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El aumento de pasajeros en los Ferrocarrils de la Generalitat reabre el debate sobre el tren escolar

Un total de 16 vagones, repartidos en 10 trenes que circulan en las horas punta, están reservados para alumnos de escuelas de la zona alta de Barcelona y Sant Cugat

Sara Fontserè
Tren escolar en la línea S2 de Ferrocarrils de la Generalitat con vagones reservados a escolares, el pasado 30 de marzo.
Tren escolar en la línea S2 de Ferrocarrils de la Generalitat con vagones reservados a escolares, el pasado 30 de marzo.Carles Ribas

Los Ferrocarriles de la Generalitat de Cataluña (FGC) llevan ofreciendo un servicio de transporte escolar desde 2004 en las líneas entre Barcelona y el Vallès: concretamente, en la S1 (Barcelona Plaça Catalunya - Terrassa), S2 (Barcelona Plaça Catalunya- Sabadell) y, recientemente, L6 (Barcelona Plaça Catalunya-Sarrià). Inicialmente el servicio destinaba trenes enteros a menores de 16 años, la mayoría de ellos alumnos de centros concertados y privados de Sant Cugat y de la zona alta de Barcelona. El pasado diciembre, el cambio de frecuencias horarias de los trenes de FGC derivó en una novedad en este servicio: los escolares ahora viajan en vagones reservados. Este cambio, junto con el aumento de pasajeros habituales, ha hecho que resurja la polémica, especialmente en redes sociales, de si es o no una iniciativa elitista, a lo que Ferrocarrils responde que “no está ligado a ninguna escuela en concreto”.

Por la mañana, dos trenes de la S1 y dos de la S2 reservan dos coches —siempre del principio o del final del convoy— para que suban menores de hasta 16 años y hagan su trayecto al colegio. Para separar los vagones escolares del resto de usuarios, un trabajador de FGC pone una cinta roja que divide el tren. En el andén, se avisa a los pasajeros de que no pueden entrar, que tienen que subir al tren por las puertas de más adelante. Lo mismo ocurre al mediodía, con un vagón reservado en dos trenes de la S2 y la L6, y por la tarde: cuatro trenes del conocido como “Metro del Vallès” disponen de un total de seis coches, donde solo pueden entrar escolares, que pueden ir acompañados o no. No obstante, este privilegio no se traduce en el billete, así que los menores que usan los vagones reservados —1.100 escolares al día, según cifras de FGC— utilizan los abonos ordinarios. De hecho, Ferrocarrils explica que este servicio no supone ningún coste extra para la empresa.

La controversia se debe al aumento de usuarios de FGC en los últimos meses: el aumento de frecuencias de paso, las bonificaciones en el precio del transporte público y las incidencias y obras en Rodalies han llenado los Ferrocarrils de pasajeros. Este incremento de afluencia, que se nota mucho más en las horas punta, ha generado malestar en relación a los vagones reservados, y ha vuelto a encender la mecha de un debate que ya hace años que está encima de la mesa. Los usuarios habituales de los trenes se quejan, sobre todo en Twitter, de un servicio que consideran clasista, que otorga privilegios a aquellos alumnos de escuelas vinculadas al Opus Dei y de clase alta, mientras que el resto de pasajeros viajan apretados en el resto de vagones.


Según Ferrocarrils, este servicio está abierto a escuelas tanto públicas como privadas y concertadas: “cualquier menor puede utilizarlo, independientemente de las condiciones de su centro escolar”, y explican que también pueden subir adultos que acompañan a sus hijos menores de 16 años. Los centros educativos que, según la empresa, utilizan este servicio son 20 colegios, en su mayoría concertados o privados, como el Colegio Viaró, La Farga, La Vall, el Colegio Montserrat o los Jesuitas de Sarrià. La excepción son cuatro escuelas públicas, entre ellas la escuela Els Xiprers, en Baixador de Vallvidrera. La Asociación de Familiares de Alumnos (AFA) de este centro explica que FGC empezó a reservar vagones en los trenes que salen a las 9 de la mañana de Plaza Cataluña por la gran afluencia de alumnos de Els Xiprers, que empiezan sus clases a las 9:30. Sobre el por qué de reservar vagones para estos centros, todos ubicados en la parte de alta de Barcelona o en Sant Cugat y no otros, como escuelas de Terrassa, Sabadell o Rubí, la empresa declara que “es donde tienen detectada la demanda más alta de escolares”.

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Según pudo comprobar este diario, muchos menores viajan solos, pero a veces están acompañados de monitores contratados por las propias escuelas, otros hacen el trayecto en grupo y, si son muy pequeños, viajan con sus padres. Este es el caso de un padre que viaja con su hijo pequeño de cinco años en el tren de la línea S2. El convoy sale de plaza Catalunya a las 8:22 y ambos suben en Gràcia, estación del centro de Barcelona. Hacen su viaje sentados en uno de los vagones reservados hasta la estación Peu del Funicular, donde se ubica la escuela del pequeño, el colegio católico Montserrat: “El servicio nos parece muy bien, pero por la tarde no está bien organizado porque a veces pasa el tren sin el vagón reservado, y tenemos que esperar al siguiente en la estación”, declara su padre.

En el resto del vagón, se puede ver algún que otro adulto acompañando a su hijo, pero predominan grupos de niños, la mayoría uniformados, que suben en estaciones como Sant Gervasi o Muntaner. Pasado Peu del Funicular, donde bajan gran parte de los menores —en concreto, los niños vestidos de rojo del Colegio Padre Damián—, en el convoy solo quedan escolares del elitista Colegio Viaró. El centro es conocido por su educación diferenciada (solo estudian niños) y por estar vinculado al Opus Dei. Los chicos, que bajan en la estación de Sant Joan, se reparten por todo el convoy, se tiran bolas de papel, gritan y se mueven de aquí para allá, como si de un autobús escolar se tratara. Parece que viajan solos, aunque van acompañados de un monitor que se ubica al final del tren. Manu y Lucas tienen 15 años y estudian tercero de la ESO en el Viaró. Con los pies encima del asiento que tienen delante, ambos dudan un poco cuando se les pregunta sobre las quejas del resto de los usuarios: “Somos niños y siempre vamos a hacer ruido. La gente se va a quejar siempre, da igual donde estemos”, responde uno de ellos mientras el otro se lía un cigarro.

Un trabajador de Ferrocarrils de la Generalitat coloca la banda que separa el vagón reservado para menores de 16 años en un tren escolar.
Un trabajador de Ferrocarrils de la Generalitat coloca la banda que separa el vagón reservado para menores de 16 años en un tren escolar. Carles Ribas

Al otro lado de la cinta roja que separa los vagones, el resto del tren se llena de gente, sobre todo al inicio del trayecto en plaza Catalunya. Dos jóvenes estudiantes de ESIC, escuela de negocios en Peu del Funicular, afirman que preferían el servicio anterior, donde se reservaban trenes enteros para escolares, y añaden que hay días que el vagón va tan lleno que “la gente no puede ni subir en Gràcia”, que es la tercera parada de la línea S2.

A pesar de las críticas recibidas por discriminatorio, FGC defiende que el objetivo de este servicio es “preservar la seguridad de los menores de edad durante el trayecto al colegio, a la vez que mantener la comodidad del resto de usuarios de la línea”. Con todo, de momento la empresa asegura que hace una revisión continua del servicio, pero no se plantea, por ahora, eliminarlo.

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