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Justin Bieber a los 27 años, nuevo disco y un paso más hacia la madurez

El cantante ha alcanzado la estabilidad gracias a la religión y a su matrimonio con Hailey Baldwin, y promete “curar a la humanidad” con sus canciones

Justin Bieber
Justin Bieber, en Los Ángeles el pasado febrero.MEGA (Getty)

Desafiando a la pandemia y tan solo un año después de su disco Changes, publicado en 2020, Justin Bieber ha lanzado Justice, su sexto álbum de estudio. Un trabajo que ha llegado casi por sorpresa a los pocos días de que el canadiense celebrase su 27 cumpleaños. Una edad marcada en rojo para cualquier estrella de la música rodeada de polémica, ya que con 27 años murieron iconos de la cultura popular y de la rebeldía como Kurt Cobain, Jim Morrison, Jimi Hendrix o ya en este siglo Amy Winehouse. Resista o no la comparación con semejantes leyendas del rock, Justin Bieber es una de las mayores estrellas de la última década. Ha sido tan amado como odiado y en él se han alternado éxitos con problemas personales. Desplantes a la prensa e incluso a sus fans, agresiones, detenciones, un sinfín de episodios polémicos que han forjado una imagen de chico inestable encaminado a un destino trágico.

Sin embargo, Bieber decidió pelear por tener una carrera larga a sabiendas de que el único camino para conseguirla era la estabilidad emocional. Su matrimonio con Hailey Baldwin ha sido crucial en este cambio, y desde que se casaron en 2019 el cantante ha declarado que es mejor persona “cada día”. El otro motor de este camino hacia la madurez ha sido la profunda fe cristiana que también comparte su esposa. Todo ello lo ha querido reflejar en Justice, un disco con el que pretende proporcionar “confort para que las personas se sientan menos solas”, en una época en la que “nuestro planeta sufre y la humanidad necesita sanación y justicia”. La positividad de sus mensajes no ha evitado, sin embargo, que el álbum haya sido recibido con una nueva polémica, en concreto una acusación de plagio.

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Dentro de lo malo, Justin Bieber no ha sido señalado como plagiador de las melodías o letras de las canciones de su nuevo disco, sino de copiar la tipografía del dúo francés Justice. El logotipo de estos referentes de la música electrónica es muy parecido al que aparece en la portada del álbum del canadiense, del mismo título. Según la revista Rolling Stone, los presuntos afectados ya habrían emprendido acciones legales.

Lejos de verse preocupado, Bieber se ha mostrado en las redes sociales más contento que nunca con la acogida que ha tenido el disco en sus primeros días por parte de su legión de fans, con los que asegura sentirse más unido que nunca. Un proceso de reencuentro que inició a comienzos de 2020 con la serie documental Seasons que grabó para YouTube después de años de desplantes a esas beliebers que le catapultaron a la fama con solo 15 años. Hijo de una madre soltera con problemas de adicciones y depresión, en el documental reconoció que él también había abusado de las drogas con tan solo 13 años, y que, como su progenitora, luchó contra la depresión y la ansiedad y que se enfrentó a pensamientos suicidas. “Era joven, como el resto de personas del mundo que experimentan, pero yo lo hice ante las cámaras y tuve una exposición diferente. Además, tenía mucho dinero”, explicó.

El documental fue el paso definitivo hacia el nuevo Justin Bieber que hoy confirma con su nuevo disco. En él, Baldwin está muy presente. Hoy se muestran más felices que nunca pero no les importa reconocer que los inicios fueron muy complicados y que no todos los días son igual de buenos. El intérprete de Baby habla hoy de su matrimonio como “un desafío, un proceso emocionante” en el que combinan sus vidas y las mezclan. La pandemia del coronavirus no ha dificultado ese reto, sino que les ha ayudado a fortalecer su relación. La hija de Stephen Baldwin cuenta que han tenido mucho tiempo a solas, como “unas largas vacaciones para pasar juntos todo el tiempo”. Al cantante, el confinamiento le ha servido además de para aprovechar para sacar un nuevo disco al mercado, para priorizar a su familia por encima de su carrera. Está de vuelta al trabajo y deseando salir de gira para reencontrarse con sus seguidores, pero “estableciendo límites” en ese próxima gira para seguir estando todo el tiempo posible junto a su esposa.

Una concepción tradicional del matrimonio influida por sus convicciones religiosas que contrasta con la imagen de chico rebelde que siempre ha proyectado. Hace tres años, en el momento de comprometerse, hablaba en Instagram en estos términos de su futura esposa: “Prometo liderar nuestra familia con honor e integridad y dejar que Jesús a través de su Espíritu Santo nos guíe en cada cosa que hagamos y cada decisión que tomemos. El que encuentre una buena esposa encontrará el bien y obtendrá el favor del Señor”.

Un camino que parece haber alejado para siempre al Justin Bieber que limpió el suelo con la bandera de Argentina, que contaba chistes racistas en Twitter o que se marchó en mitad de una entrevista en Madrid y nada más empezar un concierto en Oslo. El que pegó un puñetazo a un fan o fue arrestado por conducción temeraria. Un ejemplo que demuestra que esa lucha entre el recto hombre casado y el díscolo ídolo de adolescentes aún continúa han sido sus últimas declaraciones sobre sus tatuajes en una emisora de radio estadounidense. Bieber afirma que se prometió a sí mismo no tatuarse las manos. “Quiero ser capaz de ponerme un traje de chaqueta y evitar que se vean los tatuajes”, desveló. Una metáfora perfecta del hombre nuevo que nunca podrá borrar su pasado rebelde.

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