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El PP lo apuesta todo al plebiscito

Los populares concentran todo su esfuerzo en reunificar a la derecha contra Sánchez. Los socialistas se vuelcan en exhibir su gestión social y dejan de lado estrategias pasadas como el miedo a Vox

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, interviene en un mitin en la plaza de toros de Valencia, este domingo. Foto: JORGE GIL (EUROPA PRESS) | Vídeo: EFE
Carlos E. Cué

La campaña entra en su recta final y las estrategias de PP y PSOE cada vez se distancian más. Los dos parecen muy seguros con sus apuestas, y lejos de cambiarlas ante los movimientos del otro o las tendencias que detectan las últimas encuestas, ambos se muestran decididos a reforzarlas. La asistencia a los dos mítines centrales de socialistas y populares, ambos en Valencia ―el PSOE, el sábado, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias; y el PP, el domingo, en la plaza de toros― ofrece un panorama muy claro. Hay dos mundos en ambiente, contenido, forma, y fondo. Unos, los socialistas, concentran todo en la gestión. Otros, los populares, solo tienen un mensaje: convertir las elecciones en un plebiscito para echar a Sánchez.

Aunque no sea eso lo que se vota el domingo ―son municipales y autonómicas― da igual, porque el PP cree que nada moviliza más que el antisanchismo, y desde luego el aplausómetro en la plaza de toros de Valencia les da la razón. La plaza, la misma que ha visto grandes tardes del PP, pero también es el epicentro simbólico del caso Gürtel, con las grandes ovaciones a Francisco Camps y los respaldos sin fisuras de Mariano Rajoy, ruge más que nunca cuando el candidato del PP a la Generalitat, Carlos Mazón, habla de Sánchez y del Falcon, el avión oficial del presidente. “A partir de domingo 28 tendremos un presidente de facto, Feijóo, y seguirá habiendo formalmente un presidente de Falcon”. Así arrancó su discurso, y el cierre aún es más claro: “Este es el inicio del fin del sanchismo”. Por si alguien tenía dudas de cómo ve el PP estas elecciones: como una antesala de las generales.

Mientras, Pedro Sánchez y el presidente de la Comunidad Valenciana y candidato socialista a la reelección, Ximo Puig, ―el hombre clave para marcar la resistencia o la debacle socialista el domingo 28― apuestan todo a la gestión. Su mitin está lleno de números, de economía, de sanidad, de empleo. Cifras redondas, como los 450.000 empleos más que hay en la Comunidad Valenciana ahora sobre 2015, cuando llegó Puig al Palau de la Generalitat. Y cifras con promesas de lluvias de millones, como la que volvió a lanzar este domingo Sánchez en Valladolid, otra plaza fuerte que defienden los socialistas: 38 millones para salud mental.

Los estrategas socialistas han abandonado, al menos de momento, otras líneas de ataque o de movilización que usaron en campañas anteriores, como el miedo a Vox ―Sánchez no los cita, ni siquiera en el mitin en la capital de Castilla y León, la única comunidad en la que gobiernan los de Santiago Abascal― o la necesidad de parar a la derecha. La gran apuesta es la gestión, asociar al PSOE con la defensa de la sanidad pública, las políticas de vivienda pública, los valores clásicos que dieron a este partido grandes mayorías en el pasado. “Votar PSOE es votar sanidad pública”, insistía Sánchez.

Pero el PP está en otra cosa. Sobre todo en convencer a la gente de que Feijóo, y en Valencia, el candidato a la Generalitat, Carlos Mazón, son los mejores instrumentos para acabar con Sánchez y Puig, “una prolongación del sanchismo”, según el presidente del PP. El líder de la oposición ya lanza mensajes claros para reunificar a la derecha alrededor del PP, aunque para eso tenga que irse a posiciones extremas que le llevan a decir, como hizo esta semana en el Senado, que Sánchez “ha sido más generoso con los verdugos que con las víctimas” de ETA. Esta utilización de las víctimas es abiertamente rechazada por uno de sus referentes, Consuelo Ordóñez, como se puede ver en su entrevista en EL PAÍS. Feijóo ha asumido ese giro más radical si a cambio logra arañar votos a Vox, aunque en Génova creen que pueden lograrlos también del otro lado, de Ciudadanos e incluso de algunos socialistas molestos con los acuerdos de Sánchez.

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Los populares estaban eufóricos por haber llenado la plaza de toros ―aunque llegó a estar mucho más llena en el pasado, cuando el PP arrasaba en esta comunidad― mientras el día anterior Sánchez había protagonizado un mitin tres veces más pequeño. En la cúpula del PP no se explican cómo el PSOE pudo aceptar ese reto simbólico con dos mítines seguidos dos días en la misma ciudad y dos escenarios tan diferentes. “Podían haberse ido a Sevilla este fin de semana”, comentaba un dirigente. El ambiente que se percibe entre la militancia es muy diferente. Los del PP parecen sobrados, convencidos de que volverán al poder después de años de ostracismo, sobre todo, por la corrupción. Los socialistas aún confían, pero se nota el temor a la derrota después de ocho años en el Palau. De hecho, algunos militantes se acercan a preguntar a los periodistas por las previsiones de las encuestas, que les dan la victoria por la mínima.

Los socialistas insisten en que llenar la plaza es solo cuestión de dinero, y ellos decidieron no gastarlo así: se ponen autobuses desde todas las comarcas y se llena. Pero además ellos no querían ir a ese lugar tan vinculado a Gürtel. “El asesino siempre vuelve al lugar del crimen”, bromea un dirigente socialista. De hecho, Puig insiste en que los valencianos tienen que elegir entre “Gürtel o Volkswagen”, por la inversión de 4.500 millones de euros que ha prometido la firma alemana en la gigafactoría de baterías en Sagunto, un símbolo de la gestión del Govern del Botánic. Pero para el PP la plaza es el mensaje, y Feijóo estaba muy crecido, convencido de que el próximo domingo dará el primer golpe para llegar al Gobierno: “Están nerviosos en La Moncloa. Porque nos ha salido bien. Este el acto que todos los partidos querrían. Esto huele a cambio. La suerte sonríe a los valientes”. En el PP creen que el asunto de las listas de Bildu les ha dado el empujón que necesitaban en la campaña, aunque aún nada está hecho. “Vamos bien, pero ahora tenemos que intentar que no pase nada en estos días que lo estropee todo”, señala una dirigente del PP valenciano.

Tanto en el PSOE como en el bloque a la izquierda, dominado en Valencia por Compromís con Podemos como imprescindible ayuda para conformar la mayoría, siguen convencidos de que la Comunidad Valenciana no caerá. El Ayuntamiento de la capital, admiten, está más complicado. Pero la Generalitat seguirá en manos de la izquierda, se conjuran. Lo contrario sería un golpe durísimo para afrontar las generales.

Díaz: “La sanidad se defiende todos los días”

Pero al margen de esa convicción, todos compiten por un puñado de votos y el guante blanco que dominaba los primeros días de la campaña dentro de la coalición cambió este sábado. Yolanda Díaz cargó directamente contra Sánchez y le dijo que la sanidad pública “se defiende todos los días” y no solo “con anuncios electoralistas”, como el del día anterior del presidente en Valencia. Mientras, el líder de Más País, Íñigo Errejón, dijo que el anuncio de Sánchez sobre salud mental se queda muy corto y criticó que se haga en plena campaña. Quedan ya muy pocos días y cada uno va buscando consolidar su propio voto y arañar algo a los demás.

Como se esperaba, Bildu se ha ido agotando y ya no pasa del fin de semana. Pero ahora queda por saber si hay alguna sorpresa para los últimos días que pueda cambiar un tablero que sigue estando muy igualado, aunque con ventaja para el PP, que tiene mucho más que ganar, mientras el PSOE está en posición defensiva.

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