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Teresa Ribera: “Sánchez está abatido, pero la rabia del PSOE es un elemento de fortaleza”

“No quiero ver una Europa en la que se impongan los brazos en alto”, advierte la candidata del PSOE ante las elecciones europeas de junio

Teresa Ribera, este sábado en el Paseo de Pintor Rosales, en Madrid, antes del comité federal del PSOE.Foto: SAMUEL SÁNCHEZ | Vídeo: EPV

La palabra del momento es frágil. Resulta paradójico, porque los liderazgos que gobiernan el mundo tienen como seña de identidad la dureza, y porque el de Pedro Sánchez en particular se ha caracterizado por la resistencia. Teresa Ribera (Madrid, 54 años) recibe a El PAÍS en la sede del PSOE en Ferraz, que de buena mañana ya registra un oleaje emocional que no dejará de crecer a lo largo de un sábado marcado por el periodo de reflexión de Sánchez. Hay vértigo, congoja en las filas de los socialistas. Ribera —vicepresidenta de Transición Ecológica— acaba de ser confirmada como cabeza de cartel del PSOE en las elecciones europeas, que al paso que vamos acabarán siendo una suerte de plebiscito sobre la figura de Sánchez, sobre su decisión de renunciar o seguir en La Moncloa. Ella apuesta por la continuidad. Rechaza que tras ese impulso de Sánchez, mitad intuición mitad hartazgo, haya algún tipo de cálculo político. Carga contra el lenguaje de excitación destructiva de la política española, contra ese odiar con el hígado, contra las pistolas humeantes de la crispación. Un líder político es un catálogo de voces: en Ribera es muy reconocible su voz experta en energía y clima (“ni la nuclear es verde, ni el petróleo es verde, ni los combustibles sintéticos van a sacar del apuro a la Humanidad”). Con una hoja de servicios que brilla incluso fuera de España; su voz política es menos conocida.

Pregunta. ¿Ha hablado con el presidente del Gobierno?

Respuesta. Desde el miércoles por la mañana, no.

P. ¿Sánchez va a seguir? ¿Debe seguir?

R. Creo que sí. Está abatido: estos años han sido muy duros. Él es fuerte, pero cualquiera puede acabar quebrándose. Sobre todo cuando los ataques afectan a la familia, a su mujer, a su hermano.

P. ¿Eran conscientes de cómo le estaban afectando los ataques a su mujer?

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R. Cuando cada uno de nosotros se ha encontrado a lo largo de estos años con alguna situación desagradable para nuestros familiares, parejas, hijos o padres, Sánchez siempre ha sido extraordinariamente cariñoso y comprensivo. En su círculo más íntimo, aunque siempre ha sido muy contenido, a veces sí se ha visto cómo le afectaban los ataques directos a su hermano, a su mujer.

P. ¿Puede Sánchez seguir sin dar más explicaciones? La salida parece difícil.

R. Él es el presidente legítimo: esa legitimidad se ha pretendido cuestionar con una campaña de acoso que lleva ya mucho tiempo. Ha pedido tiempo para reflexionar y nos ha pedido que leamos una carta donde explica ese sentimiento de abatimiento por las últimas embestidas, que afectan a su entorno más íntimo. Hay un mensaje potente para él: queda mucho por hacer; Sánchez debe levantarse y seguir adelante. Obviamente, a él le corresponderá valorar qué es lo que hace y cómo lo explica, pero estoy convencida de que la fuerza de esa legitimidad que le cuestionan y la fuerza de sentirse respaldado, animado y apoyado por todo el mundo es crucial.

P. ¿Debe abrir un presidente del Gobierno un periodo de reflexión en el que el final del camino sea su dimisión?

R. Tiene que seguir.

P. ¿Y si no sigue? Se está señalando a María Jesús Montero como posible sucesora.

R. Especular no tiene sentido. No tiene ni pies ni cabeza plantearse hipótesis que todavía no están ni en el radar. En cada momento tendremos que ir tomando las decisiones. Si sigue se acabó el ruido; no hay cuestión. Y si no sigue, el partido tiene que reflexionar sobre cómo resuelve esta situación. Con la Constitución en la mano.

P. ¿Está en shock el PSOE?

R. Tanto Sánchez como el partido están tremendamente abatidos. Hemos tenido en la puerta de las sedes manifestaciones desagradables, expresiones violentas de cuestionamiento del Gobierno. Y ahora el presidente lo está pasando mal, después de haber asumido con gran responsabilidad decisiones complejas. Hay abatimiento en las filas socialistas, pero el partido también se siente fuerte: la rabia también es un elemento de fortaleza.

P. El clima político está muy encanallado. ¿El PSOE tiene alguna responsabilidad en ese ambiente tan tóxico?

R. Es injusta esa equidistancia entre acosador y acosado. Y hay veces en las que el acosado se defiende e intenta explicar —por cierto, sin insultos y sin violencia— que lo que le están diciendo es falso y es intolerable. Creo que el PSOE ha puesto pie en pared. Esto no es discrepancia política: esto es un proceso de acoso permanente con Pedro Sánchez en la diana.

P. ¿Cómo es su relación con el presidente?

R. Buena, cordial, de confianza.

P. ¿Y en algún momento vio usted venir esta situación?

R. Todos sabíamos que este asunto, el del ámbito personal, le afectaba en mayor medida. Pero a la vez es una persona con una extraordinaria capacidad de aguante.

P. Por eso sorprende más.

R. Así es.

Teresa Ribera, este sábado en el Paseo Pintor Rosales de Madrid.
Teresa Ribera, este sábado en el Paseo Pintor Rosales de Madrid. Samuel Sánchez

P. ¿Pero no es extraña esa salida con una denuncia que no se sostiene contra su mujer?

R. La denuncia es la gota que colma el vaso. No creo que esto mismo hubiera generado la misma reacción hace dos años. El miércoles por la mañana estaba muy afectado, pero creo que ha sido un proceso de acumulación. Hubo otro momento duro para él, cuando fue objeto de brutales ataques personales y tuvimos unos resultados electorales que castigaron a alcaldes, alcaldesas y presidentes autonómicos que habían aportado mucho. Eso fue muy relevante. También ahí tuvo un momento en el que se concentró en reflexionar, del que salió con la convocatoria electoral.

P. Ahí había parte de intuición política y parte de táctica. ¿Contempla usted que esta vez también haya cierto tacticismo?

R. Es miserable esa reacción que hemos visto, no solamente en medios de comunicación, sino también en el PP, intentando cuestionar la honestidad de esa misiva, de su reacción. En ese proceso acumulado de ataques tan prolongado en el tiempo se ha dado a menudo una imagen deshumanizada del presidente, caracterizado como un personaje frío, imperturbable, a quien nada le afecta, a quien solo le interesa aferrarse al poder. Ahora, de nuevo, salen con esa monserga los barones del PP y sus portavoces.

P. ¿No es lícito pensar que puede haber cierta intuición política tras esa decisión?

R. El presidente se ha aislado: no he tenido la ocasión de hablar con él al respecto. Pero mi convicción, y la de las personas que estamos más cerca de él, es que eso no tiene nada que ver. De hecho, desde el punto de vista de la intuición política, hacerlo a las puertas de las elecciones catalanas y de las europeas…

P. Ese es uno de los riesgos: que esas elecciones se conviertan en una especie de plebiscito sobre Sánchez. ¿Cómo afecta eso a su campaña? La pasada legislatura en la UE fue claramente la de la agenda verde, pero es posible que en la que viene el énfasis en la defensa opaque todo lo demás.

R. Es evidente que la defensa y la seguridad van a ser cruciales: nos jugamos nuestros valores, nuestro sistema democrático, nuestras libertades, y hay dos focos de atención muy potentes en Oriente Medio y Ucrania. Pero en Ucrania hemos visto también cómo Putin ha usado los combustibles y hasta los alimentos como arma de guerra. Ese conflicto pone de relieve que buena parte de la seguridad de Europa está vinculada a una transformación de su sistema energético. La seguridad no es algo solamente vinculado a los ejércitos; es también garantizar las fortalezas propias.

P. ¿El gran enemigo para la transición ecológica para Europa puede ser interno? Por ejemplo, con los movimientos desde la derecha —y vinculados al campo— contra la agenda verde.

R. Dice Todd Stern [histórico negociador climático de EE UU] que el gran enemigo de la acción climática son los combustibles fósiles y el petróleo, del que todavía somos adictos. Pero el segundo gran enemigo es una combinación de negacionismo expreso con indolencia, retardismo y excusas para no actuar. Los datos de incremento de temperatura, en el agua y en la superficie terrestre, son terribles. Los primeros grandes afectados son quienes más dependen del clima y de las condiciones del suelo: los agricultores. Hay que tener una combinación adecuada entre agenda verde y agenda social y no se puede trasladar a los grupos más vulnerables la responsabilidad de un cambio que tiene que llegar con el acompañamiento de las instituciones. Una de las compañías vitivinícolas más importantes de España, uno de los grandes productores de cava, va a tener que suspender los contratos laborales de casi el 80% de su plantilla por la sequía. Esa es la gran amenaza del campo español. No la acción climática, sino la falta de acción.

P. ¿Teme un cambio de alianzas de Ursula von der Leyen hacia la extrema derecha, como quiere una facción del Partido Popular Europeo?

R. Esa pregunta demuestra lo cruciales que son las elecciones de junio. No quiero una Europa en la que se impongan los brazos en alto como vimos en Roma hace unas semanas.

P. ¿Cree que hay ultras presuntamente presentables, como Giorgia Meloni, que pueden formar parte del PPE?

R. La extrema derecha no quiere más integración, sino menos. No quiere más Europa, sino menos. No quiere políticas para luchar contra el cambio climático. Europa es frágil, tiene una guerra en el vecindario y otra muy cerca, presenta problemas de competitividad. Pero nada de eso va a mejorar con un cambio de alianzas que dé entrada a una parte de los ultras en los consensos europeos.

P. ¿Su salida puede descapitalizar el Gobierno, más aún tras la reciente marcha de Calviño? En su departamento ha acumulado competencias relacionadas con el medio ambiente, la energía y la gestión del agua. ¿Hay riesgo de que se dispersen en varios ministerios con su salida?

R. Se queda en Madrid un equipo extraordinario, con el que hemos conseguido grandes logros. Ese es un asunto que le toca resolver al presidente. Pero él fue quien quiso concentrar todas esas competencias. Creo que la legislatura pasada ha servido para marcar las grandes líneas estratégicas. Sin eso es imposible entender esos 21 millones de afiliados a la Seguridad Social, esa capacidad de absorción de inversiones, esa capacidad de movilización de la economía. Me parecería un error acabar con eso. No lo concibo.

P. ¿Sería un error volver a separar, por ejemplo, medio ambiente de energía o de las políticas de agua?

R. Sin duda.

P. Quizá su gran éxito fue la excepción ibérica, tras un tira y afloja en Bruselas. ¿Qué se ha dejado en el tintero en estos cinco años?

R. Quedan muchas cosas por completar: una transformación del sistema energético, con más electrificación, con más recuperación de una agenda urbana que nos permita consolidar espacios habitables y saludables para las personas. Hay que seguir impulsando el eje de la biodiversidad y de las infraestructuras verdes, y completar la conservación de espacios marinos. Y seguir consolidando la reducción de desigualdades y generando oportunidades en el mundo rural.

Ribera, antes de la entrevista este sábado.
Ribera, antes de la entrevista este sábado.Samuel Sánchez

P. Con el apoyo de los socialistas europeos, Bruselas aprobó una etiqueta verde para las nucleares. ¿Fue un error?

R. Sí. Una cosa es que no emitan y otra cosa que sean verdes.

P. Se va en medio de una bronca con Repsol.

R. No tengo particular bronca con ninguna empresa. Repsol necesita diversificar para asegurarse un futuro. Está en ese proceso. A veces a algunos de sus directivos les cuesta entender que es un camino que hay que recorrer sí o sí. Y que además hay que hacerlo con honestidad.

P. ¿Está haciendo Repsol greenwashing, ecopostureo?

R. Creo que no se puede llamar verde a cualquier cosa. Ni la nuclear es verde, ni el petróleo es verde, ni los combustibles sintéticos nos pueden sacar del apuro al conjunto de la humanidad.

P. ¿El Estado tiene que entrar en empresas como en Naturgy? ¿Ha habido contacto directo entre el Gobierno español y el emiratí?

R. Sí, ha habido contactos. Y sí, el Estado tiene que vigilar el buen funcionamiento del mercado y los sectores estratégicos, y eso se hace a través de distintas vías.

P. ¿Pero debe entrar en el capital?

R. Depende. No tiene sentido entrar en todas las operaciones. En cada caso hay que ver cuál es la mejor manera de proteger nuestros intereses, en especial en sectores estratégicos. El sector energético tiene un grado de regulación importante por razones de seguridad energética y de aprovisionamiento, pero evidentemente hay que evaluar operaciones que puedan suponer un riesgo.

P. ¿Tras las elecciones, se ve más en el Parlamento europeo o en la Comisión?

R. Más en la Comisión.

P. ¿En qué área?

R. Energía, clima, medio ambiente, la transformación de la industria en Europa son carteras importantes.

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