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Aznar abarrota Mestalla en un mitin apoteósico

"Sólo soy un hombre honrado con un proyecto para España", afirma ante 55.000 personas

El 25 de mayo de 1995, José María Aznar cerró su intervención en una atestada plaza de toros de Valencia, en la campaña de las municipales y autonómicas, con un grito: "Aquí ya no cabemos. En las generales, ¡a Mestalla!'. Ayer cumplió su anuncio. Fue el megamitin, la apoteosis, el mayor acto público que un partido ha celebrado en España en unas elecciones generales. Más de 55.000 personas abarrotaron el estadio del Valencia Club de Fútbol, que lo cedió gratis para la ocasión. Una muchedumbre se encontró con las puertas cerradas tres horas antes de que comenzaran los mensajes políticos.

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Aznar compuso el mejor discurso de la campaña y el más largo, con dos ejes principales: quiere ser un presidente integrador, de todos, los que le voten y los que no lo hagan, y no hay ningún motivo para el miedo o el temor ante el cambio. También habló en muchos momentos en tono intimista, por más que la temperatura empezó siendo fresca y acabó gélida. El calor del público la compensó con creces. El candidato de los populares llegó, incluso, al terreno de la confesión pública acerca de cómo se ve él mismo: "Sólo soy un hombre honrado con un proyecto para España... No tengo ninguna varita mágica. Lo digo con humildad".El esfuerzo de movilización del Partido Popular en la Comunidad Valenciana y en algunas limítrofes fue notable. Pusieron en la carretera en tomo a un millar de autobuses. En Alicante, alquilaron todo el parque disponible. La ciudad del Turia comenzó a llenarse de autocares después del mediodía. Para las cuatro de la tarde, una riada humana caminaba hacia el estadio.Aznar aprovechó la ocasión y el marco para hacer un penúltimo llamamiento al esfuerzo de captación de votos hasta el mismo 3 de marzo, para ofrecer su respaldo expreso a todos los cargos públicos del partido en la comunidad, empezando por el presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, y para reforzar su mensaje de tranquilidad y normalidad ante el cambio.Hizo algunas confesiones, por ejemplo que ha sentido en propia carne "la bajeza de algunos comportamientos", pero advirtió que los responsables han fracasado porque lo que se dirime ante las amas "no es, como algunos quisieran, una batalla personal" sino la oportunidad de "corregir con una nueva mayoría el rumbo equivocado de España".Antes había citado a Manuel Azaña, que en 1935 ofreció un mitin en el estadio antiguo de Mestalla en el que denunció a los que degradan el poder público con "la bajeza de sus mentiras".

Se quejó de que "ellos", el PSOE y Felipe González, pueden hablar "de una España que no existe" y reinventar "una historia de fantasmas superados". "Nosotros", agregó, "podemos hablar con seguridad de los problemas y del futuro de España y con la ayuda de todos vamos a dar a la mayoría lo que quiere, un Gobierno honrado, decente y eficaz".

Confesó luego que es "consciente" de lo que le espera, pero aseguró que con la autoridad "moral y democrática" del nuevo Gobierno sabrá vencer todas las dificultades. Aznar ha reiterado en los últimos días la idea de que es bueno que se conozca la herencia negativa del Gobierno de González, pero ha prometido que nunca se escudará en ella.Hacía frío en Mestalla, cada vez más frío, y se echaban encima las nueve y media de la noche la hora del partido de Copa con el Valencia jugándose el paso a la final. Fue entonces cuando Aznar, grave, tranquilo, como si estuviera hablando ante un pequeño grupo de amigos, dijo que sabe cuál es su responsabilidad: "No dividir, sino unir. No entretenerme en reyertas pequeñas, sino sacar España adelante... Nosotros queremos contar con todos y servir a todos".

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