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Trabajar cansa
Columna
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Devolvamos el país a sus legítimos dueños y todo irá fenomenal

Tras leer la carta de Pedro Sánchez, teletransportarse al lunes no es suficiente, mejor hacerlo directamente al día en que se solucionen todos los problemas, cuando por fin gobierne el PP

Nuñez Feijoo
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en la sede de su partido el pasado 25 de abril.Samuel Sánchez
Íñigo Domínguez

Conocerán la situación: estás en una cena y tras los postres te entra una poderosa, irremediable y fatal sensación de agotamiento sideral. Solo querrías teletransportarte a tu cama, directamente en pijama, sin despedirte ni nada. Desapareces y ya está. Si inventaran un aparatito para eso, las personas simplemente desaparecerían, plop, y nadie se alarmaría, seguirían con los cafés. Hacer desaparecer a otra persona también a veces sería maravilloso, pero más complejo legalmente (podría denunciarte, y a ver dónde la mandas, el Polo Norte se llenaría de gente, tendrías que darle algo de dinero, una bufanda, y podría replicar enviándote a un rosario en Ferraz). Pero la vida no es así, y entonces, muerto de sueño en esa cena, piensas en todo lo que te queda por delante, revives el camino a casa y experimentas cada segundo de la fatiga que te espera. Pues bien, así me sentí yo tras leer la carta de Pedro Sánchez. Una pereza infinita ante todo lo que todavía tendremos que pasar.

Teletransportarse al lunes no es suficiente. Nos deberíamos teletransportar todos más lejos, al día en que se solucionarán todos los problemas y se acabará la tensión: al día en que por fin gobierne el Partido Popular, y si es con Vox, mejor todavía. Devolvamos el país a sus legítimos dueños, que están muy alterados. Si hay elecciones en dos meses y no les dan los números da igual, hay que repetirlas hasta que ganen, solo así volverá la tranquilidad, lo sabemos todos. Piénsenlo. De inmediato se producirá una transformación, imaginen no ver a Cuca Gamarra todo el día enfadada. De repente conoceremos una derecha en versión magnánima, que gobernará para todos los españoles, incluso para quienes no les han votado. Esto solo se dice en la noche electoral, con cara de bueno, pero por unos segundos siempre me lo creo, me gusta mucho esa frase (esto lo decían Los Nikis en El imperio contraataca, aunque se referían a “1582, el sol no se ponía en nuestro imperio”). Entonces España empezará a ser un país estupendo, no una dictadura, respetado internacionalmente, la economía irá fenomenal. Ya, como ahora, pero la diferencia es que ya podrán decirlo ellos y entonces sí será verdad. Los panfletos digitales tendrán que cerrar, no van a inventarse bulos contra Feijóo y Abascal. Y si alguien se inventara, no sé, que Feijóo veraneaba con un narco —perdón, no es un buen ejemplo—, o lo que fuera, todos estamos seguros de que no habría ningún juez dispuesto a juntar recortes de periódicos para abrir unas diligencias. Con la derecha no pasan estas cosas. Pasan otras, todas muy buenas. El Consejo General del Poder Judicial se renovará por fin, todo jueces conservadores, y se acabó el problema. Incluso la amnistía podría ser ya una cosa razonable. El propio Pedro Sánchez, tras unos años de descanso, empezará a ser visto en la derecha como un sólido estadista, y nos dirán que aquel si era un líder socialista serio, no como el que habrá entonces, que no quiero ni imaginar ya cómo lo pintarán: al ritmo de los acontecimientos en 2040 será una especie de Gollum cruzado con el conde Drácula.

En fin, que si Sánchez no dimite, yo estoy dispuesto a inventarme una exclusiva sobre su gato o su prima de Murcia. Y les advierto que me da igual que Sánchez no tenga gato, y menos una prima en Murcia. Si una señora de Santander que se llama como su mujer sirve para un bombazo informativo no veo dónde está el problema. Lo voy a publicar en el Don Miki. Al rato lo habrán retuiteado un millón de veces, a mediodía estará en Telemadrid, luego en dos preguntas del Congreso y al día siguiente, en el juzgado. Seriedad, el que pueda hacer que haga, todos a putodefender España.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.
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