a las arcas con las que Putin financia la invasión de Ucrania.

El brazo ejecutivo de la UE confía en que tras la luz verde del Consejo —el órgano que representa a las 27 capitales de la UE— se puedan pulir los flecos y detalles aún pendientes. Hay tres preocupaciones aún por aclarar: los plazos de la exención temporal para los oleoductos, los países que podrán finalmente acogerse a ella y las garantías para que el hecho de exceptuar una vía de entrada no acabe agrietando el preciado mercado único de la UE para evitar, por ejemplo, que un país que siga recibiendo petróleo ruso barato lo revenda a otros países que ya han decretado un embargo.

Michel aseguró en una comparecencia tras el acuerdo, ya de madrugada, que los embajadores de los Veintisiete tiene previsto reunirse el miércoles para “implementar la decisión política” y dar forma a los textos legales del sexto paquete de sanciones. Von der Leyen intervino para explicar que a pesar de que las capitales no han logrado pactar unos tiempos precisos para que países como Hungría se desenganchen de los oleoductos rusos, sí se ha acordado retomar esta discusión en el Consejo “tan pronto como sea posible”. También señaló que será necesario acometer inversiones en el oleoducto Adria (que va de Croacia a Hungría) y en refinerías húngaras para lograr que Budapest camine hacia un apagón del petróleo ruso.

De lo avanzado de los trabajos da fe el borrador de conclusiones que entró a la cumbre: “El Consejo Europeo acuerda que el sexto paquete de sanciones contra Rusia cubrirá el petróleo crudo, así como los productos petrolíferos, entregados desde Rusia a los Estados miembros, con una excepción temporal para el petróleo crudo entregado por oleoducto”, reza el texto provisional al que ha tenido acceso EL PAÍS. El borrador insta al Consejo “a que lo ultime y adopte sin demora”, y exhorta a rematar los flecos que quedan aún en el aire.

Fuentes diplomáticas reconocen que el debate fue mucho más complicado de lo que pensaban al inicio, por las distintas variables y ramificaciones inesperadas de un corte energético. El borrador de conclusiones contempla incluso la necesidad de articular mecanismos de solidaridad entre socios europeos “en caso de interrupción repentina del suministro”. Esta es una posibilidad que nadie descarta, bien porque Moscú decida cortar de pronto el flujo de petróleo por tubo como represalia contra las sanciones o bien porque el oleoducto que transita desde Rusia hacia Hungría a través de Ucrania sufra algún contratiempo. El borrador del texto incluye también una garantía adicional: “La Comisión supervisará e informará periódicamente al Consejo sobre la aplicación de estas medidas para garantizar la igualdad de condiciones en el mercado único de la UE y la seguridad del suministro”.

En el segundo día de la cita en Bruselas, los Veintisiete discutirán sobre distintos temas relacionados con la invasión rusa de Ucrania: desde la seguridad alimentaria a la política de defensa común pasando por la energía, donde Hungría tiene previsto reclamar inversiones en infraestructuras para ayudar en su transición a un mundo sin petróleo ruso. Y todo apunta a que la cumbre servirá en su conjunto como prueba de fuego para ver hasta dónde ceden los costurones que han comenzado a asomar en la estrategia conjunta frente a Putin.

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