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Vuelve Pelayo, el mito que reivindica la extrema derecha y al que mira de reojo la ficción

José Ángel Mañas resucita en su nueva novela al rey astur, a quien pretende poner a la altura del rey Arturo o el Cid para crear una leyenda española a la altura de ‘Juego de tronos’

José Ángel Mañas en Covadonga.
José Ángel Mañas en Covadonga.asis ayerbe
Sergio C. Fanjul

En torno a la figura del rey Don Pelayo se concentran las brumas, como esas que surgen en los bosques y montañas asturianas. No está claro si existió o no existió, si era godo o hispanoromano, si se tuvo a sí mismo por un rey, si la batalla de Covadonga tuvo realmente lugar, o si podemos llamar Reconquista al proceso que el guerrero inició. Tampoco está claro si Pelayo es un personaje para todos los públicos (como parece ser en Asturias) o su leyenda ha sido secuestrada por la extrema derecha (como parece en otros ámbitos, Twitter entre ellos). Las fuentes históricas son breves y ambiguas, y el héroe astur es objeto de fuerte controversia entre historiadores y aficionados.

Lo bueno de la novela histórica es que, además de histórica, es novela, de modo que puede transitar por el terreno de la ficción. Es lo que ha hecho el escritor José Ángel Mañas en su novela ¡Pelayo! (La Esfera de los Libros). Mañas ha sido conocido mayormente por sus novelas generacionales, que tratan el tema de la juventud, la noche, el despiporre, lo sórdido (como Historias del Kronen o Mensaka), pero desde hace algún tiempo también le da a la novela histórica. “Soy licenciado en Historia”, explica, “y aunque pasé por la facultad un poco como un turista, al final eso te moldea la cabeza”. Comenzó fabulando sobre Alejandro Magno, pero luego se pasó a los grandes temas españoles. “Quería desentrañar los misterios de España en esta época de turbulentas identitarias, lo cual no es cosa fácil”, explica. Algunos de los temas de sus libros son el inicio de la Guerra Civil en 1936 (Episodios republicanos), la resistencia de Numancia (El hispano) o la conquista de América (Conquistadores de lo imposible). Faltaba otro hito, y era Pelayo.

En el año 711 los musulmanes conquistaron la península con una facilidad pasmosa. Las disputas intestinas entre los partidarios de los reyes godos Rodrigo y Witiza se lo pusieron fácil. También el pasado romano. “En realidad el trabajo sucio lo hicieron los romanos: al haber conformado centros de poder y construido calzadas, la conquista fue más sencilla”, explica Mañas (lo mismo pasó en América al conquistar a los imperios azteca e inca). La verdadera resistencia apareció en los Picos de Europa, donde surge la figura de Pelayo, que a Mañas le pareció muy novelesca.

El escritor José Ángel Mañas.
El escritor José Ángel Mañas.asis ayerbe

“La idea previa que yo tenía de Pelayo era de una especie de rebelde, de outsider, de Robin Hood asturiano”, dice el autor. Luego fue descubriendo en las crónicas otros datos jugosos: sus lazos con la monarquía, su faceta de criador de caballos asturcones, su presencia en momentos decisivos de la historia, como la batalla de Guadalete (la victoria musulmana que permitió su avance en la península) o la batalla de Covadonga. Le pareció un personaje muy similar al rey Arturo, aunque sin tanto reconocimiento cultural: la figura de Pelayo no ha sido tan aprovechada en novelas o productos audiovisuales, y eso que Mel Gibson insinuó hace un par de años que le gustaría hacer una película sobre el personaje. Según Mañas, no pasará mucho tiempo antes de que veamos una gran producción audiovisual sobre Pelayo (tal vez en la línea de El Cid de Amazon Prime Video, recibida con reacciones desiguales).

“La figura de Pelayo no ha sido tan tratada como la del Rey Arturo o como la del Cid, y eso que su peso histórico es mucho mayor”, dice Mañas, que ha encontrado ciertos paralelismos con Arturo: son dos líderes cristianos que resistieron contra invasiones (sajones y musulmanes), que tienen raigambre céltica, que están en el origen legendario de sus naciones… Había piezas que faltaban en la leyenda artúrica de Pelayo, así que Mañas, que es novelista, se las inventó: en su relato aparece un personaje que cumple el papel de mentor del mago Merlín, y un elemento sagrado, como el Santo Grial, que son las reliquias de Santa Eulalia, que fue patrona de Asturias. Por cierto, la narradora de la historia es la empoderada hermana de Pelayo, Adosinda.

Controversias pelayas

La historia de Pelayo puede contarse como una gesta heroica con la que embelesar a niños y adultos, al igual que un episodio de Juego de Tronos, o en clave política, como el origen de la nación española y símbolo de resistencia contra el Islam. Ha sido tradicional que la derecha y la extrema derecha se hayan apropiado de Pelayo para darle fuste a su relato. Muchos historiadores alegan que la historia fue inventada en tiempos de Alfonso III (rey de Asturias entre los añoas 866 y 910) para ennoblecer los orígenes de su estirpe y del reino de Asturias. Textos como la crónica de Alfonso III, donde se refiere, no se consideran del todo fiables por este motivo. Las fuentes, además, son todas muy posteriores a los hechos que narran. “Como las crónicas son cuestionables”, señala Mañas, “cada uno se posiciona allí donde le dice su intuición, y ahí surge el debate. Todo dependen de la fiabilidad que le otorguemos a los textos”.

El santuario de Covadonga. Según la leyenda, en el año 718 el rey Pelayo y sus hombres dieron comienzo aquí a la Reconquista contra los musulmanes.
El santuario de Covadonga. Según la leyenda, en el año 718 el rey Pelayo y sus hombres dieron comienzo aquí a la Reconquista contra los musulmanes.THEPALMER (getty images)

El término Reconquista, el proceso que supuestamente comenzó en la batalla de Covadonga y que finalizaron los Reyes Católicos con la toma de Granada, se popularizó en el iglo XIX entre los conservadores de la Restauración borbónica. También fue, por motivos evidentes, del gusto de la dictadura franquista. Ya en democracia Covadonga, Pelayo y la Reconquista ha sido enarboladas por ultras desde la Fuerza Nueva de Blas Piñar hasta el actual Vox de Santiago Abascal, que ha realizado mítines en ese montañoso enclave asturiano y ha declarado su intención de realizar una nueva Reconquista de España ante sus adversarios políticos y lo que consideran una invasión musulmana. “No vamos a pedir perdón, ni por la historia ni los símbolos”, dijo allí Abascal. La Reconquista sería vista desde este sector como una heroica lucha de liberación nacional contra el invasor moro. Hay una cosa que también puede unir la figura de Pelayo con ciertos sectores de la derecha actual más allá del nacionalismo: se presume que uno de los motivos de su rebelión podría ser el negarse a pagar impuestos.

Otras corrientes niegan o aminoran la importancia de los hechos de Covadonga o, como el historiador británico Henry Kamen, dudan de la existencia de un proceso de reconquista como tal: “Ninguna campaña militar puede durar ocho siglos”, declaró a EL PAÍS. Ocho siglos en los que, además, en periodos de paz, la convivencia y la mezcla entre reinos cristianos y musulmanes fue frecuente. El relato de la batalla de la Covadonga es frecuentemente sobredimensionado; en ciertas fuentes es directamente fantástico, con la Virgen interviniendo en la batalla y haciendo que las flechas de los musulmanes se volvieran mágicamente contra ellos. En alguna versión hay incluso demonios que salen de las profundidades para echar una mano. Se le otorga grandiosidad, pero lo más probable, según muchos expertos, es que fuera una simple escaramuza, eso sí, con profundas repercusiones.

“Lo que yo intento reivindicar es que Pelayo es de todos y que el sentimiento de españolidad puede y debe coexistir con diferentes ideologías”, zanja Mañas, que también piensa que desde la novela histórica se están tratando tramos de la historia que no se han contado lo suficiente, sobre los que se ha pasado de puntillas. “Ahora se habla mucho de la importancia del relato en la política, de igual manera, hay una lucha feroz por el relato histórico. En eso estamos”.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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