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El narco, más fuerte que nunca, inunda Europa de cocaína

En 2023 fueron incautados 100.000 kilos de cocaína en España, más del doble que el año anterior, según fuentes policiales. Las razones de la avalancha de droga están al otro lado del Atlántico

Drug trafficking at Spain
Imagen de las 11 toneladas de cocaína exhibidas en el Complejo Policial de Canillas el 12 de diciembre e incautadas por la Policía Nacional en Valencia y Galicia ocultas en contenedores procedentes de Ecuador.. (EFE/Policía Nacional)
Patricia Ortega Dolz

El contador de incautaciones de cocaína ha batido todos los récords históricos este año pasado en España. “Vamos por 100.000 kilos, más del doble que en 2022″, coinciden responsables de la lucha contra el narcotráfico de Policía Nacional y Guardia Civil, a falta de que el Ministerio del Interior publique los informes oficiales relativos a ese periodo. España, que ya ostenta el primer puesto de la UE como país productor de cannabis, “está inundada de coca, como toda Europa”, advierten las mismas fuentes.

Las consecuencias del auge del narco comienzan a verse con mucha claridad en países de nuestro entorno como Suecia, donde el Gobierno sacó en septiembre pasado el Ejército a la calle para detener la ola de asesinatos ligados a rivalidades de bandas. O en Países Bajos, donde la princesa Amalia de Orange, de 20 años, heredera de la Corona, tuvo que limitar sus movimientos y extremar las medidas de seguridad tras ser amenazada por conocidos miembros del crimen organizado de la Mocro Mafia, redes delincuenciales formadas por ciudadanos holandeses de origen magrebí aunque procedan o estén asentados en países europeos. Hace unas semanas, dos tiroteos en el centro de Bruselas dejaban un muerto y una mujer herida al ser arrollada en el coche en el que huían unos presuntos narcos. También en Barbate (Cádiz), el piloto de una narcolancha, apodado El Cabra, embestía a una zódiac de la Guardia Civil, matando a dos agentes y dejando heridos a otros cuatro el pasado 9 de febrero.

Se lee en informes policiales, de organismos internacionales como la ONU, y se escucha de viva voz a quienes luchan contra esta lacra que amenaza la estabilidad de los Estados; el mensaje es unívoco y claro: “El narco está más fuerte que nunca”, “hay más droga que nunca”. O como recoge la Fiscal Antidroga Rosana Morán en su memoria de 2023 en alusión a su omnipresencia: “Everywhere, Everything, Everyone” (En todas partes, de todo y para todos), haciéndose eco de la tendencia señalada por el Observatorio Europeo sobre Drogas ya en 2022.

Para buscar las razones de la gran cantidad de droga que está entrando en Europa —también por España— y de la implantación de nuevos grupos criminales cada vez más violentos es necesario mirar al otro lado del Atlántico. Y descubrir las rutas, principalmente marítimas, por las que viajan toneladas de cocaína.

Uno de los puntos más calientes del narco a escala mundial en la actualidad es Ecuador, que vive una grave crisis de seguridad. El 31 de marzo de 2023, media docena de hombres armados entraron en la casa de vacaciones del empresario ecuatoriano Rubén Cherres, en Santa Elena (extremo occidental de Ecuador). Lo torturaron y lo mataron junto a su novia, un amigo y su vigilante de seguridad. Cherres era blanco en ese momento de una investigación de la Fiscalía ecuatoriana que lo vinculaba tanto con el cuñado del entonces presidente de la República, Guillermo Lasso, como con grupos de narcotraficantes albaneses, que operan en el país latinoamericano desde 2009.

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“Los albaneses vieron una gran oportunidad de negocio: en lugar de pelearse con los cárteles de los tradicionales países productores de hoja de coca (Colombia, Bolivia y Perú), optaron por comprarles la droga y enviarla a Europa desde el puerto más cercano a la frontera: Guayaquil”, explica Antonio Martínez Duarte, jefe de la UDYCO central, la Unidad de Drogas y Crimen Organizado de la Policía Nacional. “Adquirieron grandes empresas de exportación de plátanos y fruta como tapadera para meter toneladas de cocaína a toda Europa”, añade. España, concretamente Valencia, Barcelona y Algeciras, donde se han asentado miembros del denominado Clan balcánico, son hoy grandes puertas de entrada de toda esa droga.

“En Europa preocupan los puertos de Amberes y Róterdam como los dos principales puertos de llegada de cocaína desde Latinoamérica, pero Valencia figura en tercer lugar”, señala en su memoria de 2023 la Fiscal Jefa Antidroga, Rosana Morán. En el año que lleva en el cargo, ha impulsado medidas de cooperación internacional (su especialidad), cruciales en estos delitos transnacionales. Ante el tapón que generan estas causas en los juzgados mixtos de instrucción de los pequeños pueblos en los que recaen, Morán reivindica “la creación de juzgados especializados en las provincias que más soportan la presión del narcotráfico y la ampliación de competencias de la Audiencia Nacional” para que pueda asumir estos grandes asuntos con complejas ramificaciones, explica por teléfono. Morán recuerda que ahora hay jueces sustitutos de pequeños juzgados locales que tiene que asumir al mismo tiempo una causa con decenas de detenidos ligados al crimen organizado internacional y un divorcio, por ejemplo.

“El éxito de la lucha contra la droga no se agota con el aumento de detenciones e incautaciones sino con las condenas de los autores y la recuperación de las ganancias obtenidas”, dice la fiscal. Para Morán, el problema del narcotráfico “también es de la Justicia”. No obstante, el número de detenidos no ha dejado de crecer en España: 18.193 en 2018; 20.441 en 2019; 20.599, en 2020, el año de la pandemia; 22.968, en 2021, y 24.117, en 2022, según los últimos registros del Ministerio del Interior.

Hace dos semanas, la Policía asestaba otro golpe a la mafia albanesa instalada en Valencia con 17 detenidos y la incautación de 850 kilos de cocaína. En 2023 ya fueron intervenidos cerca de 9.000 kilos en el puerto valenciano a miembros de grupos de albaneses, dando lugar a imágenes inéditas de exposición de droga en dependencias policiales. La cocaína procedía de Ecuador.

Según informes de Naciones Unidas, de Europol, de la Fiscalía y de la Policía Nacional, el puerto de Guayaquil —pese a que Ecuador no es un país productor— es ahora uno de los principales puntos de partida de las toneladas de cocaína que están inundado Europa.

También hace dos semanas, casi un año después de aquellos asesinatos en Santa Elena; cuando Ecuador ya exige visado a los ciudadanos albaneses y vive con toque de queda por el crimen; tras las ejecuciones, a tiros, en plena calle y a plena luz del día, del candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio (el pasado 11 de agosto) y del fiscal anticorrupción César Suárez (el 17 de enero), la Policía Nacional española desarrollaba la Operación Pampa, junto con sus homólogos ecuatorianos, con 32 detenidos (13 en España, 18 en Ecuador y uno en Reino Unido).

Entre los arrestados está uno de esos “objetivos de gran valor” policial, un albanés llamado Dritan Gjitka. El principal socio de Gjitka, también detenido, era un ciudadano argentino-italiano afincado en Marbella y que presuntamente importaba plátanos desde Ecuador, además de 4.000 kilos de coca al mes. Llama la atención el valor de lo incautado en los 22 registros realizados en España: 500.000 euros en metálico, un arma corta, 12 vehículos de alta gama. Además se inmovilizaron 17 inmuebles por valor de 12 millones de euros, según la nota policial. “Gjitka es un tipo que cerraba por teléfono envíos semanales de Colombia a Ecuador de 6.000 kilos”, señalan fuentes de la investigación.

El último informe de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito hablaba de una producción récord de cocaína pura en 2020, de cerca de dos millones de kilos. Los investigadores aseguran que en los últimos tres años “ha crecido exponencialmente”. “El valor del kilo de coca puesto en el contenedor de Guayaquil puede rondar los 2.500-3.000 euros”, asegura un responsable de la Guardia Civil de la unidad de crimen organizado. “Pero ese mismo kilo ya en el contenedor de Valencia o Algeciras vale 30.000″, añade. El margen de ganancias es inmenso. “Piensa que un capo gallego envió a Cúcuta 36 millones de euros, que debía tener guardados en alguna parte, en maletas”, apunta un agente de la UDYCO para subrayar la capacidad económica con la que pueden moverse los narcos.

La incesante producción de hoja de coca en Colombia y los países productores, consentida por gobiernos incapaces de darle una alternativa mejor a las millones de personas (agricultores o trabajadores de toda clase de empresas de servicios ad hoc) que viven del negocio, ha generado ese excedente de cocaína sin precedentes en el mercado, según los expertos. El precio del kilo en Europa ha caído de los 40.000 a los 30.000 euros en la última década. “Hay mucha coca y muy barata”, señalan. Y los cultivos siguen ampliándose, aun a costa de deforestar la Amazonia con el consecuente impacto climático.

Cooperar como los criminales

La desencriptación en 2020 de los canales habituales de comunicación por telefonía móvil de los narcos, como Encrochat o Sky-Ecc, dejó al desnudo sus actividades y su modus operandi. “Nos abrió los ojos a todos”, coinciden agentes de Policía y Guardia Civil. “Había cosas que intuíamos, pero descubrimos los niveles de cooperación y colaboración de las distintas organizaciones, auténticas multinacionales del crimen, con delegados en medio mundo y una red de contactos y servicios en cada sitio”, señala un mando de la Guardia Civil. “También descubrimos la violencia con la que trabajan: vimos cajas de camiones en medio de un bosque de Holanda convertidas en centros de tortura, decapitaciones, enterramientos de personas vivas…”, apunta un mando de la Policía. Todo eso salió de esa intervención de información masiva, que ahora los grandes bufetes de abogados de los capos de la droga tratan de anular con alegaciones que defienden que son investigaciones prospectivas o atentados contra la intimidad, sin demasiado éxito hasta el momento.

Descarga del barco con 200 kilos de cocaína que llegó a Vigo el pasado día 28, tras ser abordado por el 'Petrel', de Vigilancia Aduanera.
Descarga del barco con 200 kilos de cocaína que llegó a Vigo el pasado día 28, tras ser abordado por el 'Petrel', de Vigilancia Aduanera. Salvador Sas (EFE)

Esas intervenciones evidenciaron también la corrupción, con los puertos como principal objetivo. “Las distintas modalidades a través de las cuales los contenedores sirven de transporte de la cocaína necesitan de complicidades entre los trabajadores de los puertos, lo que es un detonante de corrupción que alcanza también a trabajadores de aduanas y de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado”, recoge Morán en la memoria de la Fiscalía.

Mientras los grandes capos de las organizaciones criminales trasladan sus fastuosas cenas de negocios de Dubái a Estambul o Bodrum, en Turquía, donde encuentran ahora más facilidades, siguen usando la Costa del Sol “como refugio” o “zona de descanso con grandes posibilidades de blanqueo de su dinero”, según los expertos. Policía, Guardia Civil y Fiscalía se afanan en generar espacios de encuentro y coordinación con sus homólogos en Latinoamérica, para adaptarse al funcionamiento de las mafias.

Ya hay Equipos Conjuntos de Investigación (ECI) en la Policía Nacional, con agentes de enlace que trasladan información al resto de países europeos. El instituto armado acaba de poner en marcha el Centro de Inteligencia Criminal Antidroga (CICA), con financiación de la Comisión Europea, a través de la Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP), que cuenta con delegados de todos los países latinoamericanos afectados por el narcotráfico, además de un representante de Dubái. Por su parte, la Fiscalía trata de agilizar todos los procedimientos en coordinación con la Red de Fiscales Antidroga de Iberoamérica (REFAI).

“La lucha sigue estando demasiado desequilibrada”, reconocen los agentes, muchos de los cuales se enfrentan a los narcotraficantes en los mismos lugares en los que viven con sus familias. “La presión es brutal”, comentan los que están destinados en zonas calientes como La Línea de la Concepción (Cádiz) o Punta Umbría, en Huelva, hacia donde bascula el narcotráfico “cuando se quema el Campo de Gibraltar”. Si hay algo que caracteriza al crimen organizado “es su flexibilidad, su capacidad de adaptación”, señalan los investigadores.

Por eso, las rutas del hachís ya no son solo de hachís, y la logística y la infraestructura creada se emplea también para introducir cocaína. Así lo reflejan los datos de la Fiscalía de 2023: “Del total de droga incautada en Andalucía en 2022, el 50% del hachís y el 78% de la cocaína —cuya incautación ha subido un 78,4% en la región—, se intervino en Cádiz”. Las narcolanchas se desplazan de Huelva a Portugal, “aprovechando la frontera y que estas embarcaciones no están prohibidas en el país vecino”. Y hace dos semanas, la Guardia Civil interceptaba una narcolancha que había zarpado desde Huelva, con destino a un punto de altamar, para recoger los 4.350 kilos de coca con los que fue interceptada a 500 millas del sur de Canarias, su destino.

La preocupación se expande a medida que los grupos criminales ganan terreno. Suecia ha pasado de ser un país tranquilo, de vida ejemplar y educación envidiable, a sumar más de medio centenar de ejecuciones al año en ciudades y pueblos en los que niños de 13 y 14 años hacen de mulas de la droga con sus mochilas del colegio. Holanda ha visto como los narcos corrompían a los operarios de sus puertos en Róterdam y Amberes que abrían y cerraban puertas y contenedores a su antojo, con una llamada de teléfono desde cualquier parte del mundo. En Marsella la llamada Mocro Mafiahace estragos en las calles, en España los transportistas son más impulsivos y brutales

Los agentes e instituciones que luchan contra el narcotráfico alertan sobre el riesgo de llegar a situaciones de violencia similares a las de países de nuestro entorno y advierten de que el temido fentanilo que viaja por las rutas de la droga que unen México con EE UU “llegará más pronto que tarde”. Y recuerdan que se trata de un delito contra la salud pública que tiene un duro reverso en la salud mental: “La mayor parte de los ingresos psiquiátricos de nuestros jóvenes tiene detrás el consumo de drogas”.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".
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