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Mañueco inicia con el PSOE la ronda de contactos para su investidura en plena crisis del PP

El presidente en funciones de Castilla y León, que cuenta con 31 procuradores cuando la mayoría absoluta de las Cortes es de 41, se verá este lunes con el socialista Tudanca

Juan Navarro
El candidato del PP a la presidencia de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco (izquierda), y el candidato del PSOE a la presidencia de Castilla y León, Luis Tudanca, antes del debate electoral del 31 de enero en Valladolid.
El candidato del PP a la presidencia de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco (izquierda), y el candidato del PSOE a la presidencia de Castilla y León, Luis Tudanca, antes del debate electoral del 31 de enero en Valladolid.Javier Lizón (EFE)

Este lunes comienzan las reuniones para definir el rumbo de Castilla y León después de las elecciones del 13 de febrero. En el primer encuentro, el actual presidente en funciones del Gobierno autonómico, Alfonso Fernández Mañueco (PP), se verá con el líder socialista, Luis Tudanca, para tantear si sus posturas tienen encaje. Mañueco parte de un resultado agridulce: ganó, pero los 31 procuradores conseguidos por su partido quedan lejos de la mayoría absoluta, en 41. El dirigente pretende gobernar en solitario y alargar así cuatro años más los 35 años en que los populares están en el poder en Castilla y León.

Mañueco tiene que decidirse: tiene que optar por subir a su barco a la extrema derecha de Vox o vetarla apoyándose en el PSOE. Tudanca, con 28 escaños, tiende su mano sabedor de que cuenta con un as en la manga: solo se abstendrán si el PP renuncia a Vox, pero esa renuncia no solo habrá de producirse en el ámbito castellano y leonés —mencionó los ayuntamientos de Aranda de Duero (Burgos) y El Espinar (Segovia)— sino también en toda España. En esa posibilidad abundó también el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que está abierto a grandes acuerdos con la derecha si se divorcia de los ultras allá donde permanecen aliados, como en la Región de Murcia.

El dirigente regional del PP, políticamente más cómodo actuando con perfil bajo que a cargo del timón, encara la fase de negociación con su partido sumido en la mayor crisis interna de los últimos años, tras el cruce de acusaciones del líder nacional, Pablo Casado, y el secretario general, Teodoro García Egea, con la presidente madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Preguntado por su postura el pasado jueves, el presidente de Castilla y León se zafó diciendo “bastante tengo ya con lo mío”, en clara referencia a las dificultades que afronta para poder formar Gobierno.

Mañueco clama por ocupar la Junta sin gobiernos de coalición —según él perturban la gobernabilidad— como el que él rompió en diciembre para descabalgar a Ciudadanos, que lo aupó en 2019 cuando el PSOE ganó las elecciones autonómicas. Esta apuesta por un mando sin interferencias no excluye a Vox, que no cree en el modelo autonómico y que desde el primer día reclama derogar las leyes de Memoria Histórica o de Igualdad. “Todos los partidos están legitimados para cumplir las premisas del Estatuto, pido serenidad, lideraré el diálogo e informaré con transparencia”, indicó el presidente este jueves, cuando también ensalzó su “personalidad propia” para moverse y se opuso a repetir elecciones. El discurso sigue el tono de campaña, dos semanas en las que reivindicó su “independencia” para maniobrar sin que el PP nacional marcara pautas.

Las presiones emanan también desde su derecha. Vox, con 13 representantes, exige entrar en la Junta en proporciones similares a las que Ciudadanos, con 12 asientos, lo hizo en 2019, cuando ocupó la vicepresidencia, cuatro de 10 consejerías y presidió las Cortes. El presidente de la formación, Santiago Abascal, aseguró tras la noche electoral que a su candidato, Juan García-Gallardo, tenía “cara de vicepresidente”, aunque con los días ha suavizado formas, y se ha presentado como un aliado prudente que sustente la estabilidad, pero sin difuminar el fondo de tocar poder.

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La reunión entre Mañueco, García-Gallardo y sus equipos será este miércoles y tras ella Mañueco se irá viendo, los días siguientes, con otras formaciones menores, entre ellos Ciudadanos. Muy lejanos parecen los días previos a ese 20 de diciembre en el que el presidente cortó amarras con Cs, alimentado por sondeos que les daban una victoria abrumadora y el afán de Casado por construir una escalera de victorias electorales autonómicas, con Andalucía en la siguiente fase, hacia La Moncloa.

Entonces había dos corrientes en el PP de la comunidad: uno auguraba arrollar a la madrileña y otro rumiaba que ni Mañueco era Ayuso ni los electorados se asemejan. Acertaron estos. Uno de aquellos pesimistas cree que “será irreversible pactar con Vox” y piensa que el seísmo popular en la capital dejará réplicas en Castilla y León. El presidente en funciones nunca cuajó con Casado y en los últimos meses se dejó ver con Ayuso, a quien tampoco aprobaba al principio de la pandemia. Esta división, afirma esta fuente, libera de injerencias al dirigente autonómico para que maniobre a su antojo con el 10 de marzo, cuando se eligen los miembros de la mesa de las Cortes, como límite.

Los alcaldes socialistas se pronuncian sobre la abstención

Los alcaldes socialistas castellanos y leoneses se han dividido sobre si apartarse para bloquear a Vox. La posibilidad de que el PSOE facilite un mando en solitario del PP la abrió el regidor de Valladolid, Óscar Puente, que pidió “coherencia” para que el extremismo no entre en la Junta. Su homólogo en León, José Antonio Diez, ha respaldado esta propuesta para reclamar altura de miras ante la amenaza ultra. Los otros tres alcaldes socialistas de las capitales provinciales, Daniel de la Rosa (Burgos), Clara Luquero (Segovia) y Carlos Martínez (Soria) han considerado que la “responsabilidad” de gestionar la entrada de Vox en las instituciones corresponde al PP y que no debe recaer en ellos el peso de las medidas al respecto. Estos mensajes han ido llegando a Mañueco, que clama por ocupar la Junta sin gobiernos de coalición —según él perturban la gobernabilidad— como el que él rompió en diciembre para descabalgar a Ciudadanos.

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Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.

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