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Hungría se enroca en Bruselas y bloquea las negociaciones sobre el embargo al petróleo ruso

La UE reconoce “avances” en las discusiones, mientras los países más dependientes de los oleoductos de Moscú exigen mayores “garantías” para asegurar el abastecimiento

El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, en Bruselas el 24 de marzo.
El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, en Bruselas el 24 de marzo.Thierry Monasse (Getty Images)
Guillermo Abril

Hungría sigue con su veto a la prohibición de importar crudo ruso. Las negociaciones del sexto paquete de sanciones de la UE, que incluye un embargo gradual al petróleo de Rusia, han vuelto a encallar este domingo en Bruselas tras un nuevo encuentro infructuoso de los embajadores comunitarios en el Consejo (el órgano que representa a los gobiernos de los Veintisiete). Las capitales más dependientes del oro negro de Moscú, capitaneadas por Budapest, siguen mostrando su rechazo y reclaman más tiempo para desconectarse del hidrocarburo, además de inversiones en infraestructuras.

El embargo energético a la mayor partida comercial entre el bloque comunitario y Moscú comienza a transformarse en un verdadero quebradero de cabeza para la UE, que ha de adoptar la medida por unanimidad. Pero los Veintisiete han querido, sin embargo, suavizar las aparentes fricciones de una negociación “dura” (en palabras de una fuente diplomática de alto rango) que comenzó el miércoles pasado y ya ha dejado al aire las grietas entre los Estados miembros. Fuentes comunitarias confían en sacar las medidas adelante en el arranque de una semana de elevada carga simbólica: mañana lunes se celebra el día de la UE en territorio comunitario y a la vez la gran fiesta nacional de Rusia, el Día de la Victoria.

“El Consejo está unido en cuanto a la necesidad de adoptar un sexto paquete de sanciones”, han asegurado el Consejo y la Comisión Europea en un texto conjunto redactado tras la reunión de este domingo. Sobre la cita de los embajadores en Bruselas ha sobrevolado además la larga sombra del encuentro telemático de los líderes del G-7 celebrado también este domingo, y del que se esperaban posibles soluciones para desatascar las discusiones.

“Se han celebrado intensos debates en los últimos días y se ha avanzado mucho en el grueso de las medidas”, prosigue el texto conjunto del Consejo y la Comisión. “Todavía tenemos que trabajar para ultimar, con espíritu de solidaridad, las garantías necesarias para las condiciones de abastecimiento de petróleo de los Estados miembros que actualmente se encuentran en una situación muy específica en lo que respecta al suministro de oleoductos desde Rusia”. Los contactos, añade, van a proseguir “a todos los niveles” para lograr un “acuerdo completo” a la mayor brevedad.

“Todo depende de un hombre en Budapest”, traduce a lenguaje corriente una fuente diplomática, metida en el fragor de la discusión. “Desafortunadamente, no ha habido un acuerdo hoy debido a que las conversaciones continúan con Hungría”, añade. “Hay unidad política de todos en las sanciones, incluida la prohibición del petróleo”, explica otra fuente diplomática. “De eso no hay duda. Pero hace falta más tiempo para solventar las dificultades prácticas del desenganche y asegurar la seguridad de suministro para todos los socios comunitarios”.

El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ya ha ido preparando el terreno para la hipótesis de un escenario enquistado. El alto representante para la Política Exterior de la UE aseguró el viernes que daría a los embajadores que negocian en Bruselas hasta el lunes para sellar un pacto. Si el cerrojo persistía, como así ha sido, propondría un encuentro del Consejo de Ministros de Exteriores, dijo en una entrevista al Financial Times.

La Comisión Europea ha tratado de engrasar las discusiones poniendo sobre la mesa ofertas con plazos de desconexión ampliados para Hungría, Eslovaquia y República Checa, los tres socios más reticentes. La última propuesta de la que ha tenido conocimiento este diario, circulada el viernes entre los Estados miembros, concede a Budapest y Bratislava hasta final de 2024 para ejecutar el embargo al petróleo ruso, y a Praga hasta junio de 2024; el resto de socios seguirían con el plan inicial del Ejecutivo comunitario de desenchufarse del crudo ruso de forma gradual en los próximos seis meses y del suministro de productos refinados al final de este año.

Budapest, cuyo Gobierno lleva años en sintonía con Moscú, no tiene previsto ponerlo fácil. Viktor Orbán, el primer ministro de Hungría, reclamó el viernes un período de transición de cinco años y aseguró que una desconexión en los términos que se estaban barajando sería como lanzar “una bomba atómica” sobre la economía de su país.

“No sabemos realmente los detalles de lo que la Comisión está discutiendo con Hungría. Solo que no se han puesto de acuerdo y que las conversaciones continúan”, asevera una fuente diplomática.

El embargo energético es la gran prueba de fuego de la unidad europea frente a Rusia, un bloque casi monolítico hasta que las primeras grietas comenzaron a asomar con la negociación del veto al carbón ruso, a principios de abril. Pero se trataba de una partida comercial pequeña, de 4.200 millones de euros, que logró salir adelante tras varios días de negociaciones. A su lado, el volumen del petróleo es proporcional al atasco en las discusiones: se trata de la gran fuente de ingresos del Kremlin, cuyo volumen de intercambio con la UE ronda los 75.000 millones de euros, si se incluyen el crudo y los productos derivados del petróleo, según Eurostat.

La propuesta del veto al petróleo ruso supone además un punto de tensión añadido en la escalada de guerra energética entre Moscú y Bruselas, un fuego cruzado en el que uno y otro amagan sus apuestas para cortar los lazos de suministro: desde la UE mediante las sanciones, desde Rusia manejando la manija de los conductos. Y cada uno juega con sus cartas. “A Rusia le duele el petróleo, a la UE le duele el gas”, asegura una fuente del Ejecutivo comunitario.

El sexto paquete de sanciones se puso en marcha después de que el gigante Gazprom decidiera cortar el flujo de gas a Polonia y Bulgaria por negarse a pagarlo en rublos, tal y como exige Moscú desde finales de marzo de forma unilateral. La Comisión Europea teme que el esquema se pueda repetir con los vencimientos de pago de otros Estados miembros que se esperan a mediados y finales de mayo, y prepara a la carrera planes de emergencia para hacer frente a eventuales cortes totales y parciales de suministro, con medidas de racionamiento incluidas.

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Sobre la firma

Guillermo Abril
Es corresponsal en Pekín. Previamente ha estado destinado en Bruselas, donde ha seguido la actualidad europea, y ha escrito durante más de una década reportajes de gran formato en ‘El País Semanal’, lo que le ha llevado a viajar por numerosos países y zonas de conflicto, como Siria y Libia. Es autor, entre otros, del ensayo ‘Los irrelevantes’.

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