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El diputado Agustín Moreno, fichaje de Yolanda Díaz en la Asamblea: “Me gusta ser como un casco azul y hablar con todo el mundo”

El histórico sindicalista y profesor, integrado como independiente en Podemos, preguntó a sus compañeros antes de aceptar el reto de integrarse en Sumar y nadie se opuso

Agustín Moreno posa frente a la Asamblea de Madrid.
Agustín Moreno posa frente a la Asamblea de Madrid.ANDREA COMAS

Agustín Moreno, diputado independiente del grupo de Podemos e IU en la Asamblea de Madrid, pide la palabra frente a todos sus compañeros. Luce fuerte el sol de julio, y las aguas de la izquierda bajan revueltas: se multiplican las siglas mientras la derecha cotiza al alza en los sondeos. En ese contexto, Moreno, histórico sindicalista de CC OO, y profesor aplaudido por sus alumnos del IES Villa de Vallecas el día de su jubilación (2017), quiere actuar, dice, como “casco azul”. Contribuir a tender puentes, no a abrir nuevas heridas. Por eso mira a los ojos al resto de diputados de su grupo, y pregunta por su futuro, según relatan dos fuentes presentes: ¿Alguien tiene algún problema con que me una al proyecto Sumar de la vicepresidenta Yolanda Díaz?, viene a decir. “Y a todo el mundo le parece perfecto”, resume la respuesta uno de los interpelados. Así se llega a la foto del pasado viernes: la ministra Díaz llegando a un acto clave para su plataforma flanqueada por el profesor Moreno, que ha asumido la labor de coordinador de la cartera de Educación de Sumar.

“Les dije que me había comprometido con Yolanda a facilitar un proceso de escucha y a elaborar propuestas de educación de manera colectiva con un grupo colectivo”, dice Moreno en conversación con EL PAÍS sobre aquel encuentro de julio con sus compañeros diputados. “Soy independiente, no formo parte de ningún partido”, subraya, alejando la idea de que busca un puesto tras pasar por el Partido Comunista y las listas electorales de Izquierda Unida y Podemos. “Dije que yo ya era muy veterano, que me iban a operar de una hernia… pero luego no pude decir que no por coherencia”, añade. “Me han pedido que eche una mano en materia de educación, formulando propuestas necesarias en un proyecto de regeneración democrática y eso es lo que voy a hacer, nada más”.

Y eso está haciendo. Concertar una cita con él cada vez es más difícil. Tiene la agenda llena. Y mucho trabajo por hacer. “Se necesita una política nítida de izquierdas. Los bloques de izquierdas y derechas están muy equilibrados, pero la derecha está más movilizada en España”, lamenta. Por eso defiende que tiene que haber “un movimiento ciudadano, tiene que haber calle, participación, compromiso y unidad”, explica. Y esa unidad es la que cree que puede salvar a la izquierda. “Cuando en 2019 se produce la ruptura de la izquierda en la Comunidad de Madrid [al surgir Más Madrid y Más País como una escisión de Podemos y mantenerse este partido, el PSOE, e Izquierda Unida] era la crónica de una muerte anunciada. Por eso no hay que dejar a nadie fuera”, defiende. Para eso, él se posiciona: “Me gusta hacer de casco azul, hablar con todo el mundo, incluso con otras fuerzas, y admitir y aplaudir cuando otros hacen un buen trabajo”.

El fichaje de Moreno (70 años) por Sumar es excepcional. Entre los 35 nombres anunciados el viernes como coordinadores temáticos del proyecto, apenas hay un puñado de cargos políticos arriesgando el sueldo público que lograron con su partido al unirse a la plataforma: Moreno o la concejala Marta Lois, de Compostela Aberta, muy próxima a Díaz. El movimiento, por lo tanto, no es fácil, ni cómodo. Una elección que rima a la perfección con una biografía llena de capítulos de alta tensión.

Yolanda Díaz, con Agustín Moreno a su izquierda, en el acto de presentación de los coordinadores de Sumar.
Yolanda Díaz, con Agustín Moreno a su izquierda, en el acto de presentación de los coordinadores de Sumar. Álvaro García
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Rebelde por naturaleza, el hoy diputado soñaba con hacer la primera comunión disfrazado de indio Gerónimo. Sin haber cumplido los 14 años, ya estaba en la estación de Atocha para subirse al tren que le llevaría a Sevilla a estudiar Oficialía y Maestría Industrial en la Universidad Laboral. Militante del Partido Comunista en pleno franquismo, vivió el miedo de pasar por los calabozos de la dirección general de seguridad de la Real Casa de Correos, y de Las Salesas, hasta que le atendió la abogada Manuela Carmena. Procesado “por propaganda y asociación ilícita”, huyó meses después para evitar una nueva detención, y por ello fue condenado a dos años de cárcel en rebeldía.

Automáticamente, su carrera de ingeniero técnico industrial se truncó. Trabajó en la construcción y entró en CC OO a los 27 años. Eran otros tiempos. Se dejaba bigote para parecer mayor. Llegó a la dirección del sindicato. Aquella aventura duró hasta 1996, cuando acabó en el bando de los perdedores de una guerra interna. Como en todo ese tiempo había estudiado, como hobby, la carrera de Geografía e Historia, decidió presentarse a unas oposiciones para ser profesor: estuvo dando clase sin descanso en ocho institutos de Madrid hasta que se jubiló. San Sebastián de los Reyes, Villanueva de la Cañada, Griñón, el distrito madrileño de Vallecas…

“Estuve prácticamente sin fallar un día y decidí jubilarme por responsabilidad, para dar paso también a savia nueva…”, describe una etapa a la que sumó las que pasó en Ecologista en Acción, y ahora en las listas de Podemos.

Moreno ha vivido en sus carnes el precio de la división. En 2015 fue el número tres de la lista electoral encabezada por Luis García Montero, que se quedó fuera de la Asamblea pese a conseguir 132.000 votos, lo que permitió gobernar a Cristina Cifuentes (PP) gracias al apoyo de Ignacio Aguado (Cs). Cuando llegaron las elecciones de mayo de 2021, a las que concurrió con Podemos, compitiendo con PSOE y Más Madrid, invocó una letra de Fito Páez (¿Quién dijo que está todo perdido?) ante el desánimo de los electores de izquierdas. Pero Díaz Ayuso acabó ganando cómodamente. Ahora, con las generales de 2023 en el horizonte, Moreno busca contribuir a que Sumar sea una plataforma que aúne voluntades por encima de las siglas, con un efecto multiplicador. Y en esa tarea, el prestigio ganado en el día a día puede actuar como imán.

“Agustín es un tipo que tiene prestigio mucho más allá de Podemos, y creo que tiene esa forma de hacer política que cuadra mucho con el proyecto de personas de Yolanda”, resume un político que no milita en Podemos, pero que admira al profesor, lo que explica, en parte, su capacidad para hacer de casco azul entre las distintas corrientes de la izquierda. “Es muy buena persona, dice lo que piensa siempre con un tono muy educado, y aunque se puede cabrear, siempre es constructivo”, fotografía. “Aporta su carisma al proyecto, y su conocimiento, que es grande”.

En la misma línea analiza el fichaje otro diputado, que subraya su coherencia: “Cuando tienes un referente como Agustín Moreno en temas educativos y estás trabajando con él día a día, no te puede parecer más que un acierto que coordine el grupo de trabajo de Educación para Sumar, porque si lo que importa son las políticas y los programas, está claro que vamos a defender las mismas cosas que ahora”.

Opiniones que no comparten en la bancada conservadora del Parlamento regional: “Es una persona que conoce bien el ámbito educativo, es profesor, lo que se agradece, pero nos separan políticamente ideas muy enfrentadas”, describe un representante de la derecha. “Para él solo hay un modelo, la escuela pública y laica”, lamenta. “Y nosotros defendemos que la Constitución consagra que pueden convivir distintos proyectos educativos, y que tienen que ser las familias las que elijan la educación de sus hijos”, añade. “Guarda las formas. Es muy educado, comedido. No es una persona con la que confrontar sea agresivo, beligerante, pero su planteamiento ideológico no sé si es radical pero sí diametralmente opuesto al nuestro”.

Ahora, Moreno otea el horizonte con una mezcla de preocupación y esperanza. Este lunes miró a Italia y vio una advertencia para España que le facilita explicar la razón que le ha llevado a Sumar: “Cuando la izquierda es inidentificable, su división es endémica y los trabajadores están desmovilizados, unos se quedan en casa y otros piensan que los bárbaros pueden ser la solución”.

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