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Cuando Rajoy miró para otro lado en el tema de la negociación con ETA

El ex líder del PP, muy combativo en público contra el diálogo con los terroristas, pidió en privado al entonces presidente Zapatero que hiciera lo que tuviera que hacer pero que no le contara nada. Lo revela el periodista Manuel Sánchez en su nuevo libro, del que ‘Ideas’ publica un adelanto

Rajoy
El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero junto al entonces líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, en octubre de 2008Bernardo Perez

En cuanto al fin de ETA, más allá del desahogo que protagonizó en la entrevista en la cadena Cope, donde reivindicó que durante su Gobierno se acabó con el terrorismo, a Zapatero se le nota algo dolido por esa falta de reconocimiento.

Recuerda que, antes del fin de la banda armada, numerosos periodistas y analistas planteaban que quien acabara con el terrorismo en España pasaría a la historia con letras mayúsculas. “Cuando llegó el momento, ninguno de los que escribió aquello lo recordó”, dice.

Sobre por qué el PSOE tampoco puso en valor este logro, ni en la campaña electoral de 2011 ni posteriormente, el expresidente del Gobierno tiene su explicación: “Pienso que, en este tema, el hecho de haber sido muy divisorio políticamente, porque la derecha utilizó contra mí el proceso de diálogo con ETA, pues es lo que quizá nos ha contenido, nos ha limitado y nos ha hecho, en mi caso hasta ahora, no hacer de ello un acto de afirmación y de orgullo. Ahora creo que ya ha pasado el tiempo necesario y suficiente para que perdamos esa timidez”.

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Cuando se refiere a la gestión que hizo su Gobierno de la crisis económica de 2008, Zapatero no puede disimular que todavía le duele aquello. “Fue un tsunami, pero, visto con el tiempo, comparándolo con la crisis que llegó como consecuencia de la pandemia de la covid-19, que fue otro tsunami económico, y viendo cómo la reacción de Europa fue totalmente distinta, queda en mi tranquilidad que sé que las herramientas de las que dispuse eran absolutamente limitadas para combatir aquello, no teniendo moneda propia o no teniendo el Banco Central”, dice, en un claro reproche a las decisiones que se adoptaron por parte de la Unión Europea en aquel periodo.

El empleo fue la mayor víctima de aquella crisis y, años después, se cifró en casi cuatro millones los puestos de trabajo que se perdieron en España, sin que se llegaran a articular apenas medidas de contención con efectividad. Viendo la diferencia entre las dos crisis, Zapatero reflexiona y dice que, tras haber visto cómo se actuó en la pandemia con los ERTE y las medidas de la reforma laboral —que admite que funcionan extraordinariamente bien—, lo que sucedió en su último año de Gobierno le parece casi un disparate.

“Las empresas españolas gastaron 3.500 millones de euros en despedir a la gente, y no tuvimos una mayor capacidad de frenarlo entonces. Aunque es verdad que nos enfrentamos a sectores productivos que prácticamente desaparecieron, como la construcción y el sector inmobiliario”, afirma.

Dicho esto, el expresidente del Gobierno no elude responsabilidades: “Yo asumo, porque era presidente del Gobierno y las cosas pasaron bajo mi mandato, que una parte de la sociedad estuvo crítica y tenía toda la razón. Siempre he asumido que el responsable de las consecuencias de esa crisis fue el Gobierno que yo presidía”.

Otro tema que le persiguió durante todo su mandato fue el conflicto con Cataluña y cómo afrontó el tema territorial de España. Todavía hay dirigentes socialistas que no se explican y se sorprenden de esa concepción de la España plural y federal que defendió el expresidente a lo largo de sus dos legislaturas, en especial viniendo de un dirigente socialista castellanoleonés. (…)

Sin embargo, Zapatero cree que él no resucitó el debate territorial de España; según dijo, este es un tema que viene de hace doscientos años. “Está inserto en la naturaleza de nuestro país, con momentos álgidos y momentos de calma, aunque siempre presente en la historia política de España”, explica.

El expresidente afirma que él hizo un intento de afrontar la situación y está convencido de que hubiera salido bien y podría haber funcionado para la convivencia en nuestro país durante los siguientes treinta años, sobre todo, si se hubiera contado con la colaboración del PP. Por esta razón, Zapatero intentó convencer a Mariano Rajoy de que le apoyara, pero reconoce que le resultó absolutamente imposible contar con su acuerdo.

El expresidente socialista no cree que él resucitara el debate territorial: es un tema, dice, que viene de hace 200 años

Tampoco se siente culpable de que su apuesta por un modelo de Estado plurinacional en España o la aprobación del Estatut de Cataluña y las promesas y negociaciones que se desarrollaron durante su Gobierno derivaran, el 1 de octubre de 2017, en un referéndum ilegal promovido por el independentismo en Cataluña.

“No me siento culpable en absoluto —dice con gesto serio—. La democracia tiene responsabilidades muy repartidas. Pero creo que la principal responsable, y siento decirlo, fue la sentencia que dictó el Tribunal Constitucional. Objetivamente, todo empezó ahí”.

Zapatero cree que cualquier periodista o historiador tiene que concluir que, a raíz de la sentencia del Tribunal Constitucional (TC), hay un antes y un después que marca la relación con Cataluña, “porque es cuando se produce una reacción masiva de todo el arco parlamentario, menos del PP, en contra de esa sentencia. Por una razón muy sencilla: desde Cataluña se consideró que se había roto el pacto constitucional con esa sentencia, y lo razonaron desde el primer momento. Pienso que su razonamiento merece ser escuchado”.

A continuación, en tono didáctico, el expresidente explica que el Estatut de 1979 fue elaborado por una asamblea de parlamentarios en representación de Cataluña y de las Cortes Generales, luego se sometió a referéndum, y cuando después fue ratificado por las Cortes, no se admitieron enmiendas; se aprobó el mismo texto que se había votado.

Para Zapatero, “el espíritu que ahí se construye es una especie de pacto federal, que viene a decir que lo que acordamos se respeta cuando se ha aprobado en un referéndum, y eso ya no se puede tocar. Los partidos nacionalistas catalanes consideraron que con la sentencia del TC ese acuerdo tácito se rompe y lo interpretan como una quiebra del pacto constitucional”.

En su opinión, “esta visión no es ninguna locura, ya que se evidencia un choque de legitimidades: porque el pueblo de Cataluña votó un Estatut frente a la legitimidad del TC, que emitió una sentencia que podía emitir. Fue una anomalía del sistema en un tema tan crucial”.

Por ello, Zapatero aplaude que, en 2015, con mayoría absoluta del PP, se recuperara el recurso previo de inconstitucionalidad, que tiene por objeto la posibilidad de plantear impugnación ante el TC del texto definitivo de un proyecto de estatuto de autonomía o de una propuesta de reforma de un estatuto, aprobado por las Cortes Generales, antes de ser sometido a votación en referéndum. Es decir, que cualquier consulta de una reforma estatutaria que se someta a la ciudadanía tenga ya la garantía de estar dentro del marco de la Constitución. El expresidente considera “interesantísimo que ahí estuviera el PP”.

Tras muchas consideraciones, Zapatero hace su balance de todo aquello: “Fue un intento más de mejorar esa relación entre España y Cataluña, pero las fuerzas que se opusieron eran muy fuertes. Me hubiera gustado contar con el PP y he reflexionado mucho qué hubiera podido hacer más”.

En este aspecto, el líder socialista realiza una confesión inédita hasta ahora: “Con el tema de ETA, que Rajoy me combatió muy duramente y llegó a decir algunas cosas inapropiadas en el Parlamento, sin embargo, privadamente estaba mucho más abierto que con el tema de Cataluña. Es curioso. Con el tema de ETA más o menos me dijo: ‘Tú haz lo que tengas que hacer, pero no me lo cuentes’. Es muy de Rajoy”. Y Zapatero suelta una carcajada.

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