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Dos formas de ganar Valencia: la gestión del PSOE o la plaza llena del PP

Sánchez vuelve a los anuncios y la defensa de la acción del Gobierno. Los populares buscan sacar músculo este domingo con un lleno en el coso valenciano. Puig apela al recuerdo del ‘caso Gürtel’, pero los populares creen que ese efecto ya pasó

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en un mitin en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de València, este sábado. Foto: MONICA TORRES | Vídeo: EFE
Carlos E. Cué

Todos los caminos conducen a Valencia. Allí se han dirimido muchos grandes momentos de la política española. Y esta vez no parece que vaya a ser diferente. Allí se produjo el mítico mitin del estadio Mestalla, el de José María Aznar en las elecciones de 1996, las que ganó por la mínima. 55.000 personas siguieron ese acto apoteósico que auguraba el regreso de la derecha al poder después de 14 años de gobiernos socialistas. Entre los veteranos del PP, algunos señalan que el acto fue tan espectacular, que algunos en la cúpula del partido creen que tuvo el efecto contrario al esperado: movilizó a la izquierda por miedo a una victoria aplastante de la derecha y redujo la distancia, que al final fue de solo 300.000 votos, por la mínima, mucho menos de lo que auguraban las encuestas.

Allí se produjeron también, en los años anteriores, las plazas de toros llenas con Felipe González, incluida la de la campaña de 1982, la primera gran victoria. Allí protagonizó Manuel Azaña en 1935 un gran mitin en el antiguo Mestalla con más de 60.000 personas. Y mucho más recientemente, fue allí donde Mariano Rajoy le dijo a Francisco Camps, en pleno caso Gürtel, aquello de “creo en ti. Yo siempre estaré detrás de ti, delante o al lado. Y quiero que lo oigan todos”. Dos años después, Camps dimitió abandonado por todos, pero especialmente por Rajoy, que envió a Federico Trillo a la casa del valenciano en una larga noche de dudas para asegurarse de que el president aceptaba presentar su dimisión y acabar con la agonía.

Valencia dirime la gran batalla nacional de las elecciones autonómicas. Si el PSOE pierde la Comunidad Valenciana, será casi imposible vender que ha resistido el tirón del PP y las encuestas nacionales darán con toda probabilidad un vuelco que anunciará una victoria de la derecha en las próximas generales. Es lo que pasó tras el desastre del PSOE en Andalucía el año pasado, aunque Sánchez lleva desde entonces intentando darle la vuelta y ha conseguido al menos que casi todos los sondeos admitan que hay partido. Y viceversa, si el PP no logra recuperar la Comunidad Valenciana, será muy difícil para Alberto Núñez Feijóo disipar la sensación de fiasco y de resistencia del PSOE, por mucho que caigan otras plazas o gane en votos a los socialistas en las municipales, uno de sus grandes objetivos.

Elegido el campo de duelo, faltaba por conocer las armas por las que optaban los contendientes. Este sábado, en la primera vuelta de este mano a mano entre Sánchez y Feijóo —el mitin del primero en Valencia ha sido ya y el segundo lo hará este domingo— las cosas quedaron bastante claras. Sánchez y su equipo creen que Bildu ya no da más de sí, y el propio Feijóo parece estar de acuerdo —apenas hizo una mención de rigor en su mitin en Sevilla, aunque Ayuso volvió a la carga con dureza en Bilbao, estirando al máximo el asunto— y han vuelto a la campaña que tenían diseñada: la primera semana era vivienda, la segunda y última, sanidad.

Con el anuncio multimillonario de rigor —580 millones de euros para atención primaria— Sánchez quería intentar que la campaña vuelva a girar sobre la gestión tanto del Gobierno central como de las autonomías socialistas, especialmente la de la Comunidad Valenciana, la joya de la corona. En el equipo de Sánchez y el de Puig, dos políticos que se enfrentaron en el momento de fractura del PSOE en 2017, pero ahora tienen bastante sintonía, se respira una sensación similar y extraña. Confían en ganar, pero se les nota el vértigo de perder. Y todos se repiten una pregunta de fondo: si la gestión está muy bien valorada, si la economía va bien —en el caso de Valencia especialmente—, si las medidas de los dos gobiernos son apoyadas por una mayoría de ciudadanos y si, como explicó el presidente, hoy hay 450.000 valencianos más trabajando que en 2015, cuando él llegó al poder, ¿cómo es posible que las encuestas digan que pueden perder el Govern?

Las respuestas van desde la debilidad de los socios, el desgaste de años en el poder, a una ola conservadora que recorre toda Europa. Pero Sánchez y Puig parecen convencidos de que lo mejor que pueden hacer es aferrarse a su gestión y sus datos y apelar a que los ciudadanos recuerden cómo eran las cosas con el PP. Por eso, el presidente volvió a la sanidad, recordó los recortes de Rajoy y sobre todo el descomunal gasto público puesto en marcha por el Gobierno de coalición, que ha permitido que las autonomías contraten hasta 90.000 nuevos sanitarios.

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Y mientras, Puig también reivindica sus datos y sobre todo trata de recordar que el PP de Camps hizo que Valencia fuera conocida como el epicentro de la corrupción en España. “Se decía de nosotros que la corrupción, como la paella, como en Valencia, en ningún sitio. La Comunidad Valenciana no era corrupta. Se fueron ellos y desapareció la corrupción. Por eso no van a volver, no pueden volver. El antídoto para que no vuelvan es el PSOE”, se desgañitaba para ahuyentar un fantasma del que se hablaba mucho entre los miles de militantes que esperaron pacientes y acalorados a Sánchez en la Ciudad de las Artes: el del regreso del PP al Palau de la Generalitat.

El PSOE decidió no competir con el PP en músculo. Los populares lo exhibirán hoy llenando la plaza de toros, los socialistas decidieron ahorrar esfuerzo y sobre todo mucho dinero -insisten en que es carísimo mover todos los autobuses necesarios para llenar la enorme plaza- y buscaron un lugar más discreto. Al PP le gusta la batalla de las cifras, y ayer entró en ella: dijo que Feijóo en febrero, sin campaña, metió más gente en el mismo sitio que eligió Sánchez para su acto central en Valencia. Y este domingo, sin duda, la fotografía de la plaza mostrará una superioridad clara.

Pero no es casual. Es una decisión. Los socialistas creen que la plaza de toros es el epicentro de Gürtel, el símbolo del PP de Camps. Y tratarán de aprovechar esa imagen este domingo, cuando llegue Feijóo. Aunque también admiten que, ocho años después, ese recuerdo de la corrupción ya no tiene el efecto que tenía antes. Mientras, Feijóo, que no tiene gestión que exhibir y ha abandonado la línea moderada con la que llegó para centrarse en movilizar el antisanchismo, apuesta por un mensaje clásico: músculo de partido, plaza de toros llena y una imagen muy clara también para los votantes de Vox y Ciudadanos, a los que aspira a aglutinar: si quieres echar a Sánchez, el PP es la mejor opción. En una semana se verá quién tenía más fuerza, si la gestión o la plaza llena.

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