_
_
_
_
La actriz de doblaje Estel Tort en el bar Gula Sana de la calle Diputació de Barcelona.
La actriz de doblaje Estel Tort en el bar Gula Sana de la calle Diputació de Barcelona.massimiliano minocri

Estel Tort, la voz de Zendaya: “Hay que normalizar las lesiones en esta profesión, somos deportistas de élite”

Es su actriz de doblaje en ‘Dune’ y ‘Challengers’, además de Galadriel en ‘Los anillos de poder’, ‘Barbie’ y ‘El juego del calamar’

Irene Guevara

Su voz dulcemente familiar envuelve la cafetería. Nadie la reconoce físicamente, y desayuna tranquilamente en el Gula Sana un donut de chocolate, una empanada y un café con leche sin lactosa. La voz de Estel Tort (Molins de Rei, Barcelona, 31 años), sin embargo, resuena en Zendaya en las películas de Dune y Challengers, también en Galadriel para Los anillos de poder —tanto en catalán como castellano—, en Barbie y el Juego del Calamar, además de incontables películas, series y teatro musical. Aparentemente tranquila, le gusta la poca rutina —que deriva en inestabilidad— de su trabajo, y habla con pasión del doblaje. Tras una hora de charla, en ocasiones, su voz se corta imperceptiblemente para el resto, pero evidente para ella. Aún está al 90% de la recuperación de su lesión en las cuerdas vocales y consecuente paso por quirófano hace dos años.

P. ¿Qué significa para una actriz de doblaje perder la voz?

R. Todo. Me quitaron mi seguridad y mi punto fuerte. No funcionaba, y era mi trabajo.

Algo no iba bien en sus cuerdas en primavera de 2022. Una época de mucho trabajo, edemas y una alergia prolongada fueron el cóctel perfecto. Probaron con reposo y cortisona, pero finalmente tuvo que pasar por quirófano. “Sentí alivio. Pero no sabía lo que venía después”, confiesa Tort entre bocado y bocado. La operaron en octubre de aquel año, y le dieron tres meses de recuperación que terminaron alargándose. “Yo había trabajado toda mi vida con edemas, y mis cuerdas no sabían funcionar de otra manera. Llevaba 10 años de técnica vocal con una forma y un músculo concreto, y después de la operación fue como volver a andar con un pie distinto”, añade.

No es la única que ha pasado por este mal trago. “Cuando empecé a contar que me tenía que operar, salieron actores operados de debajo de las piedras, de todas las edades y tiempos. En esta profesión se esconden las lesiones, y me da rabia, hay que normalizarlo, porque no dejamos de ser deportistas de élite, con un músculo en concreto. Una lesión no es una mala colocación o una mala técnica”, reivindica Tort.

Dos años de montaña rusa emocional, explica. También física. “Nada es lineal. Tuve el pensamiento intrusivo de no recuperarme nunca. Pero tengo un entorno que me ayudó”, desarrolla. Probó ir a terapia, pero no funcionó. Necesitó una pequeña dosis de antidepresivos para superar los baches de la recuperación y ahora que todo vuelve a su cauce y se encuentra bien, ha regresado a otra psicóloga para enfrentar la ansiedad de todo lo positivo que le está llegando. “Ahora me pongo nerviosa cuando voy a hacer una prueba. Hay que volver a arrancar, la gente tiene que volver a acordarse de ti y volver a confiar. Cuando quieres emitir un sonido y te sale otro, es muy frustrante”, reconoce Tort.

Y aunque siempre quiso ser actriz de doblaje, no siempre lo supo. De pequeña, su sueño era ser periodista radiofónica. “Lo que a mí me gustaba era el performear de la radio”, confiesa ahora. Y aquella pasión por las voces, se juntó con el teatro, que practicaba desde los ocho años. Tras no pasar las pruebas del Insitut del Teatre, cayó en la posibilidad del invisible mundo doblaje gracias a un amigo. “Me di cuenta de que era lo que yo siempre había querido. Mi madre me decía que yo de pequeña decía que quería ser la voz de la Renfe”, se ríe. Se apuntó a un curso de doblaje, y cuando descubrió que cantaba, se fue a estudiar teatro musical a la escuela de artes escénicas Aules.

La actriz de doblaje Estel Tort en el bar Gula Sana de la calle Diputació de Barcelona.
La actriz de doblaje Estel Tort en el bar Gula Sana de la calle Diputació de Barcelona.massimiliano minocri

“Yo tuve mucha suerte. Cantar me ayudó. Muchos directores confiaron en mí, y empecé de golpe”, confiesa ahora. Las oportunidades no dejaron de surgir, y con 25 años todo empezó a rodar, tras superar un problema en su pronunciación de la ‘s’ y la timidez de cuando era niña, de la que no queda ningún vestigio. Siempre, con el apoyo familiar: “Mis padres nunca me transmitieron miedo aunque puediesen tenerlo. Tenía su apoyo, confianza y seguridad”.

En su cara se refleja la ilusión de un trabajo soñado, que aunque no es estable -con contratos de alta y baja diaria, cada mes sus ingresos son diferentes- le permite vivir y disfrutar de lo que más ama. Aunque ahora el sector del doblaje no vive su mejor momento. “Nos está llegando la huelga de guionistas en Hollywood, una bajada de producción de plataformas y estamos en plena lucha con la Inteligencia Artificial. No estamos cubiertos y nos hemos dado cuenta de que pueden usar nuestras voces para entrenar inteligencia artificial generativa para acabar quitándonos el trabajo. Estamos en una lucha para protegernos”, explica Tort con incertidumbre sobre el futuro.

El doblaje también ha cambiado. “Algunos actores de años atrás dirían que ha involucionado. No por la calidad: a nivel técnico ha evolucionado mucho, pero eso ha hecho que al poder ir más rápido se ha pedido rapidez en otros aspectos. Ahora se dobla a una velocidad que antes era inimaginable. Hay productos que los piden para ya. O cosas que se han perdido, como doblar junto”, desarrolla Tort. “¿Qué se necesita para ser actriz?”, es preguntada. Responde con rapidez y contundencia: “Ser actriz. Y a partir de aquí tener cierta sensibilidad para adoptar la técnica que reclama el doblaje. No estamos poniendo la imagen, pero debemos transmitir”.

Y se siente cómoda escondida tras su voz. “Hay gente incluso que quiere más anonimato. La sensación de ir al cine y ver Dune o Challengers y que nadie sepa que eres tú, es maravillosa. La gracia del doblaje, lo dice Nuria Mediavilla, es el arte de ser invisible, de pegarte tanto al personaje que nadie se dé cuenta”, termina con una sonrisa. Y cuando la charla se acaba, se marcha en bus, tranquila. Si no habla, nadie la reconocerá.

Puedes seguir a EL PAÍS Catalunya en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_