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‘Yerma’ en un territorio de ceniza: el Lliure afronta su primera gran obra de Lorca como una canción de cuna y fiado al carisma de María Hervás

Juan Carlos Martel, director del colectivo, firma el montaje que cuenta con escenografía de Frederic Amat y música de Raül Refree

Jacinto Antón
Maria Hervas y Juan Carlos Martel
María Hervás y Juan Carlos Martel, el martes en la puerta del Lliure de Montjuïc.Enric Fontcuberta (EFE)

La luna me riza los cabellos/ ¿qué pides niño desde tan lejos?”. El Teatre Lliure de Barcelona estrena el viernes en su Sala Fabià Puigserver un montaje de Yerma, de Federico García Lorca, firmado por Juan Carlos Martel, director del colectivo, y con la actriz María Hervás al frente del reparto en el personaje del título. Hervás ha dicho este mediodía en la presentación del espectáculo que se ha convertido en “Lorcaholic”, porque está completamente enganchada al poeta y su palabra, como parecen estarlo todos los participantes en esta aventura lorquiana del Lliure con la que, ha recalcado Martel, “se salda una deuda pendiente”. Y es que, pese a que muchos identifican al Lliure con Lorca por Lluís Pasqual y sus grandes montajes (El público, La casa de Bernarda Alba, Comedia sin título), de hecho, ha destacado, Yerma es la primera producción propia del colectivo de una gran obra del poeta (el Lliure coprodujo y exhibió en 2021 un montaje del guion cinematográfico de Lorca Viaje a la luna, y había coproducido también en 1998 la conferencia teatralizada Cómo canta una ciudad de noviembre a noviembre, de Juan Echanove, dirigido por Pasqual).

Martel se ha rodeado para acometer la empresa de un equipo de primera división, con el artista Frederic Amat como escenógrafo, Raül Refree a cargo de la música, Lali Ayguadé para el movimiento escénico y un gran plantel de actores “de aquí y de Madrid”: Hervás, Joan Amargós (Juan), David Menéndez (Víctor y Macho), Bàrbara Mestanza (Hembra), Isabel Rocatti (Vieja), Yolanda Sey (Muchacha) y Camila Viyuela (María). El espectáculo, hasta el 16 de diciembre en el Lliure, hará una gira por Cataluña y en enero viajará a Madrid.

El director, que ha dicho que la compañía, sumergida en Lorca, está incandescente, “febril, a 37 grados”, ha explicado que su propuesta parte de la conferencia del poeta Las nanas infantiles (1928), que le ha proporcionado la idea para una nueva lectura de Yerma. “Me pareció imposible que Lorca no hubiera utilizado todo el conocimiento de cultura musical y popular que exhibe en esa conferencia para la composición de la obra”, ha reflexionado. Así pues, ha concebido Yerma como “una canción de cuna”, y el público es “la criatura a la que se le canta”. En el bien entendido de que las nanas lorquianas no son amables, sino que “nos advierten de todo lo que nos puede pasar; no consuelan, avisan de la tragedia que está siempre a punto de ocurrir”.

Ha dicho también que Yerma, una Yerma de cámara, cercana (y de una hora y media de duración), ofrece la posibilidad de proyectar sobre los personajes nuestros miedos y nuestro coraje. Y que no se trata sólo de una historia rural, una tragedia en la España de un determinado lugar y momento, sino que, con lo que tiene de enfrentamiento al sistema, puede vincularse a la actualidad y sus luchas como, ha apuntado, el cambio climático o la reivindicación feminista.

Desde ese punto de partida de la nana, junto al concepto de ensoñación (“Yerma es también un sueño incapaz de abrazar la paradoja de vida y muerte que es nuestra existencia”), surge esta Yerma que Martel ha conectado al presentarla con la legendaria de 1971 de Núria Espert dirigida por Víctor García. El nexo es la figura de Amat, gran conocedor de Lorca, que era entonces un joven aprendiz de Fabià Puigserver, escenógrafo del montaje, y asistió a los ensayos de aquella producción. De la larga sombra del mítico espectáculo da fe que Pasqual ha señalado que no ha montado nunca Yerma por su perfección absoluta, que hace que en su opinión no sea necesario volver a ella.

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Martel incorporó también a la aventura escénica al músico y compositor Raül Refree, colaborador de Rosalía o El Niño de Elche, para transportar a la contemporaneidad la idea de nana. En la representación no hay orquesta ni instrumentos y son los propios actores los que ponen la música con sus voces o con objetos como campanas, bastones y cencerros. En cuanto a Hervás, Martel ha subrayado que “no puedes hacer Yerma sin tener una Yerma como no puedes hacer Hamlet sin tener un Hamlet”, y que desde el principio creyó que la actriz” tenía que ser Yerma, y es Yerma”, esa mujer cuyo nombre es un adjetivo pues el verdadero no se nos dice.

Una escena de la 'Yerma' del Lliure.
Una escena de la 'Yerma' del Lliure.

Amat ha dispuesto un espacio no naturalista, onírico, cuya “semilla” es el libro, la poesía lorquiana. Ha destacado la dimensión profunda y sentimental que tiene para él esta Yerma en el Lliure, en la sala que hace 30 años él vio construir a Puigserver. Ha reivindicado dos cosas que aprendió con el director y escenógrafo y que constituye, ha dicho, la esencia del Lliure: el trabajo artesanal como opuesto a lo superfluo y a la tramoya de pirotecnia, y el atrevimiento, aquel “sigueu agosarats” que les dejó como leit motiv Puigserver en su lecho de muerte. “No hay teatro sin aventura, sin riesgo”, resumió. Su espacio escénico, con efectos zootrópicos (por la antigua máquina pionera del cinematógrafo de producir efectos cinéticos) y sin vídeos, evoca un territorio de ceniza”, en el que telas colgantes trasparentes rodean un núcleo que es “un monte de Venus”. El vestuario es reutilizado como respuesta “a un mundo lleno de ropa”. Ha dicho Amat que él no estaría haciendo esta Yerma de no haber hecho El público con Pasqual y Puigserver, y ha recordado —en el mismo estado Lorcaholic de Hervás— unas palabras del personaje del Director que interpretaba Alfredo Alcón en aquel espectáculo: “Todo el teatro sale de las humedades confinadas. Todo el teatro verdadero tiene un profundo hedor de luna pasada”.

La actriz protagonista, que interpreta a esa mujer sin hijos que siente en los senos “dos golpes de martillo aquí, en lugar de la boca de mi niño”, ha destacado “el impulso de vida de Yerma frente a todo lo que muere y la represión”, el afán del personaje por vivir y sobrevivir. Ha recordado que es su primer Lorca, ha confesado que tiene cien mil dudas sobre el personaje y ha explicado que se ampara en lo que dijo el actor Lars Eidinger de su Hamlet con la Schaubühne (dirigido por Ostermeier), que dejaba de pensar en hacer el personaje para concentrase en la palabra, en lo que decía. “Cuantas más dudas y miedo tengo, más me voy a la palabra”, ha resumido.

También es el primer Lorca de Joan Amargós, aunque, “en el Lliure habíamos leído mucho Lorca con Pasqual”. Lo que más le ha marcado de Yerma, ha dicho, es la idea de tragedia y que no recuerda que no sólo somos ciudadanos, sino sin también mortales”.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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