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El poderío de las mafias balcánicas se oculta en España

Miembros de un centenar de grupos criminales de los Balcanes se refugian y rivalizan por el narcotráfico en la Costa del Sol

El fugitivo montenegrino Ljubomir Krivocapic, detenido por la Policía Nacional el pasado 22 de agosto en Barcelona.
El fugitivo montenegrino Ljubomir Krivocapic, detenido por la Policía Nacional el pasado 22 de agosto en Barcelona.
Patricia Ortega Dolz

No es casualidad que a Ljubomir Krivocapic le pusiera las manos encima la Policía el pasado 22 de agosto en un hotel de Barcelona. Como tampoco es casualidad que los antecedentes de este atractivo montenegrino de 28 años conduzcan hasta la ciudad amurallada de Kotor (Montenegro), bañada por el mar Adriático, declarada Patrimonio de la Humanidad y que sirvió de refugio a flotas y barcos en la antigüedad. Bastó una llamada de teléfono de los agentes serbios a los españoles que se encuentran dentro de la red Enfast (Red Europea de Equipos de Búsqueda Activa de Fugitivos) para localizarlo. “Salió a las nueve de la mañana en bicicleta del hotel y no regresó hasta la una de la madrugada, le detuvimos al llegar, mientras dejaba la bici, sin que opusiera resistencia alguna”, aseguran fuentes policiales.

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The Balkans mafias wielding their power in Spain

Krivocapic era el guardaespaldas del líder del temible clan criminal Skaljari, uno de los dos importantes grupos mafiosos (junto al clan Kavaci) nacidos en Montenegro y que acumulan decenas de muertos por toda Europa. El montenegrino está acusado de acribillar a un hombre a balazos en el interior de un vehículo el 31 de mayo de 2016 en la localidad de Dobrota, perteneciente a Kotor.

La presencia de Krivocapic en España, con una orden internacional de detención a su espalda, denota la preferencia del crimen organizado de los Balcanes por ocultarse en nuestro país, en donde se estima que hay miembros de un centenar de bandas serbias, albanesas, croatas, montenegrinas, eslovenas, bosnias y macedonias, según los últimos datos del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (Citco), de 2018. Diseminados allá donde pasan más desapercibidos y encuentran conexiones para desplegar su poderío: Cataluña, Valencia y Málaga.

Ahora, tras el vacío de poder generado por las detenciones policiales de miembros de las mafias que venían actuando en la Costa del Sol, “bandas serbias rivalizan con holandeses y franceses-argelinos por el control del narcotráfico en la zona: tiroteos, secuestros, y otras acciones violentas, no se descarta que el reciente incendio del hotel Sisu Boutique de Puerto Banús (Marbella) esté relacionado con el crimen organizado”, advierten fuentes policiales.

Ljubomir Krivocapic,
Ljubomir Krivocapic,
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Krivocapic había sido visto en otros hoteles de la zona en los que se alojó en días anteriores, según fuentes policiales. Portaba una identidad falsa. “Una de las grandes dificultades de perseguir a los fugitivos de países de la antigua Yugoslavia es precisamente la facilidad con la que acceden a documentación falsa: se van acusados de un delito con un nombre y regresan a seguir delinquiendo con otro”, señalan fuentes de la Central Antidroga de la Guardia Civil.

Los primeros grupos llegaron a España al finalizar la guerra de la antigua Yugoslavia, es decir, a partir del año 2001, señalan los informes policiales, que aseguran que inicialmente eran albaneses especialistas en robar naves industriales, luego viviendas de lujo (incluidas las de los futbolistas) y posteriormente son narcotraficantes serbios y montenegrinos. “La marinera Kotor llevó a muchos a embarcarse en mercantes hasta Latinoamérica, huyendo de crímenes o buscándose la vida”, aseguran enlaces policiales en Serbia.

Fuentes de la Guardia Civil señalan que “serbios y montenegrinos forman parte de redes internacionales dedicadas al tráfico de drogas y armas”, lo que incrementa su peligrosidad. “Empezaron tripulando veleros y mercantes de grandes compañías”, coinciden, “y han acabado yéndose a Brasil y encargándose de todo el negocio de la cocaína desde el origen: en el puerto de Santos hay una colonia serbia”, concretan.

Los contactos fraguados en su día con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), de donde los informes policiales aseguran que procedían los primeros cargamentos de cocaína interceptados en Kotor, sus asentamientos en América Latina, y su control de los canales de distribución de armas y droga por Europa abiertos tras la guerra de la antigua Yugoslavia, les han convertido en “grupos muy fuertes hoy”, aseguran fuentes del Instituto Armado y policiales. Y así lo refleja el reciente informe publicado por el Instituto Europeo Global Initiative: Transnational Tentacles Global, Hotspots of western Balkan Organized Crime (Tentáculos transnacionales globales, focos del crimen organizado de los Balcanes Occidentales).

El peligro de los delincuentes que se sienten impunes

Los investigadores no consideran a estas bandas una gran amenaza en España, aunque sí destacan su capacidad violenta y el grado de inseguridad que pueden generar sus ajustes de cuentas o los asaltos a viviendas, como sucedió recientemente con una oleada de robos en casas de conocidos futbolistas en urbanizaciones de lujo.

La mayor dificultad radica en detenerlos y meterlos en prisión, ya que habitualmente utilizan muchas identidades distintas (lo que dificulta enormemente el trabajo policial) y son muy itinerantes, se mueven con mucha agilidad por toda Europa. Eso puede generar una cierta sensación de impunidad que sí sería peligrosa.

Según fuentes policiales, las relaciones con sus lugares de origen son constantes. Es adonde vuelven, donde permanecen sus familias, donde obtienen con facilidad las muchas documentaciones falsas que usan y donde invierten y alardean de una gran parte de los beneficios que obtienen de sus actividades ilícitas.

 

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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