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Crimen de Jéssica Méndez: el accidente de tráfico que acabó en un juicio por asesinato

El fiscal, que aprecia una agravante por motivos de género, pide 24 años de cárcel para José Eirín por embestir mortalmente a la mujer con su coche después de años de “odio” por haber rechazado una relación con él

Crimen de Jéssica Méndez
El acusado, José Eirín, en la Audiencia de Pontevedra que acoge el juicio por el asesinato de Jéssica Méndez.Salvador Sas (EFE)

La muerte en 2022 de Jéssica Méndez, de 29 años, fue un asesinato, ejecutado con premeditación por José Eirín al embestir su coche contra el de la víctima, vecina suya de la localidad pontevedresa de Barro, movido por la “obsesión” y el “odio” que sentía hacia ella al no ser correspondido afectivamente durante años, desde que ella era adolescente. Así lo determina la Fiscalía, que pide para el acusado una condena de 24 años de cárcel, al apreciar una agravante por motivos de género. El juicio a Eirín, de 43 años, que se someterá al veredicto de un jurado popular, se está desarrollando desde el pasado lunes en la Audiencia de Pontevedra, justo cuando están a punto de cumplirse dos años del crimen. El acusado no ha querido responder a las preguntas del fiscal y solo ha hecho una breve declaración: “Soy inocente. Yo no sabía quién iba dentro del coche, y no pude hacer nada para evitar el accidente”.

Casi 20 testigos, entre ellos 11 agentes de la Guardia Civil, dos médicos forenses, familiares y allegados de la víctima, entre otros propuestos por la acusación particular, han intentado estos días aportar luz a un caso complejo. Al acusado no se le ha podido imputar el delito de violencia de género al no haber existido una relación sentimental con la víctima. Tampoco hay pruebas de un acoso previo, aunque los indicios apuntan a que la obsesión de Eirín con su vecina fue el detonante del presunto asesinato. Así, y mientras el fiscal y la acusación particular mantienen la tesis del asesinato alevoso por las características de la colisión y las circunstancias personales entre procesado y víctima, el abogado del acusado se ha ceñido a la hipótesis de un accidente de tráfico fortuito, causado por la ingesta de medicamentos (paracetamol y tramadol) que le habían prescrito a Eirín para tratar una lesión en la mano. Según el letrado, los fármacos le provocaron pérdida de visión y esta fue la causa del brutal choque con la fallecida.

Jéssica Méndez murió en el hospital 24 horas después de entrar en un coma profundo debido al impacto que recibió su coche, ocurrido a las 9.25 del 17 de marzo de 2022 y causado por un Seat Toledo que conducía el acusado a 80 kilómetros por hora. La colisión alcanzó de lleno la puerta del vehículo de la víctima cuando ella estaba parada en un ceda el paso. El fiscal sostiene que, minutos antes, Eirín había reconocido el coche de Méndez y se había percatado de que esta se encontraba al volante, por lo que maniobró para dirigirse hacia ella “con el ánimo de acabar con su vida”. Lo hizo, asegura, “sin darle ninguna posibilidad de reacción o de defensa”, movido por “la indignación o el odio” que le había generado el “silencio o desprecio de la víctima durante un tiempo tan prolongado” frente a “las pretensiones sentimentales o afectivas que este albergaba hacia la chica”.

Los investigadores han descrito al acusado como un hombre “antisocial, solitario y sin trabajo conocido”. Las pruebas, según ellos, descartan que se trate de un accidente de tráfico fortuito y lo describen como una acción premeditada de un acosador, obsesionado con la víctima desde hace años, aunque ella nunca quiso denunciarlo. Sin empleo y con solo dos años cotizados a la Seguridad Social, Eirín dedicaba parte de su tiempo libre a vigilarla. Ambos eran vecinos y sus familias mantenían una vieja amistad. Tras su detención, Eirín aseguró que la relación entre ambos se limitaba a hola y adiós.

Otros testimonios han apuntado en el juicio a que Eirín había quedado marcado por el suicidio de su padre unos años antes. Él lo encontró ahorcado con una cuerda y eso le cambió el carácter completamente, relataron los testigos. La policía cree que el enamoramiento hacia Méndez dio paso a una obsesión al sentirse rechazado cuando esta comenzó a salir con otro hombre y la pareja se marchó a vivir al vecino pueblo de Portas. Desarrolló “una obsesión enfermiza que llegó a tal punto que los padres de Jéssica instalaron una cámara de vigilancia después de que su hermana lo sorprendiera en el interior de la finca”, subrayan los agentes. En los cinco últimos años, Eirín rajó seis veces las ruedas del coche de la mujer, aunque su padre solo lo denunció una vez, en 2019.

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Varios familiares de Méndez han corroborado la declaración de su novio ante el tribunal: “Estaba obsesionado con ella”. La pareja de la víctima relató que en una ocasión Eirín le había dicho a ella que “si no era para él, no era para nadie”. También contó que a la mujer la relación entre las familias le resultaba incómoda, por lo que le había pedido a sus padres que el acusado no volviese a su casa. Otro de los testigos, cuñado de Eirín y amigo de la víctima, relató que le había enviado numerosos mensajes de WhatsApp para alertarla de que su pariente la vigilaba.

Jessica Mendez asesinato
Flores dejadas en el lugar de Barro (Pontevedra) donde se produjo el choque que acabó con la vida de Jéssica Méndez.Salvador Sas

La “frialdad” del acusado tras el choque

Uno de los hermanos de la víctima explicó que tuvieron que instalar una cámara de vigilancia en su casa después de que el coche de la chica apareciese con las ruedas pinchadas, aunque reconoció que no se pudo demostrar que Eirín fuese el autor. Familiares de Méndez recordaron cómo su hermano sorprendió al acusado vigilando la casa detrás de unas viñas. Llegó a ver al encausado saltar el portal del inmueble hacia el exterior. “Jéssica se sentía vigilada cuando estaba en casa o cada vez que salía”, añadió el hermano, que describió la frialdad del acusado en el momento del accidente: “Estaba tranquilo e impasible”.

Una mujer que paró al ver el siniestro relató que preguntó al acusado qué había pasado, si se había dormido al volante o si le dolía algo. “Dijo que no, solo repetía que estaba bien, pero me sorprendió que no estaba nervioso, se quedó allí, observando, con frialdad”, explicó al tribunal. Poco después, se personó el hermano de Jéssica y se dirigió a Eirín increpándole y preguntándole “qué le había hecho a su hermana”: “Ahí nos dimos cuenta de que conocía a la chica, pero no había dicho nada, ni hizo nada para avisar a la familia”. Otra testigo coincidió en señalar que el acusado estaba “tranquilo” y que no explicó las circunstancias del accidente, solo dijo que había sido “muy rápido”, “dejando caer que había sido la chica la que se le había echado encima”: “En ningún momento dijo que la conocía y nosotros estábamos desesperados por saber quién era y poder avisar a su familia”.

A propuesta de la defensa, declararon la madre y la hermana del acusado. Defendieron que no se produjo ningún incidente ni hubo motivo concreto por el que la relación entre su familia y la de Jéssica se hubiera enfriado. Subrayaron que nadie del entorno de Méndez les comentó que el acusado “la vigilara o la acosara”. Dos vecinas, madre e hija, sí confirmaron que veían desde hacía años y de forma frecuente al acusado rondando la vivienda y la finca familiar de la víctima. Una de ellas hasta tomó “precauciones”, como bajar completamente la persiana cuando se duchaba.

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