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Las urgencias casi inútiles de Madrid: “¡Ni la bajes del coche! Aquí no hay médicos”

EL PAÍS pasa una jornada en seis Puntos de Atención Continuada 24 horas de la Comunidad, donde decenas de madrileños con catarros, alergias, infecciones o bebés con fiebre fueron rechazados, contribuyendo al colapso de los hospitales en plena epidemia de gripe

Un hombre pasa por delante del Punto de Atención Continuada de Paseo Imperial, en el distrito de Arganzuela de la ciudad de Madrid.
Un hombre pasa por delante del Punto de Atención Continuada de Paseo Imperial, en el distrito de Arganzuela de la ciudad de Madrid.Juan José Martínez
El País

Un hombre detiene su coche frente al centro de salud de Fuencarral, en el norte de Madrid. Se baja y corre a la puerta del copiloto para ayudar a su madre. Una enfermera sale con prisa y le grita desde las escaleras: “¡Ni la bajes del coche! Aquí no hay médicos”. El hombre suspira, vuelve al volante y se marcha. La enfermera regresa adentro a seguir su jornada. Hace de portera, administradora y de primer filtro. En poco más de hora y media de la mañana del sábado, una quincena de pacientes se había dado media vuelta.

La otra cara de las urgencias colapsadas en los hospitales de Madrid durante la epidemia de gripe es menos conocida. La podemos encontrar en decenas de barrios y municipios de la región, donde durante décadas los madrileños enfermos han sido atendidos en ambulatorios abiertos 24 horas de problemas menores como un catarro o una infección de orina. Desde hace 14 meses muchos de estos centros donde nunca solía faltar un médico se han quedado cojos, atendidos solamente por enfermeras. EL PAÍS visitó el sábado seis ambulatorios de la región donde comprobó cómo decenas de pacientes eran rechazados. Cuando cruzaban la puerta les recibía un celador o una enfermera que valoraba si podían atenderles. Aparentemente casi nunca podían. Encogiendo los hombros, les informaban: “No tenemos médico. Vaya al hospital”.

Se llaman Puntos de Atención Continuada (PAC), el nuevo nombre tras la reforma de octubre de 2022 del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso, pero algunos sanitarios los conocen despectivamente como “centros de curitas”. Les llaman así porque las enfermeras apenas pueden atender más casos que las curas, algunas programadas y otras sobrevenidas, como por ejemplo un corte con un cuchillo de cocina. Estas profesionales reconocen que sin los conocimientos de un médico y sin el amparo legal para diagnosticar y recetar, están atadas de pies y manos.

Los pacientes que son rebotados se tienen que buscar la vida. Un hombre mayor que se apoyaba del brazo de su mujer salía del PAC de Navalcarnero caminando con dificultad. “Estoy asfixiado... No puedo... respirar... apenas”.

Su esposa explica que el hombre sufre desde hace tiempo del pulmón y esta mañana el dolor era insoportable. Se llama Enrique Hernández y es un albañil jubilado de 70 años. En recepción les han recomendado que vayan al hospital Rey Juan Carlos de Móstoles, que está a 20 minutos en coche. Como no tienen vehículo propio, el celador ha llamado a un taxi. La mujer explica la situación mientras aguantan el frío de esta mañana de invierno: “Nos han dicho que era lo mejor porque una ambulancia tardaría en recogerle de dos a tres horas”.

Enrique Hernández y su mujer, María Esther García, delante del Punto de Atención Continuada de Navalcarnero, donde les recomendaron que tomaran un taxi para ir al hospital.
Enrique Hernández y su mujer, María Esther García, delante del Punto de Atención Continuada de Navalcarnero, donde les recomendaron que tomaran un taxi para ir al hospital.Fernando Peinado
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Las enfermeras tratan de dar la mejor respuesta con las pocas herramientas en sus manos. En este caso, explican, le tomaron a Enrique la saturación de oxígeno. Dicen que si hubiera sido más grave habrían llamado al 112 y una UVI móvil se lo habría llevado.

Aquí, casi nadie pone quejas a pesar de que en la puerta cuelga un folio con un QR que lleva a la web de la Comunidad dedicada a reclamaciones, sugerencias y agradecimientos. Una excepción es un padre que sale acompañando a su hijo de 12 años, enfermo con fiebre y placas. Lleva en una mano la copia amarilla de la queja que acaba de presentar en el mostrador. “Yo voy a serte claro”, anuncia. “Yo soy votante del PP”. Se llama Nicolás Luengo y es un informático que dice conocer bien las carencias de la sanidad pública en Madrid. Explica que decide su voto considerando otros factores. Sin embargo, está tan indignado por lo que le acaba de pasar que quiere dejar algo claro: “Mi voto no es un cheque en blanco”.

“Quiero que los servicios públicos funcionen bien”, añade. “Sé que el PP es muy liberal, pero no quiero tener la sanidad de Estados Unidos”.

El ambulatorio con urgencias de Navalcarnero (31.974 habitantes; en el suroeste de la región) está en un lugar céntrico junto al Ayuntamiento. Este centro sanitario abierto las 24 horas ha sido durante mucho tiempo un recurso apreciado en esta población grande sin hospital. Según la reforma de 2022, Navalcarnero debería tener médico de urgencias. De un total de 78 PAC, 29 atienden como centros de enfermería y los otros 49 cuentan en teoría con médico. Sin embargo, la realidad es otra.

Según los cálculos de la plataforma de sanitarios SAR SUAP Madrid, creada para denunciar este nuevo modelo, lo normal es que diariamente falte médico en más de un tercio de los centros de este segundo grupo. En Navalcarnero solo ha habido médico un día de enero (el festivo de Reyes). El concejal de Sanidad, José Manuel Jiménez, lleva 14 meses comprobando día a día la situación: en 2023 faltó un médico el 60% de los días.

Hacia un “modelo de enfermería puro”

Una defensa habitual de la Comunidad de Madrid es la escasez generalizada de médicos en España, pero lo cierto es que la Comunidad cree que puede mantener el servicio sin ellos. Isabel Díaz Ayuso ha defendido que los enfermeros de los PAC “perfectamente pueden hacer su trabajo porque están dotados y formados para ello”. Su exconsejero Enrique Ruiz Escudero, artífice de la reforma, se inspiró en el “modelo de enfermería puro del Reino Unido”, como contó EL PAÍS. Su sucesora, Fátima Matute, volvió a defender la autonomía de las enfermeras durante una entrevista en Telemadrid la semana pasada: “Las enfermeras pueden hacer muchas labores y nosotros lo vamos a potenciar desde la Consejería. Ya lo estamos haciendo”.

La realidad sobre el terreno desmiente a los líderes de la Comunidad. En el PAC de Torrelodones (25.115 habitantes; en el noroeste de la región) los vecinos con dolencias llegaron a cuentagotas, unos 25 en toda la mañana. Sin excepción, se detuvieron al ver un cartel en la puerta: “Hoy no hay médico”.

El cartel que recibía a los pacientes en el Punto de Atención Continuada de Torrelodones les advertía: "Hoy no hay médico"
El cartel que recibía a los pacientes en el Punto de Atención Continuada de Torrelodones les advertía: "Hoy no hay médico"Amanda Rodríguez

“¿Si no hay médico, qué hago?”, se pregunta con preocupación David Olivier, quien se cortó el dedo con un cuchillo jamonero hace una semana. “Me duele y tengo miedo de que se me infecte, quizá necesite que me receten un antibiótico”, cuenta.

Como solución, el personal no tiene más remedio que dirigir a Olivier y otros pacientes al Hospital de Guadarrama o al Puerta de Hierro, ambos a unos 20 minutos en coche.

En el PAC Los Ángeles, en Getafe (sur de Madrid), las enfermeras no pueden ayudar a una niña de 12 años que iba acompañada de su madre. Acaba de sufrir una reacción alérgica por algo que ha comido y necesita un antihistamínico para detener la reacción. “Me han dicho que la pueden mirar, pero que no le van a recetar nada”.

Y en el PAC El Arroyo de Fuenlabrada (también en el sur), tres enfermeras derivan a los pacientes que no pueden atender. Hablan con este periódico durante un momento de calma a la hora del almuerzo. “Creo que los vecinos se han creado hasta un grupo de WhatsApp para chivarse de cuándo hay médico”, decía una antes de volver a sus labores.

Uno de cada cuatro PAC que deberían tener médico carecieron de ellos el sábado, según la plataforma de sanitarios SAR/SUAP, que lleva en su nombre las siglas de los antiguos ambulatorios con urgencias (Servicios de Atención Rural y Servicios de Urgencias de Atención Primaria).

Los 49 PAC que nominalmente tienen médico dependen de que la Gerencia de Atención Primaria encuentre suplentes para cubrir esas plazas. Es una solución parcheada que deja a los vecinos en la incertidumbre sobre si su ambulatorio será útil o no.

En los 29 PAC que nominalmente solo tienen enfermeras, no hay sorpresas para los vecinos que ya conocen la situación, pero todavía quedan pacientes desorientados. En el PAC de Paseo Imperial, en la ribera del Manzanares de la capital, Clara Pascual, de 39 años, y su esposo se han acercado a las puertas de cristal, cada cual con un carrito de bebé. Quieren que revisen a su hijo de dos años, a quien le subió la fiebre hace un par de días. “Resulta que no hay médico, me parece una vergüenza que esté abierto un centro sin médico”, reclama indignada la madre.

Una mujer en la puerta del Punto de Atención Continuada de Fuencarral.
Una mujer en la puerta del Punto de Atención Continuada de Fuencarral.ANA PUENTES

Los pacientes que son desviados se enfadan porque sienten que les invitan a empeorar la saturación en los hospitales. Algunos han visto las imágenes de salas de espera abarrotadas y tienen miedo a pillar más virus. Quizás sea preferible esperar en cama el fin de semana y volver al centro de salud el lunes para que les vea su médico de cabecera.

Sin embargo, el vecino de Navalcarnero que se asfixiaba no podía esperar. Por suerte, Enrique Hernández llegó a las urgencias del hospital Rey Juan Carlos, donde le pusieron una mascarilla de oxígeno y decidieron que debía ser ingresado, según contaba su esposa por teléfono al final de la tarde: “Le han dicho que el tabaco lo tiene que dejar”. Se preparaba para pasar la noche acompañando a su marido. De fondo, se oían las urgencias, un tumulto agravado por una red de ambulatorios que ha dejado de funcionar.

Con información de Fernando Peinado, Juan José Martínez, Ana Puentes, Amanda Rodríguez y Luis Enrique Velasco

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